El Palau de la Música Catalana de Barcelona se llenó a rebosar este sábado para el espectáculo Videojocs en Concert de la mano de Games&Symphonies con la Orquestra Simfònica del Vallés: un concierto sinfónico de bandas sonoras de videojuegos, acompañados por acertadas proyecciones audiovisuales y toques de humor “gamer”.
Tras el humor visual de una barra de progreso (y un “insert coin” que permitió una broma gestual del director Adrián Ronda), el concierto arrancó con la “Suite Street Fighter II”: temas que en su día fueron creados para reproducirse en dispositivos sencillos, pero que aquí brillaron con una magistral adaptación a orquesta y batería de rock. Destacaron las vibrantes cuerdas y percusión del “Opening “ y del “Tema de Ryu”, la progresión grandiosa del tema de “Guile” y la hábil transición a crótalos y viento en el “Tema de Vega”, recreándose con elegancia en los ecos casi de pasodoble de este último.
Al sonar los versos iniciales de Fallout la orquesta pasó a un sonido dramático, acompañando con un pulsante crescendo las imágenes bélicas del juego. Después el compositor Austin Wintory sustituyó al director para estrenar dos obras: “Mountain of the Gods”, de Hades (que el Cor Jove Amics de la Unió interpretó con un inicio dulce y una culminación solemne) y, fuera de programa, el estreno de un tema inédito de Sword of the Sea, dulce y con lapsos de ritmo luminoso.
Adrián Ronda retomó la batuta con la suite “Ezio’s Family”, de Assasin’s Creed II, en la que violines y voces crecieron desde el pianíssimo hasta un clímax grandioso, mientras el video mostraba la injusta caída de la familia Auditore y el difícil camino para vengarla. Cerraron la primera parte obras menos conocidas, alguna de ellas “indie”, pero también llenas de talento: Hollow Knight (fiel adaptación de una armonía intimista, con imágenes de varios niveles del juego), Gris y Neva (poéticos, con coros dulces y crescendo épico) y Ori and the Will of the Wisps: un crescendo de voces etéreas hasta un clímax de metal y percusión, descansando en un emocionante tema de violín y un decrescendo exquisito de coro y piano.
La segunda parte arrancó con sólo dos sílabas, pero muy divertidas: el famoso coro de inicio de Sega (que el público repitió con entusiasmo, a instancias del director). La “Suite de Sonic” combinó hábilmente orquesta clásica con batería de rock en temas ligeros como “Green Hill” o “Scrap Brain Zone”, amenazantes como “Boss Theme” y de acción como “Marble Zone” y “Starlight Zone”.
También aquí hubo hueco para obras como Sea of Stars (otro estreno, animado y lleno de aventura) o Abzû – Delphinus Delphis, nuevamente dirigido por el compositor Austin Wintory: un tema marino de orquestación dulce, coros elegantes y ritmo fluido. Pronto volvieron los clásicos, como Prince of Persia: el tema “The Lost Crown” (estreno mundial) fue vibrante y dramático, tanto por la percusión como por el imponente coro que arropó la voz de Júlia Illa, la solista invitada. Voces y orquesta rizaron el rizo en “Dragonborn” de Skyrim: barítonos tribales, impresionantes crescendos rítmicos que casi evocaban el Carmina Burana y un final de voces femeninas sorprendentemente delicado, casi etéreo.
Le siguió “Starfield Medley”: una space opera majestuosa, tanto por la narración visual como por su música optimista, armoniosa y sólo a veces inquietante. El broche final fue el famoso “Sogno di volare”, tema inicial de Civilization VI: voces y metales elegantes, cuerdas y percusión apasionadas, simplemente espectacular.
Concluido el programa, el público estalló en ovaciones pidiendo un bis. Y lo hubo, un tema casi místico de Halo, con algo más: ¡proyección de créditos finales! Por la pantalla desfilaron los nombres de la entidad organizadora Games&Simphonies, la OSV y su director, el Cor Jove Amics de la Unió y su directora Marta Dosaiguas, los responsables de organización y proyección audiovisual (Cristian García Ibáñez, Alberto García Sánchez), arreglos (Vicent Tobar Pastor), créditos de los videojuegos representados, etc.
En resumen: una combinación de arte visual y musical presentada con simpatía, talento y amenidad narrativa. Todo un privilegio..
Crítica realizada por Nieves Gálvez