Andrea Jiménez triunfa en la cartelera teatral madrileña con Casting Lear, su primera propuesta en solitario. La obra se represente en el Teatro de la Abadía de Madrid, para reflexionar sobre la paternidad, el amor y también el perdón. Un espectáculo que se mueve entre la ficción y la realidad y que cuenta con un actor distinto en cada función.
En Casting Lear, Andrea juega con la confluencia entre la fantasía y la verdad, teatro y performance en esta original adaptación de Rey Lear de William Shakespeare, en la que dirige en directo a un actor distinto cada tarde en el rol de Lear. Tiene lugar un espacio de encuentro con toda una generación de actores para reflexionar sobre la relación paternal entre Lear y su hija, Cordelia, comparándola con la de Jiménez y su padre. De esta forma, se establece una conexión directa con los espectadores y espectadoras, donde se ve la intensidad y profundidad de una confesión personal de alto impacto. Pero la directora no está sola en este proyecto, comparte la dramaturgia con Olga Iglesias y la dirección con Úrsula Martínez. Un trabajo que cuida hasta el más mínimo detalle.
La estructura del clásico de Shakespeare sirve a la perfección para adentrarnos en el conflicto personal de la autora del texto, pero también nos invita a reflexionar sobre el hecho de que la parentalidad es mucho más que algo biológico. Así, mientras se van representando escenas de Rey Lear, se crea de manera simultánea Casting Lear, la autora del texto revive las secuencias de su vida similares a las de Cordelia, ambas enfrentadas a un padre autoritario, déspota, narcisista y ausente. Y así, tienen lugar sobre las tablas del Teatro de la Abadía, escenas de introspección, de humor y de tristeza, de cercanía y de distancia… La vida es puro teatro.
Juan Paños, es el hombre que susurra las palabras a cada intérprete que cada tarde irrumpe para ser padre y ser Lear, para ser antagonista y ser figura con quien Andrea Jiménez, como hija y como actriz, nos demuestra todo lo que puede dar de sí la autoficción. En cada sesión tiene lugar una improvisación dirigida en la que Paños dicta como intérprete apuntador las palabras elegidas del clásico shakespeariano a un actor invitado (en una única función que no volverá a repetirse) que, sin conocer lo que va a producirse en escena, debe interpretar no sólo al rey Lear sino al propio padre de Jiménez. Un juego teatral soberbio.
En la función del sábado 28 de diciembre, los espectadores y espectadores tuvimos la suerte de contar con Pedro Mari Sánchez como protagonista de una improvisada interpretación que resulta cautivadora desde un primer momento. La catarsis que tienen lugar en el escenario no afecta únicamente a la autora e interprete fija de Casting Lear y al público, sino también al actor invitado que afronta y acepta el reto de entregarse completamente y a ciegas, a todo lo que le piden hacer; lo que debe suponer también para él una experiencia personal única. Magnífica entrega de Pedro Mari que nos dejó boquiabiertos con su asombrosa naturalidad. Lo que él hace está al alcance de muy pocos actores y resulta una verdadera lección interpretativa llena de pasión y talento.
Un talento que Andrea Jiménez también despide por los cuatro costados. Su actuación está llena de sensibilidad, consistencia y mucha verdad. Todo lo que ella realiza sobre el escenario se transmite de manera íntegra al patio de butacas. Excelente trabajo también el de Juan Paños que se desenvuelve con mucha soltura en la difícil tarea de apuntador, alternada con la de diferentes personajes necesarios para que tenga lugar la trama.
Judit Colomer en el trabajo de escenografía e iluminación junto a Lucas Ariel Vallejos en el espacio sonoro componen un conjunto perfecto, un escenario prácticamente desnudo y una cuidada iluminación que nos dirigen en esta propuesta única e irrepetible que perdurará en la memoria.
En definitiva, uno de los montajes mas originales y emocionantes que he visto en lo que va de temporada. Un alegato en palabras mayúsculas en favor del teatro.
Crítica realizada por Patricia Moreno