“¿Y la madre qué hizo?” Esta pregunta, casi siempre lanzada como un dardo, evidencia una carga histórica: la sociedad exige a las mujeres que expliquen, justifiquen y soporten lo insoportable. Arrancamiento, obra teatral representada en Teatro del Barrio de Madrid, pone el foco en esa injusticia sistémica y despliega un paisaje brutal y necesario sobre lo que ocurre cuando una madre decide alzar la voz para proteger a sus hijos de la violencia.
Esta pieza de tono ácido pone en el centro a las mujeres que desafían al sistema cuando deciden denunciar lo innombrable: la violencia vicaria, sexual, machista e institucional. Sobre el escenario, las heridas invisibles cobran cuerpo a través de Pamela Palenciano -autora e intérprete del icónico monólogo No todos los golpes duelen-, que narra con una sinceridad brutal esta realidad silenciada.
La actriz y activista traza un retablo vibrante y desgarrador donde cada figura se despliega con fuerza. Ella es madre, hijo, agresor, jueza, sociedad: voces enfrentadas que se cruzan en el laberinto de un sistema judicial que, lejos de proteger, perpetúa el daño. Su entrega es visceral; cada palabra parece arrancársele de las entrañas, dejando en el espectador una sensación compungida, una reflexión brutal y dolorosa sobre un tema que afecta más cerca a y más personas de las que podemos imaginar.
Arrancamiento es una obra cruda y directa, condiciones necesarias para armar un texto justo que sacuda conciencias. Toma textura a través de los datos que aporta: titulares, cifras y testimonios desgarradores que ayudan a entender la gravedad de la situación. Y es que la denuncia parece, muchas veces, como cavar por voluntad propia el camino hacia un auténtico infierno. Palenciano, guiada por una dramaturgia compuesta por Iván Larreynaga y bajo la dirección de Laura Pacas, nos acompaña en este viaje incómodo y necesario, animándonos a mirar a pesar del dolor.
Destaca la composición lumínica, diseñada por Tony Sánchez, pues consigue generar en la reducida sala, numeros espacios y ambientes necesarios para contar esta historia, compuesta por muchos relatos reales que han sido ficcionados para proteger la identidad de las personas que los padecieron. Pasa lo mismo con la escenografía, de un minimalismo con mucha intención poética, que elaboró Blanca Bescós con asesoría de Roberto Baiza.
A lo largo de la obra, se introducen conceptos fundamentales que permiten comprender mejor la psicología de estos los judiciales a los que deben enfrentarse muchas madres tras denunciar el maltrato a sus pequeños. Entre ellos, el controvertido Síndrome de Alienación Parental (SAP), acuñado por Richard Gardner para describir un supuesto odio patológico que los niños desarrollan hacia uno de sus progenitores debido a la manipulación del otro.
Aunque el SAP carece de consenso científico y ha sido rechazado por organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), su presencia en los tribunales españoles sigue siendo preocupante. En muchos casos, se ha utilizado como argumento para justificar decisiones judiciales que legitiman el abuso infantil.
La consecuencia más devastadora es el ‘arrancamiento’, el término que da nombre a esta obra: el despojo legal de un menor a su madre. En definitiva, se trata de un montaje cuidado, delicado en su forma de expresar historias duras, complejas y dolorosas. Consiguen así evitar caer en el morbo y demostrar sin tapujos un gran problema camuflado que asola a una parte de la infancia en nuestro país.
Crítica realizada por Judith Pulido