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27.01.2025 Críticas  
Yo, travesti – Crítica 2025

Roberto G. Alonso y Jordi Cornudella presentan Yo, travesti; un homenaje a la cultura y a las grandes figuras del transformismo y la cultura travesti, con dramaturgia y dirección de Josep Maria Miró, que puede disfrutarse en la programación Off de La Villarroel de Barcelona.

Yo, travesti es una alterficción sobre el travestismo que reivindica el arte y cultura travesti y la figura de transformistas e imitadores de estrellas con una larga tradición en nuestro país a lo largo de todo el siglo XX y hasta nuestros días. Roberto G. Alonso, como heredera de las lentejuelas, los tacones de aguja y las plumas de más de cien años de historia en nuestros escenarios; aparece acompañada de Jazmine Verdaguer, heredera nostrada y alter ego del músico Jordi Cornudella para presentarnos un espectáculo que combina teatro, música y danza con la convicción de homenajear al arte del transformismo y algunas de las más célebres travestis de nuestra cultura y escenarios.

El autor del texto y director de la obra, Josep Maria Miró, como si de un acto de transformismo dramatúrgico se tratara, escribe una autoficción a partir de la biografía de su protagonista principal, Roberto G. Alonso, que nos permitirá acercarnos a nombres líderes y transgresores como Mirko, Derkas, Leopoldo Fregoli, Edmond de Bries, Asensio Vidal, Pirondello, Ocaña, Violeta Burra, Carmen de Mairena o Ángel Pavlovski, entre otros, y nos situará en espacios míticos como Wuli-Chang, Criolla, Edén Concert, Cúpula Venus o la bodega Bohemia.

En sí, Yo, travesti es un espectáculo que pretende poner de relieve cómo todas y cada una de las figuras dentro del movimiento travesti han contribuido a que las nuevas generaciones puedan visualizarse en los escenarios. Esas divas carismáticas que parece que tenemos olvidadas, han luchado con tacones y uñas de silicona en una guerra contra la incomprensión y el fascismo pronunciado para dejarse la piel en ser vistas y reconocidas. Porque chica, sin ellas, lo que vivimos ahora, no sería posible.

Como bien se explica en esta alterficción tan atractiva y dulce a la par que reivindicativa (en la que en ocasiones no podemos esconder la lágrima al ver lo duro que ha sido tirar adelante esta expresión cultural de divertimento y vida que NO hace daño a nadie), y en palabras de su director: «El movimiento queer y la cultura drag se han podido visualizar y reafirmar -convirtiéndose incluso en mainstream- porque antes hubo una serie de personas que, con su manera de vivir y ver el espectáculo, les abrieron camino. A menudo éstos no tenían una militancia concreta pero se encontraron haciendo política con su forma de ser y expresarse, por la época que les tocó vivir, reivindicando su identidad ante el mundo.”

Ahora, en una sociedad que cada vez es más yoísta y superficial, parece que se nos ha olvidado que estamos donde estamos porque otras personas han conseguido, luchando y aferrándose a su vida, algo que para otras es natural y normal. Si ahora podemos ver travestis en bares, en programas televisivos de alta audiencia o en series y, sobretodo, podemos conocer, informarnos e investigar extensamente sobre la cultura queer que ha marcado paso a paso con su lucha la abolición de la negación de la libertad para el colectivo; es porque gente como Ocaña, Carmen de Mairena o Pavlovski han puesto sus dos mejillas para luchar por los derechos que en su época les fueron negados.

En la parte actoral, Roberto G. Alonso y Jordi Cornudella nos presentan unos personajes llenos de vida y de ilusiones que, aunque algunos hayan querido pisar y/o callar a golpes, siempre volverán con la frente más alta que sus tacones para reivindicar un estilo de vida legítimo y valiente. Historias personales mezcladas con la ficción que nos dejan claro que aun falta mucho por aprender y conquistar.

En la parte técnica, destacar la dirección musical del mismo Cornudella quien, como persona orquesta, toca el clarinete, el piano y todo lo necesario para dar un ritmo candente a una historia llena de vida.
Por su parte, la escenografía de Albert Pascual y la iluminación de Ganecha Gil nos acercan aun más a ese cabaret clandestino de los 70’s donde las travestis iban a entretener a su fiel público, aun temiendo por su vida. Por último, destacar el vestuario creado por Albert Pascual y Víctor Guerrero que mezcla el cabaret antiguo con las nuevas lentejuelas que pudimos disfrutar tras la persecución de la época franquista.

En definitiva, Jo, travesti es una obra que habla de lentejuelas y de plumas, de canciones demasiado necesarias para ser desoídas y de una memoria demasiado importante para ser borrada. Un gran homenaje a todos esos artistas que con sus actos abrieron muchas puertas hacia la libertad. Una lección de historia queer que todos deberíamos disfrutar. Seas o no del colectivo, siempre puedes ser un aliado entendido.

Crítica realizada por Norman Marsà

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