Nit de Sant Joan, El temps de Planck, The last five years, If/Then, Back to the future… Varios musicales han jugado y enredado con el tiempo, y ahora llega al Teatre Coliseum de Barcelona la primera producción de habla no inglesa de El dia de la marmota de Danny Rubin y Tim Minchin, a partir de la película Atrapado en el tiempo. ¡Bienvenidos a Punxsutawney!
Como probablemente sepáis, Atrapado en el tiempo es la historia de un arrogante hombre del tiempo que es enviado a una localidad rural de Pensilvania a cubrir un pequeño acto: los vecinos se reunen alrededor de una marmota y, si el 2 de febrero se despierta y ve su sombra, es decir, es un día soleado, el invierno durará seis semanas más, pero si es un día nublado y no la ve, la primavera se adelantará. Tanto la marmota como el meteorólogo se llaman Phil. El problema vendrá cuando el Phil-humano descubra que cada día cuando se despierta vuelve a ser 2 de febrero sin importar lo que haga o cuántas cosas cambie.
El musical sigue al pie de la letra este argumento, ampliándolo en algunos segmentos pero respetando buena parte de sus diálogos.. No en vano el libreto corre a cargo del autor de la historia original y coguionista de la película, Danny Rubin. Sin embargo, es en las canciones donde tiene su punto fuerte: Stephen Sondheim iba a escribir este musical pero abandonó la idea porque opinaba que era intentar reinventar la rueda ante una historia que ya era perfecta. La solución de Tim Minchin ha sido crear unos números musicales que expanden la trama emocional en lugar de limitarse a repetirla. Nos permiten conocer las inquetudes de los personajes en profundidad, todos ellos atrapados en el tiempo o por el tiempo a su manera, algunos por actos del pasado, otros por una ausencia de futuro o por sus circunstancias personales. Y no solo los protagonistas, dos de las mejores canciones se reservan para el segundo acto, los números de Nancy (Clàudia Bravo) y Jeff (Oriol Burés), alivio romántico y cómico en otras circunstancias, pero que guardan emotivas reflexiones personales. Lo que en la película queda sugerido, aquí se explora, y a fondo, los deseos de Rita, la angustia de Phil, el sentimiento de la comunidad…
Más allá de la peripecia del protagonista y su viaje personal hacia los infiernos y de vuelta, el musical es un canto a la paciencia, como reza el número inicial, y a los pequeños actos que crean una comunidad en la que vale la pena vivir, incluso si cada día fuera igual que el anterior. En El dia de la marmota conviven el hedonismo altruista y el nihilismo, el humor blanco y el negro, incluyendo la canción más siniestra sobre la esperanza… Minchin trabaja repitiendo motivos musicales, grupos de notas que nos hacen compartir una y otra vez la sensación del protagonista de estar en un ciclo sin fin que lo envuelve todo.
Enric Cambray (en lo interpretativo) y Manu Guix (en lo musical), con Myriam Benedited en la coreografía, conducen una adaptación de El dia de la marmota maravillosa y dulce, en algunos aspectos con una producción mejor aún que la del West End, y con una encomiable traducción de David Pintó que se permite un par de guiños locales y que fluye muy bien en las canciones.
Destacan una maravillosa Diana Roig en el papel de la ayudante de producción Rita, espléndida durante toda la obra, interpretativa y vocalmente, con un muy buen Phil Connors protagonista encarnado por Roc Bernardí, que no intenta imitar a Bill Murray más que en los más sutiles homenajes y crea su propia versión del abofeteable meteorólogo. El abundante reparto, eminentemente joven, se reduce un poco respecto a las producciones de Londres y Nueva York, multiplicando a varios actores en papeles secundarios (como Julia Bonjoch, Oriol Burés o Ernest Fuster), pero el truco funciona, a golpe de cambios de vestuario (original y reconocible, de Marc Udina) casi fregolistas, como casi todos los otros trucos mágicos de la función, los inteligentes decorados de Enric Planas y las macro proyecciones de Søren Christensen y Tatiana Halbach. Visualmente es un espectáculo con alma.
El dia de la marmota es una gran producción de teatro musical en catalán que puede competir con la cara bien alta con sus equivalentes internacionales, con música en directo, como debe ser, interpretada con mucha solvencia por la banda de Manu Guix. Dramáticamente solvente, musicalmente interesante y emocionalmente potente, con un concepto de inicio a prueba de balas y una traslación a las tablas impecable y creativa, resulta imposible no acabar enamorándose de Punxsutawney y todos sus habitantes. E incluso quizás incluso de Phil. Un poquito…
Crítica realizada por Marcos Muñoz