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13.06.2025 Críticas / Crónicas, Música  
Hollywood, l’època daurada. De Korngold a Williams – Crítica 2025

La Orquestra Simfònica del Vallès (OSV) ha culminado su temporada 2024-25 en el Palau de la Música Catalana de Barcelona con un repertorio dedicado a la banda sonora cinematográfica clásica, con un hilo que nos llevó del pionero Erich W. Korngold hasta John Williams pasando por Max Steiner y Bernard Herrmann.

Valga decir, para empezar, que esta es la clase de concierto de bandas sonoras que uno llevaba años queriendo escuchar en el Palau. Por mucho que apreciemos las composiciones más modernas de John Williams, Hans Zimmer o Ennio Morricone, sin duda tan vibrantes como comerciales, había un hueco histórico que necesitaba reivindicarse: el de la banda sonora clásica. Korngold, en particular. Y aquí lo tenemos.

El concierto se construyó a partir de un paralelismo de apertura y cierre: empezó con la triunfante obertura de Korngold para King’s Row (1942, Abismo de pasión) y terminó con los títulos iniciales de Williams para Star Wars (1977, La guerra de las galaxias), inspirada a partir de la melodía de Korngold.

En medio, otras dos piezas de Korngold y otras dos ajenas: del compositor austrohúngaro, su «Concierto para violín en Re Mayor», con la violinista hispano-norteamericana Heidi Hatch, concertino de la Orquesta de Extremadura. Ese concierto estrenado en 1945 reunía bajo un formato clásico elementos que había creado para varias de sus películas en Hollywood: así, el «Moderato nobile» inicial tenía elementos de Another Dawn (1937) y Juarez (1939), el «Romance» intermedio citaba motivos de Anthony Adverse (1936) y el «Allegro Assai Vivace» final, con el complejo stacatto que obligó a la violinista a pellizcar repetidamente su instrumento, partía de la BSO de The prince and the pauper (1937, El príncipe y el mendigo). Una reivindicación, por el discípulo de Strauss y Mahler, de que la música de cine funcionaba también sin el cine… o quizás de que también era cine, incluso sin imágenes.

Tras un «Intermezzo» de propina de Heidi Hatch dialogando con el piano de Frederic Oller, tras la media parte la orquesta acometió una última pieza de Korngold, de un film que estuvo 40 años prohibido en España: The Sea Hawk (1940, El halcón del mar). En parte porque el malo era el rey Felipe II, en parte porque la película se hizo a conciencia como propaganda probritánica durante la Segunda Guerra Mundial y ese Felipe II era un trasunto de Hitler. La sala se llenó con tonos vibrantes, en una obertura llena de vida, de mar, de aventura, con una dirección de Andrés Salado ejemplar y nada intrusiva con las ejecuciones de una OSV que estuvo excelente en toda la velada.

Tras Korngold, Max Steiner, otro huido de Europa aún más veterano, e igual de precoz. Ahijado de Richard Strauss y uno de los últimos discípulos de Johannes Brahms, Steiner compuso en Hollywood bandas sonoras tan memorables como las de Lo que el viento se llevó o Centauros del desierto. En el concierto escuchamos la suite de Casablanca (1942), entre sus propias composiciones y las citas a la Marsellesa y al «As Time Goes By» de Herman Hupfeld en 1931. La cita, de nuevo, elevada o popular, que trasciende su origen y se convierte en elemento cultural transformado y evocador.

Tras el amor y la reivindicación, la muerte y la locura: Psycho (1960, Psicosis) de Bernard Herrmann, una completa suite que nos llevó desde los ominosos créditos iniciales, como un coche avanzando por una tortuosa carretera rural en plena noche a los violines clavando cuchilladas y más allá, a la locura de Norman Bates. Hitchcock y Herrmann provocándonos pesadillas 65 años después con perfección, la misma con la que acometió la orquesta la pieza.

Para acabar, Star Wars (1977, La guerra de las galaxias), unos créditos iniciales casi omnipresentes en los conciertos de cine, pero que en esta ocasión, por la compañía, sonaban diferentes, como parte de un legado, como pieza de una colección y de un arte que había comenzado a forjarse cuando una Gran Guerra y un gran tirano obligaron a miles de familias a emigrar de Europa a Estados Unidos, y se llevaron con ellas su arte, para crear un arte nuevo. Lo sabe bien Luis Posada, narrador de todo el concierto. La voz en el doblaje de Johnny Depp o Jim Carrey, viene de casta: su padre Luis Posada Mendoza participó en el doblaje de Casablanca y fue la voz de Obi Wan en La guerra de las galaxias. Para él este concierto era como volver a estar rodeado de buenos amigos.

Nosotros también esperamos que esto no sea flor de un día y que conciertos de Banda Sonora clásica vuelvan a ser algo habitual en las programaciones. Que este sea el comienzo de una hermosa amistad…

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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