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29.04.2025 Críticas / Crónicas, Teatro  
Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos – Crítica 2025

Casi a final de temporada de Nave 10 Matadero de Madrid llega el texto y la propuesta escénica que habrá dado sentido a todo lo olvidable anterior. Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos de María Velasco es todo lo que le pido a una programación inteligente y puntera (sin tener que inventar nada) y por ello doy gracias.

Texto, dirección y vestuario de María Velasco, Maricel Álvarez y Carlos Beluga sobre el escenario, coreografiados por Josefina Gorostiza, iluminados por Pilar Valdelvira, acogidos por el espacio escénico de José Novoa, y abrazados por el sonido y composición de música original de Tagore González, y complementados con la videoescena de Albert Coma.

María Velasco me ha regalado, sin ella saberlo, el regalo de cumpleaños que no esperaba, tras otro estreno justo el día anterior, el día de mi aniversario, en el Teatro de la Abadia, donde A Fuego, de Pablo Macho Otero; se lucía en escena y encandilaba con sus palabras al público, como aquí lo hace Maricel Álvarez (¿dónde has estado todo este tiempo, Maricel?). Ambos montajes juegan con lo que somos, lo que pretendemos ser, y lo que se quiere de nosotros, quizás; en dos estadios de la vida opuestos: los veintitantos y los cuarenta. María Velasco suelta todas las dudas sobre ese encuentro en la tercera fase que es encontrar pareja, y que esta no se sienta un alien.

Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos es un texto brillante, optimista, realista, y repleto de amor, donde el diálogo de la protagonista se siente del espectador: yo me he sentido así, y me sigo sintiendo a día de hoy tras seis años de una relación que no deja de evolucionar, y sorprenderme y en la que no he dejado de sentir esa ilusión, sorpresa y extrañeza que se siente ante otro que aterriza en tu vida y comienza a formar parte de ella. Tras la oscuridad y el tedio que sentí con Primera sangre, esta María Velasco me recupera y me hace dibijar una sonrisa en la cara que mantuve todo el tiempo que dura la propuesta escénica. Y hubiese querido quizás otra hora más, aunque quizás no; precisamente su ir al grano, y haciendo que todo lo que propone (música, danza, texto) esté justificado y sea indispensable para que todo brille.

Maricel Álvarez es la actriz que no conocía y que siento no haberlo hecho antes porque lo que hace en escena es excelente, de ovación en pie totalmente justificado (tenemos que hablar del protocolo madrileño de la eyección de los espectadores que aplauden enfervorizados en todo lo que ven, y las tres rondas de aplausos por defecto). Maricel histérica, Maricel enamorada, Maricel consternada, Maricel triste, y Maricel condenada a cumplir con la profecía paterna de no enamorarse de nuevo, hasta por lo menos los cuarenta; es siempre una Maricel certera, justa y precisa. El jardín interior, su cama o ese stage con instrumentos podrían no estar, y ella sola llenaría el escenario. Maricel Álvarez sería un espacio escénico en si misma que yo podría ver en mi cabeza con solo que ella me lo describiese.

La odisea espacial de Carlos Beluga, a ritmo de Bowie, podría pecar de 0.60, pero es que no se podría encontrar referencias más acertadas para que este ser del espacio exterior que llega a la vida del personaje de Maricel, fuese presentado en escena. Carlos Beluga se prodiga poco en escena y siendo el actor total porque todo lo que hace lo hace bien, siento que, con la misma precisión de la interpretación de Álvarez, él elige sus proyectos. Su personaje es el heterosexual soñado o el bisexual guarro con bigote que no cumpliría con su fama, sino que no solo no nos arruinaría la vida, sino que le daría el toque especial que necesitamos en ese momento.

Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos comienza como un found footage con ese grano de grabación casera proyectado sobre el espacio, para evolucionar hacia un drama helénico donde la protagonista se ve sometida a una profecía que le aterra, para transitar por la comedia romántica y el musical, y terminar siendo una historia de amor de la nouvelle vague en tecnicolor. María Velasco nos regala una historia de amor que no esperábamos, en un montaje excelente y disfrutable, justo en el momento que yo no esperaba nada de la presente temporada teatral, y al menos justo recién he abandonado los cuarenta.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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