Si hay algo que le siente bien al Teatro Real de Madrid es una buena ópera barroca y este montaje de Theodora consolida esta idea. La no muy conocida ópera de Georg Friedrich Händel deja un agradable sabor y alguna controversia en la adaptación escénica del oratorio.
Theodora cuenta la historia de una cristiana convencida de Antioquia que se ve condenada a ejercer la prostitución ante su negativa a participar en los fastos a Jupiter ordenados por el emperador pagano. Toda una objetora de conciencia.
La propuesta de esta Theodora que se ve en Madrid estos días es la de la directora Katie Mitchell que traslada la acción a nuestros días. Sitúa a Theodora como empleada en una embajada. En las cocinas de la misma, Theodora lidera un golpe terrorista para acabar con los opresores. Cuando es descubierta la vemos forzada a prostituirse entre bailarinas de pole dance. Finalmente la venganza tiñe de sangre y disparos las dependencias de la elegante embajada.
La escenografía es de esas memorables y profundamente realistas. Una serie de estancias que se desplazan lateralmente llevan a los protagonistas de un lugar a otro. De las cocinas al gran comedor, del burdel a la cámara frigorífica. No creo que nadie le pueda poner pegas la propuesta escénica. Donde si hubo algún abucheo fue mas en la propuesta artística de la ópera, en la visión feminista y nada apocada de las protagonistas. Mujeres de profundas convicciones cristianas que manejan bombas y pistolas. En algún corrillo durante alguno de los entreactos se escuchaba algún reproche a esa vuelta de tuerca a la historia. Respecto a las anunciadas escenas de sexo que requerían por primera vez de una coordinadora de intimidad en el Real se quedaron en algo bastante descafeinado y más en una estrategia de comunicación del Teatro.
Si algo destaca en esta Theodora es la belleza de la música de Händel y grandes voces en el reparto. Quizá la menos acertada fue la protagonista Julia Bullock que se quedó algo tímida y titubeante en sus intervenciones. Destacaron por encima de ella el contratenor Iestyn Davies que estuvo afinado y potente. Una gran Joyce DiDonato sobrevoló por encima de todos en todas sus incontestables participaciones. Sin duda, la DiDonato volvió a coronarse como una de las mezzo más queridas y respetadas por el público del Real.
El Coro Titular del Teatro Real volvió a ser pieza clave, una ejecución sobria y certera. La orquesta dirigida una vez más por Ivor Bolton -gran experto en el barroco- dio muestras de una gran solidez.
La única pega que le puedo poner a este montaje de Theodora es la poca cantidad de funciones programadas, una lástima, ya que teniendo ese imponente montaje y esas voces de primera es una pena que no se pueda llegar a mas público que sin duda se emocionaría con la historia de estas activistas revolucionarias.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau.