La joven compañía La joie de la colina presenta su tercera producción en la sala Lola Membrives del Teatro Lara de Madrid. En esta ocasión y a diferencia de sus anteriores proyectos marcados por la temática social y un delicado tono intimista, El Lapso se adentra en el suspense más sobrenatural y el terror psicológico.
Javier y María son una pareja de escritores de éxito que abandonan la urbe y se retiran a un bucólico rincón en Asturias. Estamos en los años noventa. Las comunicaciones solo son posibles mediante un teléfono con un cable unido a la pared y no hay redes sociales que nos faciliten la vida proporcionándonos el alivio de la información al minuto. En ese entorno ambos protagonistas llevan una vida idílica de rutina amable hasta que lo inexplicable irrumpe en sus vidas. Un sonido atronador paraliza la noche, le sigue un destello, tras él, oscuridad y por último el absurdo. Javier desaparece sin rastro, sin explicación.
María, ayudada por el Guardia Civil local, se embarcará en una búsqueda imposible. Pero nada es fácil, el tiempo pasa sin que logren avances y la fe religiosa de María no puede justificar los extraños fenómenos que comienzan a sucederse tras la desaparición de Javier.
Julio Viñuela Gavela firma este libreto que plantea muchas preguntas y ofrece pocas respuestas en un final inquietante, que deja la conclusión final en manos del espectador. Diego Da Costa dirige asumiendo la titánica tarea de crear la atmósfera que una historia de fantasía demanda. El resultado es notable. Se apoya en transiciones marcadas por proyecciones de creación propia, y fija un ritmo que apuntala bien el clima de inquietud que tiñe toda la pieza. El trabajo de Laura Mayo resulta ser un cómplice perfecto para este fin. Mayo soporta el peso de la obra y equilibra bien el estupor, el terror y la angustia de su personaje, sin que lo límite de su situación la arrastre al exceso. A su lado Chema Coloma, como el desaparecido Javier, se enfrenta a un arco argumental que trabajo con acierto. Alfonso Muñoz , al que vimos también en El Barrio, interpreta el personaje secundario de Matías, el Guardia Civil que asiste a María en la búsqueda, con un trabajo que demuestra una vez más naturalidad y verosimilitud. Completa el elenco Pablo Blanco en un personaje del que no puedo dar detalles sin riesgo de desvelar la trama, por lo que me limitaré a decir que recibe el encargo y lo ejecuta con fría, despersonalizada y exacta precisión.
Diego Da Costa propone también un buen espectáculo visual con un espacio sencillo de pocos elementos, poco más de una mesa y un par de sillas, sobre los que despliega de forma efectista los extraños fenómenos que participan en la historia. El diseño de luces de José Carlos González, así como el sugerente, y a veces perturbador e incómodo espacio sonoro, de Julio Viñuela Gavela, cierran la atmósfera que se convierte en protagonista imprescindible.
El lapso es un montaje hipnótico que aborda un género poco habitual en el teatro. Una historia que nos hace recordar un episodio de aquella serie mítica En los límites de la realidad y, como en aquellos episodios, nos inquieta sin ofrecernos una respuesta clara. Plantea la incógnita y deja en nuestra imaginación completar los espacios en blanco.
Crítica realizada por Diana Rivera
