El Gran Teatre del Liceu de Barcelona ha estrenado la esperada producción con el sello de Katharina Wagner de la ópera Lohengrin de Richard Wagner. Prevista para la temporada 2019/2020 e interrumpida por la pandemia, esta versión que resultó controvertida el día de su estreno, llena de aplausos cada una de las noches en las que se representa.
La ópera Lohengrin, obra maestra de Richard Wagner, transporta al público a un cuento de fantasía que acaba en tragedia. La historia está ambientada en el siglo X, en un momento en que las fronteras del Sacro Imperio Romano Germánico estaban amenazadas por los invasores húngaros.
A orillas del río Escalda, en lo que hoy es Amberes, se reúnen las tropas del rey Heinrich, pero hay un vacío de poder en Brabant, uno de los ducados más importantes. El heredero, Gottfried, ha desaparecido, y el noble Friedrich von Telramund acusa a su hermana mayor, Elsa, de haberlo asesinado. Es una acusación falsa, ya que Telramund anhela controlar el ducado, pero Elsa debe defender su inocencia. Cuando el rey decide que la disputa se resuelva con un duelo, Elsa invoca a un caballero al que solo ha visto en sueños: Lohengrin. De repente, por el río llega una barca tirada por un cisne en la que aparece un hombre envuelto en luz. El guerrero acepta defender a Elsa con una condición: que nunca le pregunte ni su nombre ni su origen. Cuando vence a Telramund, Elsa es nombrada duquesa de Brabant y se casa con el caballero de nombre desconocido. Para recuperar el poder, Ortrud, una bruja malvada y esposa de Telramund, intentará convencer a Elsa de que haga a su amante la pregunta prohibida. Tras muchas intrigas, Elsa decide preguntar a su misterioso esposo por su nombre para poder amarlo plenamente. Al hacerlo, el hechizo se rompe: el caballero revela que es Lohengrin, hijo de Parsifal, caballero del Grial embarcado en una misión para defender a los desfavorecidos. Lohengrin regresa a su lugar de origen, dejando a Elsa sola y destapando la intriga de Ortrud, quien, con su magia negra, había hecho desaparecer al niño Gottfried. Al final, Ortrud y Elsa mueren, revelando que en un mundo perfecto no hay espacio para la maldad ni la duda.
La versión que nos ocupa ha sido creada por Katharina Wagner, bisnieta del compositor y actual directora del Festival de Bayreuth. En ella, Katharina propone una lectura psicológica de la ópera ambientada en un mundo en decadencia. Una mirada hacia la esencia filosófica más profunda de la ópera que no ha sido del agrado de muchos asiduos a la ópera. En ella, Katharina Wagner sitúa este Lohengrin en un entorno natural y público, fuera de una sociedad civilizada y ordenada, y lo despoja de todo componente sobrenatural, alejándose de la idea del cuento de hadas. Un entorno natural e idílico dentro de una fantasmagórica escenografía boscosa con un estanque nos transporta al ambiente frío e invernal del ducado de Brabant (lugar donde transcurre la acción de esta ópera romántica) donde un cisne negro que no deja de contemplar en silencio lo ocurrido presencia toda una historia llena de muerte y mentiras.
Por otro lado, ya en el tercer acto, aunque la historia sigue ambientada en los alrededores de este idílico lago, en escena aparecerán tres grandes cubos suspendidos que ayudarán a simbolizar los tres mundos de Lohengrin, Elsa y Ortrud, condenados a no entenderse. Pocas veces congeniarán y, en ocasiones, sus mundos quedarán completamente alejados. Una escenografía arriesgada pero efectiva firmada por Marc Löhrer que evita por completo el aura fantástica de la opera original pero que consigue acercarnos un poco más a la visión oscura y demacrada que Katharina quiere impregnar en la ópera.
En la parte actoral, la ópera cuenta con algunas de las mejores voces wagnerianas del momento, encabezadas por el tenor alemán Klaus Florian Vogt como Lohengrin y la soprano finlandesa Miina-Liisa Värelä* como Ortrud (excepto los días 19 y el 21 de mayo, en los que el personaje fue interpretado por la mezzosoprano Okka von der Damerau). La soprano Elisabeth Teige encarna el personaje de Elsa von Brabant, mientras que el bajo Günther Groissböck se pone en la piel de Heinrich. Finalmente, los barítonos Olafur Sigurdarson y Roman Trekel competen como Friedrich de Telramund y el heraldo del Rey, respectivamente.
*Si bien es cierto que el papel titular de Ortrud iba a estar en manos de Iréne Theorin, esta declinó interpretarlo en el día del estreno debido a desacuerdos artísticos con la directora de escena de la producción, Katharina Wagner. Tras el estreno, Theorin sufrió una infección en una de las cuerdas vocales la cual hizo que, por prescripción médica, debiera abandonar la producción, dejando en manos de Miina-Liisa Värelä el personaje de Ortrud.
En cuanto al desempeño en función, el tenor alemán Klaus Florian Vogt, nos ofreció un Lohengrin de altura (y así se notó en los enérgicos aplausos finales). Su bello timbre vocal y coloratura ofreció unas cantatas llenas de seguridad y sensibilidad que embelesaron al respetable.
En lo relativo a los papeles femeninos de la ópera, la soprano noruega Elisabeth Teige, una de las grandes especialistas en Wagner de los últimos años, nos ofreció una Elsa von Brabant soñadora y vibrante. Sus colocaciones vocales, vibrato y su interpretación inocente, calaron en el público quien le ofreció grandes vítores en los saludos. Por otro lado, la mezzosoprano Okka von der Damerau nos ofreció una Ortrud dura y anclada a sus ideales. Su oscura y sólida voz dramática hizo las delicias del respetable quien le ofreció la mayor ovación de la noche.
En los papeles masculinos, destacar la interpretación vocal y actoral del bajo austriaco Günther Groissböck como un enérgico rey Heinrich, y el trabajo del barítono islandés Ólafur Sigurdarson como el caballero Friedrich von Telramund.
En la parte musical, destacar la dirección de Josep Pons quien realizó un preciso y atento trabajo de dirección de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Una interpretación bien ajustada y sólida de la partitura Wagneriana.
Aunque la versión de Lohengrin de Katharina Wagner dista mucho de la versión original de su bisabuelo, podemos decir que esta interpretación escénica es aun así interesante. Katharina nos hace dudar de un protagonista que procede de un mundo inexacto con intención de ayudar a Elsa pero que, a su vez, tiene las manos manchadas de sangre inocente. Gracias a las tretas de Ortrud, Elsa descubrirá que Lohengrin es más de lo que dice ser. Una reinterpretación arriesgada que algunos apuntan como una perpetración de la obra original pero que, en definitiva, ofrece una relectura actual más que interesante.
Crítica realizada por Norman Marsà