El Maldà de Barcelona presenta Breu visita a la gola del llop, el último espectáculo de Col·lectiu Desasosiego. Una obra de teatro inmersiva donde nuestra presencia permitirá el desarrollo de la escena mientras jugamos unos cartones de bingo. Un viaje inmersivo entre el miedo, la esperanza y el juego.
¿A menudo se siente arrastrado por la monotonía del día a día? ¿Siente que su vida da vueltas sin sentido? ¿Teme abrir los ojos por la mañana por miedo a encontrarse con la misma realidad un día más? ¿Necesita algo de emoción, de adrenalina? Hay quien se refugia en televisión, u otros van al cine y al teatro para escuchar las fantásticas aventuras que viven unos personajes de ficción. Pero hay otros, como ustedes, que son más atrevidos y deciden vivir su propia vida en primera persona. Los más valientes deciden entrar en La Gola del Llop (la garganta del lobo).
Bajo esta premisa, Col·lectiu Desasosiego nos invita a jugar en La Gola del Llop, un salón de bingo custodiado por un grupo de trabajadores que, empujados por la inercia del día a día, olvidan la oscuridad del lugar donde trabajan. Sin embargo, esta noche un acontecimiento extraordinario les conducirá a hacer algo inesperado: detenerse.
De nuevo, Col·lectiu Desasosiego rompe la cuarta pared que tanto separa a los espectadores del teatro para adentrarnos de lleno en una historia (creada por Alex Solsona y Carla Coll) que nos habla de nosotros mismos. Concretamente del sentimiento que no podemos dejar de lado y que tan humanos nos hace: el miedo.
Todos tenemos miedo a algo. Por mucho que intentemos esconderlo, y por mucho que otros juren y perjuren que no lo sienten nunca, este sentimiento es el que nos mantiene vivos, alerta y el que, sobretodo, nos hace disfrutar de la vida. Dudamos, lo sufrimos, lo superamos, nos volvemos más fuertes y seguros de nosotros mismos, hasta que un nuevo miedo surge y nos detiene en seco para iniciar de nuevo la misma escalada. Pero hay un miedo que siempre nos va a acompañar, un miedo casi insuperable: el miedo a la soledad. Un miedo que nos acompaña toda la vida, ya que tanto niños como adultos tememos quedarnos solos.
En Breu visita a la gola del llop, Col·lectiu Desasosiego nos da donde más nos duele. En el lugar exacto de algo que nos es insuperable, y nos lo muestra directamente bajo el ejemplo de una sala de bingo y sus asiduos.
Nosotros, el público, asistimos a jugar al salón de bingo, y nuestra presencia permite el desarrollo de la acción escénica desde el mismo acceso a la sala. Entramos, nos situamos en una de las sillas de las grandes mesas de juego y ya, desde un inicio, nos ofrecen un par de cartones de juego. Poco a poco, mientras el resto del público accede a la sala y toma asiento, visualizamos el tétrico ambiente en el que nos encontramos. Un espacio desangelado y oscuro que, aun ser aparentemente calmado, nos ofrece una sensación de abandono y soledad en el momento que las puertas se cierran tras nuestro. Un espacio melancólico, triste y sombrío que trata de sobrevivir gracias a sus trabajadores que no paran de encontrarse trabas en el camino. Juntos compartiremos varios juegos y la ilusión de conseguir el Bingo, pero esto es solo una máscara que nos oculta el miedo y el desconcierto. Un escenario perfecto, en apariencia lúdico pero lleno de soledad, que ofrece la excusa perfecta para hablar de cómo conviven la pérdida y la esperanza, el miedo y la ilusión, el abismo y la fe.
De nuevo, Col·lectiu Desasosiego da magistralmente en el clavo para, a través de sus experiencias performativas, hacernos sentir el miedo que tanto nos acecha. Mediante esa impostada y extrema alegría que alguno de sus trabajadores nos ofrecen, vislumbraremos dudas y temores que poco a poco irán floreciendo bajo la tenue luz de la sala. No todo es tan perfecto como parece. Poco a poco las cosas cambian y el caos empieza a florecer en el avance de la historia. Esta impostación quedará reflejada desde el primer Bingo y su despegue no tendrá retorno.
El espectáculo cuenta con las cercanas interpretaciones de Alex Solsona, Carla Coll, Àrid Soldevila y Gaspar Corts quienes, como trabajadores de la sala de juego, nos acompañarán en todo momento mientras sus dudas les corroen internamente. Les veremos luchar con sus sentimientos y contra viento y marea para hacer que todo funcione y tengamos una noche divertida de juego. No siempre ocurrirá, puesto que, como personas que son, esa impostada fachada caerá para dejar paso a los sentimientos que tanto esconden.
En la parte técnica, destacar la cuidada escenografía de Camille Latron y el espacio sonoro de Gaspar Corts, que nos hacen entender rápidamente en qué lugar decadente acabamos de caer. Destacar también la perfecta iluminación del espacio escénico y los detalles de caracterización de los empleados que nos dan un extra en sus interpretaciones. Realmente, parecen estar poseídos por una monotonía y soledad extrema que los controla y no los deja escapar. El detalle de los ojos es realmente inquietante y, incluso, la sonrisa forzada para las fotos es extrañamente tétrica e hipnótica. La verdad, me quedé con las ganas de haber conseguido un bingo para obtener una Polaroid con ellos.
Mención especial al video explicativo en pantallas creado por Oriol Puchol que nos acerca aun más a la decadencia caduca del espacio escénico. Un video que no tiene desperdicio alguno y que sería perfecto como teaser del show.
En definitiva, Col·lectiu Desasosiego vuelve a ofrecernos un espectáculo perfecto que nos hace reflexionar sobre el miedo y la soledad de la vida. Porque, aunque realmente nacemos y morimos solos, este es un sentimiento que evitamos. «Todo es diversión hasta que llega la hora del cierre. Luego, todos se van».
Crítica realizada por Norman Marsà