El Teatre Akadèmia de Barcelona presenta Entre Monstres, la nueva creación de 42 KM. Israel Solà dirige este thriller onírico, con dramaturgia de Manel Moreno, interpretado por David Bagés, Rafa Delacroix, Montse Esteve y Georgina Latre. ¿Es la casa un espacio seguro? ¿Familia significa protección? La historia de un olvido, la historia de alguien, que un día, decidió recordar.
Nos encontramos en un piso en venta que hoy vive en silencio, rodeado por el eco de una ciudad que le mantiene alejado. Un posible comprador es recibido por un carismático vendedor encargado de acompañarle por las distintas estancias que componen el piso. Poco a poco descubriremos que esta visita es un recorrido por los recuerdos de la infancia del comprador. Durante este viaje al pasado, nuestro protagonista (Rafa Delacroix), se reencontrará con aquellas figuras que irán llenando los distintos espacios vacíos que recorre y cuestionando sus recuerdos. Aquel piso, hoy desnudo, fue una vez un hogar. Aquel piso, hoy vacío, un día estuvo lleno y ese comprador un día fue un niño. Un niño que un día alguien decidió hacerle olvidar. Ésta es la historia de un olvido, la historia de alguien, que un día, decidió recordar.
En palabras de la misma compañía, Entre Monstres es una obra que nace a partir de la necesidad de «desmitificar a los abusadores y perpetradores de la violencia sistémica y humanizarlos (que no justificarlos) para que, de humano a humano, podamos nombrar las cosas por su nombre y responsabilizarnos como sociedad». Un espectáculo creado colectivamente a partir de textos e ideas de Rafa Delacroix, Cristina Serrano, Georgina Latre, Diana Gómez y Manel Moreno (42KM). Una reflexión sobre la casa, su significado, y la importancia de nuestra identidad en sus cuatro paredes. Un camino de retroceso a la niñez del protagonista bajo un profundo tono poético con pinceladas lorquianas y beckettianas que nos guía por una situación llena de suspense.
La compañía nos presenta así un profundo viaje emocional de su protagonista. Una historia en la que un joven hace una visita a un piso para comprárselo y su visita se convierte en algo más. Seguramente ya ha visitado otros pisos, pero éste será diferente. Porque durante esta visita, se reencontrará con un varios personajes que forman parte de su recuerdo y de un trauma infantil. Algo desbloqueará su mente y lo olvidado saldrá de nuevo a la luz, evitando las sombras de una pequeña estancia en la que se sentirá atrapado. Allí es donde aparecerán los monstruos. Monstruos que no son más que proyecciones de sus pensamientos y sus miedos. Junto a él, transitaremos por su espacio mental, donde esta serie de personajes del pasado le ayudarán a conectar recuerdos violentos y fragmentados. A ubicar retazos de un pasado que no acaba de comprender, creando un viaje a través de la mente y una lucha entre todas las voces que conforman el pensamiento de un ser humano.
La compañía 42KM. nos presenta un texto potente y duro que en un inicio parece más un divertimento pero que, a poco que avanza, se irá oscureciendo para recordarnos que «aquello que no se dice, cae en el olvido».
Entre Monstres se convierte así en un encuentro entre los fantasmas y los monstruos que conviven dentro de nuestros recuerdos como imágenes deformadas y rotas. Una obra sobre el dolor de una persona, pero con toques de humor y esperanza. Porque si bien el texto trata sobre un paisaje desolador como son los traumas y la violencia en el seno de la familia, los personajes que aparecen y las situaciones poéticas ayudan a explicar lo inexplicable, y ver lo que no deberíamos ver.
La dirección que impregna Israel Solà a este thriller onírico es pausada y necesaria. A diferencia de la primera escena, introductoria y necesaria -y con un ritmo apresurado-, cuya intención es que nuestro personaje principal llegue al lugar donde se sentirá atrapado; el resto de la obra se nos ofrece a caballo de un ritmo lento que nos obliga a pensar para entender qué está ocurriendo en escena. Un ritmo, como decíamos, necesario para ahondar en pensamientos extraños y quebradizos que el mismo personaje no entiende, y que nosotros, junto a él, necesitaremos completar. Como a un puzzle que le faltan piezas y del cual no podemos distinguir una imagen completa.
En la parte interpretativa, destacar el preciso trabajo que realiza Rafa Delacroix como protagonista indiscutible de la historia. Con él, pasamos por estados mentales tan cambiantes como la alegría, la confusión, la ansiedad, la incomprensión, la negación… De una forma onírica y metafórica, experimentaremos sus traumas infantiles. Traumas que alguien le ha hecho olvidar y que hoy, en una habitación oscura, retornan a su mente cual resorte descontrolado. Una interpretación dura y valiente que pone todo sobre la mesa con la intención de cuestionarnos como sociedad al querer esconder y no hablar lo que ocurre dentro del seno familiar.
Junto a Delacroix, David Bagés, Montse Esteve y Georgina Latre nos presentan trabajos actorales magistrales que nos acercan varios personajes oníricos que tienen que ver con la vida de nuestro protagonista y que le ayudarán, aunque él no quiera, a recordar los abusos intra-familiares sufridos en su infancia y que él ha tenido bloqueados. Me gustaría destacar el extraño personaje de ¿la polilla? (la obra no especifica de qué insecto se trata) que Georgina Latre interpreta en un confuso inicio de la historia y que entenderemos al final como una guía hacia la salvación.
En la parte técnica, destacar el espacio escénico minimalista creado por Clàudia Vilà, quien también se encarga del vestuario; el respetado espacio sonoro de David Solans que nos encierra literalmente del mundo exterior para conseguir meternos de lleno en la historia; y la excelente y cuidada iluminación de Sylvia Kuchinow, quien nos mueve a través de la misma y nos hace avanzar entre escenas con un juego de luces cuidado a la mínima expresión. Controlando de forma exhaustiva la temperatura de la luz para sentirnos, en ocasiones, dentro de una película de David Lynch con sus tonos fríos de hospital o, en su defecto, bajo una luz cálida y acogedora al poder ver la salida liberadora del trauma a través de la grieta de una baldosa.
Por último, me gustaría destacar una iniciativa que la compañía ha creado con la intención de ir más allá de la obra. Si bien en escena estas experiencias traumáticas se muestran de forma metafórica y expresionista, la compañía propone un ciclo de coloquios postfunción (moderados por Diana Gómez, actriz y miembro de la compañía 42KM) con mujeres profesionales del mundo de la psicología y la abogacía, que acompañarán a los presentes en este proceso complejo y al mismo tiempo sanador que busca el espectáculo. Durante tres días seleccionados (29 de Enero, 6 y 14 de Febrero) la compañía ahondará más en las situaciones que la obra muestra; creando un espacio seguro donde hablar. Porque seguramente todos hemos escuchado la horrible frase: «lo que ocurre en casa se queda en casa». Y esto no debería ser así. Como ellos mismos dicen: «Aquello que no se dice cae en el olvido».
Crítica realizada por Norman Marsà