El nom volgut vuelve a La Badabadoc de Barcelona para participar en el festival Terrats en Cultura. Tras el rotundo éxito de su estreno en diciembre de 2024, la obra de Pau Coya, dirigida por Rebeca Del Fresno, vuelve a la sala barcelonesa para encauzar una nueva temporada hasta el 19 de junio.
A Lua le cuestan cosas aparentemente sencillas, como mirar a los ojos de las personas con las que habla, entender los dobles sentidos del lenguaje y no irritarse cuando hay mucho ruido. Cuando entendió que lo que le sucede es que es una persona con TEA (trastorno del espectro autista) y, sobre todo, cuando se lo contó a sus compañeros y compañeras de clase, se quitó un peso de encima. Pero ahora, casi a punto de terminar la Primaria y de pasar al instituto, se enfrenta a una nueva revelación: quiere que todo el mundo le llame Elio, su nombre querido.
La Badabadoc vuelve a apostar por su última producción propia El nom volgut, una obra teatral de Pau Coya seleccionada en la Convo OTB 2024, que ofrece una mirada íntima y profunda sobre la identidad de género y el autismo en la infancia.
El nom volgut nos sumerge en un universo en el que un niño, que explora su identidad de género en el contexto del espectro autista, desafía las normas y abre un diálogo necesario sobre la aceptación y el respeto hacia la diversidad humana. La obra nos muestra cómo el amor incondicional y la comprensión pueden transformar una familia y una comunidad.
Pau Coya, autor de la obra, es todo un experto en crear textos que se hacen querer. Textos que hablan sobre una parte de la sociedad actual que normalmente no vemos en escena, una sociedad diversa que muy poca gente conoce en profundidad y que necesita ser mostrada sobre las tablas con la normalidad que se merece. Gracias a él y a personas como Clàudia Cedò y el proyecto Escenaris Especials, cada vez estamos más cerca.
En este caso, Coya nos acerca la historia de una familia y sus allegados que sufren por su hije menor de edad quien, tras años de pensamientos internos no expresados, ha decidido cambiar su nombre a uno de género masculino; el nombre que se siente identificado. Elio es el nombre por el que él quiere que le llamen. Con esta premisa como inicio, la obra muestra cómo el amor incondicional y la comprensión pueden transformar una familia y una comunidad, ofreciendo una visión honesta y profunda de la realidad de las infancias trans y sus complejidades. Un espacio de diálogo y reflexión, donde el público será invitado a acompañar a esta familia en su proceso de auto-descubrimiento y aceptación.
Lo interesante de la obra es que, en este caso, la persona que tiene estos sentimientos e inquietudes no es la protagonista de la misma. Oiremos hablar de ella pero en ningún momento la veremos. Los protagonistas son los adultos que lo rodean quienes, como ocurre mas veces de lo que debería, dudaran de esta decisión tan maduramente decidida. Claro, si una persona sin espectro autista puede estar equivocada, confundida y en una fase de búsqueda que la puede hacer tomar una decisión errada para el resto de su vida (tiene cojones la cosa), ¿qué pasa cuando una persona tiene un espectro autista? ¿Cómo lo toman los padres? ¿Sus profesores? ¿Su entorno social?
Pues veremos que, como siempre ocurre en esta sociedad llena de prejuicios, los que más claro lo tienen y lo acogen son los compañeros de clase de Elio; quienes rápidamente le comprenderán y lucharán por él. En cambio, algunos de los adultos cis-hetero racionales (no todos, obviamente), pondrán todas las trabas posibles para no tener que inmiscuirse en algo que prácticamente les roza y del cual no quieren saber nada. Suerte que en la sociedad tenemos gente preparada para estas situaciones que acompañarán a los padres de Elio en esta nueva etapa que se abre ante sus ojos.
El texto de Pau Coya está lleno de momentos duros y frases lapidarias de personajes que no entienden no quieren entender lo que tienen delante. Que piensan que su verdad es la única que vale. Que sus chistes y actitudes machistas son las que deben regir un mundo en el que todo es blanco o negro. Menos mal que, en este mundo incierto y dificultoso, hay gente que sí quiere ayudar. Personas que escucharán, guiarán y acompañarán a la familia en el inicio de un posible cambio de género.
En la parte actoral, disfrutamos de dos intérpretes todoterreno, Vanessa Segura y Àlvar Triay, quienes interpretan a todos los personajes adultos que interactúan con la historia. Los padres de Elio, los padres de sus amigas/os de la escuela, los profesores, las psicólogas, los políticos y comunicadores que hablan en las radios… Con una facilidad excelsa, ambos intérpretes pasan de un personaje a otro canalizando sus sentimientos a través de su voz y, sobretodo, de sus expresivos ojos. Por que si algo que permiten las salas de proximidad como La Badabadoc, es poder ver el alma de los personajes a través de los ojos del intérprete.
Por último, alabar la dirección escénica de Rebeca Del Fresno, quien impregna unos ritmos perfectos para la comprensión del texto y la situación expuesta; y la iluminación de Jon Kieb que marca tan bien los cambios de escenas y espacios para que rápidamente nos situemos dentro de una escenografía mínima pero brillante.
Si no acudiste aun a ver El nom volgut, solo puedo decirte que tienes 2 días para poder disfrutar de una obra sencilla pero llena de mensaje para una sociedad que debería de dejar de mirarse el ombligo y empezar a entender a los demás.
Crítica realizada por Norman Marsà