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25.11.2024 Críticas  
Nada – Crítica 2024

El Centro Dramático Nacional asume una apuesta arriesgada en su última producción con la primera adaptación teatral de la novela Nada de Carmen Laforet. Sin perder el pulso narrativo de la obra original, Joan Yago propone una dramaturgia que Beatriz Jaén dirige con resultado sobresaliente en el Teatro María Guerrero de Madrid.

Hace ochenta años los Premios Nadal inauguraban su trayectoria otorgando a una jovencísima Carmen Laforet el galardón por Nada. La novela es un grito generacional de búsqueda y reivindicación muy contextualizado en un momento histórico, pero sus ecos siguen vigentes y representativos de cualquier época.

Su protagonista, Andrea, se traslada a Barcelona recién terminada la Guerra Civil para estudiar Letras. Es huérfana y será su familia materna quien la acoja. Sin embargo su llegada al viejo piso de la calle Aribau ensombrece su ilusión de iniciar una nueva vida. La familia constituye un sórdido microcosmos en el que la tensión, avivada por la pobreza, y la violencia física y psicológica, impera. No obstante, la vida universitaria y las relaciones que desarrolla en ese entorno, sobre todo con Ena, una joven brillante e independiente de clase alta, ofrecen una experiencia luminosa y de crecimiento personal para Andrea. La convivencia de los dos mundos confluye en una suerte de diálogo que también sirve de vehículo para denunciar o señalar los pecados de la sociedad del momento, algunos de ellos todavía vigentes: el hambre de la posguerra, la violencia machista y el machismo en general, los estrictos límites que la religión imponía a las mujeres, o la inanidad de una burguesía decadente.

Nada es una novela escrita en primera persona, muy ligada al desarrollo emocional de su protagonista que tiene aparentemente una difícil traslación teatral. O bien se pierde el poder de la narración, o bien se sacrifica ésta en favor de la acción y el diálogo. La solución a priori parece dicotómica, pero Joan Yago se adentra en una tercera vía arriesgada pero efectiva al mezclar ambas posibilidades en la adaptación. Así, las poderosas descripciones de Laforet, de especial poder descriptivo e imprescindibles para adentrarnos en el desarrollo psicológico de sus personajes, se introducen en la dramaturgia a través de la propia Andrea, quien interviene como narradora. La propuesta mantiene vivos los diálogos, y permite condensar la novela en un montaje de tres horas sin merma literaria. No obstante, aunque la solución es quizá la más respetuosa con la obra original, lastra en determinados momentos el ritmo dramático.

Beatriz Jaén dirige el montaje aprovechando con gran fuerza plástica las posibilidades que una producción del Centro Dramático Nacional proporciona. La puesta en escena es brillante. Para empezar por la soberbia interpretación de Júlia Roch, omnipresente en escena, que recorre los caminos psicológicos e intelectuales de Andrea con emotividad y mantiene el pulso en sus numerosas intervenciones como narradora. El trabajo del resto del elenco compuesto por Carmen Barrantes, Jordan Blasco, Pau Escobar, Laura Ferrer, Manuel Minaya, Amparo Pamplona, Julia Rubio, Andrea Soto y Peter Vives, es igualmente sobresaliente tanto en su aspecto coral como individual, con momentos destacables en cada uno de ellos.

La escenografía es vibrante. Pablo Menor Palomo compone un espacio en dos alturas en el que convive la oscuridad decadente del entorno familiar con la luminosidad prometedora del mundo exterior. Una escenografía que aprovecha también la altura de la caja escénica del María Guerrero en una escena que transmite con viveza el ambiente oscuro, opresivo y sórdido de una Barcelona nocturna. Sin duda el espacio es protagonista colosal del montaje, algo que por otro lado suma en una historia en la que el desarrollo de la protagonista se ve profundamente condicionada por su entorno físico. El diseño de luces de Enrique Chueca, contribuye notablemente en este resultado con una iluminación dramática y profundamente descriptiva, como lo es también la música y el espacio sonoro firmado por Luis Miguel Cobo.

En definitiva, Joan Yago y Beatriz Jaén nos ofrecen un trabajo que honra la obra original con excelente factura teatral.Nada es un montaje valiente e inteligente que resuelve con sobresaliente resultado la adaptación de una novela que también fue valiente e inteligente en 1944. Burló censuras y puso sobre la mesa temas como la violencia, el feminismo o la sororidad que hoy son todavía objeto de debate.

Crítica realizada por Diana Rivera

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