“No ganará quien cuente la verdad, sino quien sea capaz de contar la mejor historia”. Esta frase condensa la esencia dramática de Testigo de cargo, una de las obras más emblemáticas de Agatha Christie, que se presenta en esta ocasión bajo la dirección de Fernando Bernués y la adaptación al texto teatral de Roberto Santiago en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.
¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? La trama de Testigo de cargo gira en torno a estas míticas preguntas que envuelven las historias de la conocida dama del crimen. Lo importante no es solo resolver el enigma, sino explorar las sombras de la naturaleza humana. Su narrativa, que se construye mediante gestos sutiles, insinuaciones veladas y secretos cuidadosamente guardados, atrapa al espectador en un juego psicológico que va más allá del simple asesinato.
En esta obra, considerada el primer thriller judicial de la historia, seguimos el caso de Leonard Vole, acusado de asesinar a una anciana adinerada con la que había desarrollado una extraña amistad. En su defensa se encuentra Sir Wilfrid Roberts, abogado experimentado con especial devoción por los casos aparentemente imposibles.
Mientras el juicio avanza, se desvelarán las capas de una historia donde nada es lo que parece. Sin embargo, más allá de la intriga criminal, la obra lo que realmente plantea es un profundo análisis sobre la condición humana. “Me cuesta pensar que alguien sea capaz de asesinar”, confiesa con abrumada inocencia el mayordomo del letrado, marcando así su comentario un punto de inflexión en la narrativa que obliga a los espectadores a cuestionarse cuáles son los límites morales del ser humano, si existe realmente la crueldad.
Para reforzar la coyuntura, Bernués, que además de dirigir firma también el diseño del espacio escénico, utiliza un recurso visual singular: una gran tela blanca que envuelve el escenario, como si de la página de un libro se tratase. Este minimalismo escenográfico, en el que los elementos de atrezzo son reducidos al mínimo necesario, se enriquece también mediante la textura sonora que le aporta la música compuesta por Orestes Gas.
El elenco realiza un trabajo destacable, liderado por Fernando Guillén Cuervo, quien aporta una fuerte presencia escénica como el abogado defensor. Lo acompañan con solidez Adolfo Fernández, Markos Marín, María Zabala, Bruno Ciordia, Isabelle Stoffel, Borja Maestre y Nerea Mazo, todos bien integrados en esta atmósfera cargada de tensiones y confusión.
Si bien la obra avanza con ritmo y precisión en sus dos primeros actos, el desenlace resulta algo abrupto. Las revelaciones finales, aunque impactantes, se suceden con rapidez, dejando poco margen para explorar las complejas emociones e intenciones de los personajes. A pesar de todo, esta adaptación teatral, producida por Octubre Producciones, logra finalmente su objetivo: capturar la esencia del texto original y rendir homenaje a Christie.
Con una elegante sobriedad escénica, una interpretación correcta y un enfoque bien adaptado a los tiempos, Testigo de cargo ofrece una experiencia teatral que trasciende el mero entretenimiento e invita al público a reflexionar sobre las vicisitudes que envuelven la antropología humana.
Crítica realizada por Judith Pulido