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11.03.2025 Teatro  
Los cuernos de Don Friolera – Crítica 2025

Los Teatros del Canal de Madrid programan una nueva versión de Los cuernos de Don Friolera, obra escrita por Ramon María del Valle-Inclán en 1925 que forma parte de la trilogía Martes de Carnaval y supone un instrumento para la crítica social en forma de esperpento. Sus personajes se mantienen de actualidad, atrapados entre lo que quisieran hacer y lo que la sociedad espera de ellos.

Ainhoa Amestoy firma esta nueva adaptación, una pieza cargada de poesía y de momentos inolvidables, que supone una crítica feroz a temas tan contemporáneos como los bulos y la violencia machista. Amestoy ha hecho un trabajo sensacional tanto en la adaptación como en la puesta en escena. El expresionismo y el tono grotesco propios de Valle-Inclán están muy presentes en esta obra que atrapa desde la primera escena hasta la última.

Haciendo uso de todo tipo de recursos, esta versión de Los cuernos de Don Friolera nos deleita con un montaje potente y exquisito, donde el texto del dramaturgo español resuena con más fuerza que nunca en el patio de butacas de la Sala Verde. La puesta de escena es una auténtica maravilla de principio a fin, en la que destaca la escenografía -simple y sólida a la vez- a manos de Tomás Muñoz, el espectacular diseño de iluminación de Ion Aníbal López y el espléndido vestuario de Rosa García Andújar; sin olvidarme de la ambientación sonora y de la música a cargo de David Velasco Bartolomé, que juega un papel muy importante en este montaje. Lo cierto es que ver representada Los cuernos de Don Friolera de esta forma tan espectacular supone un bombazo de creatividad y talento; toda una oportunidad de ver un montaje de primer nivel en la cartelera madrileña.

Un texto de esta complejidad, para ser llevado a escena con notoriedad, requiere la elección de excelentes actores y actrices. Y lo cierto es que todos están soberbios y tienen su momento de gloria, pero voy a comenzar con la actuación de Roberto Enríquez que supera el reto con matrícula de honor dando vida a Don Friolera, el protagonista, y a Don Estrafalario. Por cierto, los actores -en un derroche de versatilidad- interpretan a varios personajes y se convierten en ellos para que todo lo que sucede en escena sea real. Nacho Fresneda se mueve como pez en el agua en la que es, sin duda, una de las mejores actuaciones de su carrera dando vida a Don Manolito y Pachequín. Los diálogos entre Enríquez y Fresneda son oro puro, bordando todos y cada uno de los matices de sus respectivos personajes.

Lidia Otón, por su parte, está maravillosa dando vida a Doña Loreta, la mujer del teniente. Su expresión corporal es magnífica en todo momento y en cada uno de sus gestos, cargados de significado y de matices. Ester Bellver demuestra que no hay reto que se le resista y borda un papel bastante complejo y lleno de matices. Completan el reparto Miguel Cubero, Pablo Rivero Madriñán, José Bustos e Iballa Rodríguez, todos están magníficos y dejan bien patente su maestría sobre las tablas de los Teatros del Canal. Hacía mucho tiempo que no veía un reparto de tal magnitud.

Pocas veces en una obra de teatro se puede ver a un grupo de intérpretes tan homogéneo y admirable, en el que todos están a un altísimo nivel. Y esto es lo que ocurre en Los cuernos de Don Friolera, mérito que, por supuesto, también debemos achacar a la directora que le da a cada actor su lugar y hace que todo fluya en armonía. Es evidente la complicidad entre todos los actores y actrices sobre el escenario, siendo este, uno de los mayores aciertos de la obra. No importa que uno tenga más o menos texto que el otro porque todos tienen claro que esto es una historia coral y brillan en conjunto durante las dos horas que tiene de duración.

En definitiva, Los cuernos de Don Friolera es una de las obras imprescindibles de la temporada. Para deleite de los grandes aficionados al teatro.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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