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21.11.2024 Críticas  
Las niñas de Humenné – Crítica- 2024

Las niñas de Humenné, con dramaturgia de Pedro Martín Cedillo y dirigida por Ricardo Goñi, nos desvela un episodio poco conocido del campo de exterminio de Auschwitz. Un texto brillante y la interpretación sobresaliente de cuatro jóvenes actrices nos conmueven en este relato de solidaridad y amistad que pasa brevemente por Nave 73 de Madrid.

Una mañana de marzo de 1942 un grupo de jóvenes judías de Humenné, en Eslovaquia, atendieron voluntariamente una convocatoria para trabajar como operarias en una fábrica de botas para soldados. Aquel trabajo abrigaba sus sueños de futuro. Se les ofrecía la oportunidad de ganar dinero para ayudar a sus familias o estudiar, sin embargo, tras aquella promesa sólo les esperaba la pesadilla y el horror del mayor centro de exterminio nazi.

Las jóvenes de Humenné, muchas de ellas adolescentes de poco más de 16 años, formaron parte del primer convoy que llegó a Auschwitz en la primavera de 1942 y permanecieron en él hasta que el campo fue liberado por el ejército rojo en 1945. Ellas fueron las primeras en entrar y las últimas en salir.

No voy a ocultar que en un momento político como el actual, en el que la guerra y la barbarie es noticia diaria, mi ánimo no era el más favorable cuando acudí a Nave 73. Por otro lado, el cine, el teatro y la literatura han retratado profusamente la violencia y la dimensión inabarcable del horror del holocausto judío y me preguntaba qué más podía contarse pero encontré un montaje que aniquiló mis prejuicios y mis reservas mentales.

Para empezar por la elegancia de un texto vibrante que agita nuestras conciencias sin adentrarnos en la oscuridad morbosa. El libreto de Pedro Martín Cedillo fluye en permanente equilibrio. Nos asoma al horror pero se centra en la evolución de las cuatro protagonistas y en su relación, sin permitir que el relato de lo no contado lo absorba todo. Es la amistad de estas cuatro chicas, su voluntad de sobrevivir y la nítida conciencia de que sólo saldrán del infierno juntas, lo que nos golpea el alma, mucho más que su sufrimiento. Para ello Martín Cedillo escribe diálogos vivos y plantea escenas cuidadosamente escritas que le permiten abordar el recorrido emocional de sus personajes. Nos conduce desde la ilusión inicial, con las charlas de las adolescentes que nos dibujan sus personalidades, a la paulatina pérdida de inocencia y esperanza, la construcción de sus apoyos, para terminar ante el temor del reencuentro con sus vidas pasadas tras la liberación.

El peso del montaje reside en la interpretación de un magnífico elenco que Ricardo Goñi dirige con maestría. El color y los matices que Miriam Escabias, Julia Balserini, Gloria Díaz y María Ordás desbordan en su trabajo humanizan sus personajes con una profundidad que golpea. La lágrima arrasa y los sollozos sofocados se escuchan en cada rincón de la platea. Su trabajo coral e individual es sobrecogedor.

Con un desarrollo en la interpretación tan cuidado, Goñi opta por desnudar la escena de todo elemento innecesario, lo que supone que la escenografía se limite a unos pocos recursos que sirvan de apoyo al movimiento. Apenas unas viejas maletas y dos grandes arcones de madera que permiten a estas mastodónticas actrices crear una atmósfera que Trini León ilumina con dramatismo acentuando los momentos de más contenido emocional con un diseño que crea sombras y grandes contrastes.

Las niñas de Humenné es un retrato femenino del sufrimiento que enaltece el valor de la amistad y de la sororidad como única vía de supervivencia. Uno de los muchos horrores del genocidio nazi que la compañía El dado teatro, evidencia con elegancia poniendo el acento en el valor de las víctimas sin recrearse en su sufrimiento. Es un montaje excelente, sin matices. Golpea, agita y conmueve.

Crítica realizada por Diana Rivera

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