En 2013, Daniel Anglès celebró su mayoría de edad escénica con un recital en el Auditori de Barcelona titulado Lluny de Broadway. Ahora conmemora tres décadas de profesión teatral con el concierto 30 anys lluny de Broadway que ha podido verse en Teatre Municipal de Girona, el Teatre Condal de Barcelona y, el próximo 10 de enero, en el Kursaal de Manresa.
Hemos asistido al concierto de Barcelona. Más allá de la similitud entre dos recitales para poder compartir el placer de cantar (musicales y otras piezas) aprovechando una efeméride personal, la referencia en el título a aquel concierto de 2013 no es casual: si allí para encarar la segunda parte del concierto Daniel Anglès se investía de la peluca, la caracterización (made in Jennifer Sánchez) y los modos de la Hedwig de John Cameron Mitchell, que él ha interpretado en varias ocasiones, aquí lo hacía para abrir el espectáculo. Una máscara y una personalidad, las de Hedwig, con las que Anglès se permite la alteridad de ser otro, para cantar y decir lo que las convenciones y la timidez podrían evitar, y que en esencia es el juego teatral. Como canta Sabina, «colarse en el traje y la piel de todos los hombres» (y mujeres) «que nunca seré». O solo por un rato. En esencia, para ser más él mismo de maneras que solo emergen desde la osadía de actuar. Abrieron por tanto el espectáculo, tras la obertura jazz de la banda dirigida por el pianista, arreglista y director musical Sergi Cuenca, «Wig in a Box» y «The Origin of love» del musical Hedwig and the angry inch.
En la tercera parte de aquel concierto de 2013, Daniel Anglès anunciaba un nuevo proyecto de futuro: el disco Punto de Rocío de versiones de Rocío Jurado que acabó presentando en 2016. Con su compañero en aquella aventura, Marc Sambola, nos ofreció aquí «Como una ola». Durante la noche subirían también al escenario para acompañarle en momentos puntuales Sharonne (con quien interpretó una versión en catalán del «For Good» de Wicked), su marido el actor Víctor Arbelo (emotivo retorno a Rent con «What you own») y la gran Mariona Castillo, con quien le une, entre muchas cosas, su pasión por Mecano (cantaron «Me cuesta tanto olvidarte»), además del debut profesional de un ensemble de bailarines (Iris Cabré, Jan Català, Lluc Escribano y Laura Tanyà) y los coros de dos estrellas del programa de TV3 Eufòria, al que ha pertenecido Anglès: Neizan Martín y Carla Miralda. Ellos tuvieron incluso su momento de gloria personal entre la primera y segunda parte, destacando Miralda con su emblemático «Don’t Rain on my Parade».
No sería la única mención a Barbra Streisand («si creo en algo, creo en ella», dijo Anglés por boca de Hedwig): también cantó su mashup de «Carefully taught» de South Pacific y «Children will listen» de Into the Woods. Como medleys reunió también fragmentos de varios de sus primeros trabajos, el «Memory» de Cats que cantó en el instituto, el «Why God Why» de Miss Saigon que entonaba en Tu, jo, ell, ella… i Webber… i Schonberg, «La noia del retrat» de El somni de Mozart, el «On ets» de Desert Blanc… Repasó deseos cumplidos, como cantar en una banda sonora de Disney (la versión catalana de El jorobado de Notre-Dame, de la que ofreció «Fora») y los que ha cumplido ayudando a otros (la «Cançó d’Osman» de Mar i Cel). Otro Notre-Dame, el musical de Ricardo Cocciante y Luc Plamondon donde Anglès fue Gringoire en 2001, fue representado por «Luna» y «La era de las catedrales», peticiones de los fans.
Elegir «mejores momentos» es complejo: alguien que llegue de Saturno y conozca ahora a Anglès disfrutaría sin dudas de todo el concierto, pero para los que hemos seguido su carrera desde el principio, cada sorpresa, cada guiño, cada comentario y nuevo giro o viejo conocido es un nuevo gran momento. Pero incluso en un concierto de una calidad musical (Sergi Cuenca, Blanca Coll, Cristina Membrive, Toni Mena, Lluis Ribalta y Joan Sala) y vocal uniformemente estupendas, con un juego de luces digno de Broadway (ole, Xavi Costas), las emociones cargadas desbordaron en varios puntos: ese «Com si mai no haguèssim dit adeu» de Sunset Boulevard que le ha acompañado desde el principio su carrera y que cada vez le une más al público, temas de sus proyectos como actor (de Els últims 5 anys) y director (de Bare – Per sobre de totes les coses o la actual El fil invisible), o las apoteosis de «L’àliga negra» y «La clau del foc/Amor particular». QUién nos iba a decir que Sisa y Lluis Llach casarían tan bien…
Entre anécdotas, sensaciones personales y conexiones con el público, Daniel Anglés lo volvió a hacer: emocionarnos sin miedo, transmitirnos su carisma, su amor por la música y la interpretación y encandilarnos con su magnífica técnica vocal, en una magnífica madurez artística, sin perder sus esencias. Ojalá se prodigara más en los escenarios delante del público. Pero si a cambio tenemos tamaños recitales como este, tampoco nos quejaremos…
Crítica realizada por Marcos Muñoz