Un océano físico y temporal ha separado a dos hermanos que se reúnen tras la muerte de su padre. Este es el planteamiento sobre el que la dramaturga Paula Guida construye una conversación emotiva y catártica en Instrucciones para cuidar las margaritas, presentado en la Sala AZarte de Madrid.
Paula Guida tiene una habilidad exquisita para retratar las heridas de sus personajes con sensibilidad y agudeza. Lo hizo magistralmente en Garbage y repite nuevamente ahora con esta Instrucciones para cuidar las margaritas. Guida explora con gran intuición los ritmos escénicos y la forma de conectar con el espectador despertando su ternura. Emociona y libera la emoción con muy sutiles alivios cómicos que nos permiten oxigenar esa lágrima acechante con una sonrisa espontánea. El resultado cristaliza en historias que rezuman verdad, que se duelen y respiran, y en las que siempre existe un hueco de esperanza y redención.
En esta ocasión la autora pone su mirada al servicio de un tema inabarcable, la familia. Ese orden humano imperfecto pero imprescindible, que hace infeliz a cada uno por sus propios motivos, parafraseando a Tolstoi. En este caso la trama crece a partir de la relación de dos hermanos, Laura y Guille, que, tras veinticinco años separados, se reencuentran para leer juntos las últimas voluntades de su padre recién fallecido. Nos encontramos con dos seres humanos lastrados por herencias y cicatrices impuestas por sus padres, pero que se descubren, se recuerdan y se redimen en un liberador viaje emocional. Es una historia íntima, pequeña y cargada de una verdad muy reconocible que nos hace empatizar inevitablemente con sus protagonistas interpretados por la propia Paula Guida y Lucas Tavarozzi.
Guida pone la emoción y el quebranto en un personaje tierno, visiblemente frágil tras su armadura, que emociona en su lucha interna, glosada por la voz en off, socarrona y divertida, del maestro Miguel Rellán. Tavarozzi, por su parte, tiene la difícil tarea de mantener el equilibrio para que este drama formal fluya como dramedia, despertando en nosotros una sonrisa abierta. Su trabajo es orgánico y natural, dando alas a un personaje que facilita la conversación, libera la tensión, y abre las ventanas por las que se cuela la vía del entendimiento y la complicidad.
Chema Coloma dirige un montaje en el que el trabajo de actores es esqueleto primordial, y lo hace marcando bien el ritmo para mantener el exquisito balance entre la emoción, que nos interpela sin miramientos, y la comedia. Con una escenografía mínima, apenas un soporte para facilitar el movimiento de los actores, centra su atención en la interpretación con un resultado sobresaliente.
Instrucciones para cuidar las margaritas es un tesoro escondido en las salas off. Una historia elegante que nos habla de familias rotas y reencuentros, para demostrarnos que el amor es capaz de lanzar puentes que unen continentes y relaciones perdidas. Un dardo afilado que nos atraviesa y nos hace reflexionar sobre la importancia de los hermanos y el derecho a perdonarnos. No se me ocurre un plan mejor que explorar con Paula Guida y Lucas Tavarozzi esa medida exacta que requiere el cuidado de las margaritas.
Crítica realizada por Diana Rivera