El director Andrés Lima lleva a la tablas del Teatro Valle-Inclán de Madrid la Guerra Civil española. 1936, una de las obras más destacables de la temporada teatral actual, se divide en tres actos, o partes, durante más de cuatro horas que suponen todo un despliegue de medios, esfuerzo y talento.
Para lograr reconstruir aquellos acontecimientos, más allá de leyendas y narraciones subjetivas, atendiendo al origen y consecuencias del conflicto, Andrés Lima y Albert Boronat amplían el foco de atención sobre aquel turbulento periodo de la historia de España y realizan una representación en tres actos o partes, independientes pero fuertemente conectadas. En la primera, las más documental, nos muestra la crudeza más desconocida de una época que sigue latente. En la segunda, se muestran verdades de una cotidianidad incómoda de todas esas personas que la sufrieron, que vieron sus vidas completamente expuestas a los continuos bombardeos y sus cuerpos afectados por la escasez; las experiencias colectivas e individuales suponen un elemento esencial para comprender todos esos años en sí mismos. En la tercera es cuando la obra se impregna de una intensidad emocional mayor, formando una unión entre presente y pasado; porque todas las guerras dejan cicatrices duraderas y sus consecuencias pueden marcar la historia de varias generaciones posteriores.
El espacio escénico, con el público a los cuatro lados, se convierte en un tablero de guerra donde se atraviesa cronológicamente la contienda a través del texto de Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga. 1936 elimina la tradicional platea e invita a los espectadores y espectadoras a experimentar una experiencia cercana y única con un original escenario, unos cuantos elementos multiusos y una constante proyección de imágenes de la época en dos grandes telones. No era tarea sencilla pero logran crear una puesta en escena impactante y emocional; desde el uso de la iluminación -a cargo de Pedro Yagüe– y la composición musical -a manos de Jaume Manresa– para resaltar los momentos más importantes de la obra, hasta la escenografía de Beatriz San Juan que ayuda al público a involucrarse de principio a fin. Fabuloso trabajo que combina creatividad, precisión y una exquisita atención a todos y cada uno de los detalles.
En el apartado interpretativo, son varios actores y actrices los que se meten en la piel de los protagonistas de 1936 en un sólido elenco en el que todos brillan con luz propia. Blanca Portillo, Guillermo Toledo, Antonio Durán “Morris”, Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Juan Vinuesa superan el reto de interpretan a varios personajes deleitando al publico con memorables actuaciones llenas de consistencia, sensibilidad y, sobre todo, mucha verdad. Todo lo que sucede sobre las tablas de este teatro perteneciente al Centro Dramático Nacional es cierto y eso se transmite a un público completamente entregado desde sus butacas. Vaya para todos ellos una inmensa ovación. Elenco que se complementa a la perfección con la frescura y el dinamismo de los integrantes del Coro de Jóvenes de Madrid, quienes tan pronto entonan a capella canciones de la época representada, como se metamorfosean en secundarios necesarios para la representación. Nadie mejor que todos y cada uno de los elegidos para formar parte del reparto de este espectáculo.
La obra cuenta con un final que, sin destripar absolutamente nada que no conozcamos ya, realza la memoria como la única vía posible para construir una democracia sana capaz recordar su pasado para, desde lo colectivo, reparar y reconocer la dignidad de las víctimas de la Guerra y de la dictadura. Qué grandiosa ovación cargada de historia y emoción.
En definitiva, 1936 es una de esas joyas que se encuentran, de vez en cuando, en la cartelera madrileña y que nadie debería perderse. Un espectáculo para no dejarlo pasar, dirigido a cualquier espectador y aficionado del teatro, pero también para las generaciones jóvenes que no han tenido la información sobre la reciente historia de nuestro país. Es hora de reflexionar sobre la necesidad de conocer el pasado para hacer justicia, reparar y construir un futuro donde nada de esto se repita.
Crítica realizada por Patricia Moreno