Si Anton Chéjov levantara la cabeza, seguramente estaría entusiasmado de ver que este es, definitivamente, su año. Un gran número de montajes de La gaviota por todo el territorio nacional y, por fin, alojándose el pasado fin de semana (sábado y domingo) en el Teatre Municipal de Girona, llega, gracias al festival temporada alta 2024, Vania x Vania.
Concebido como un solo ejercicio teatral pero dividido en dos obras, el exitoso experimento teatral coproducido por Teatro Español y Teatro Kamikaze, que escribe y dirige Pablo Remón, nos presenta dos versiones de este texto del dramaturgo ruso (que tuvo a Stanislavski como actor y director allá por el 1900). Una, más cercana al texto original pero desnuda, sin artificio. Una segunda donde se interconectan las bases y planteamientos de la dramaturgia de aquella época con la época actual.
Huelga explicar la trama de este texto de Chéjov si el lector es amante del teatro pero, por si acaso, solo como apunte teórico, diré que la mayoría de sus trabajos, y Tío Vania no es una excepción, exploran a fondo al ser humano más allá de un tiempo y un lugar. Aborda temáticas como el hastío y la falta de realización en la vida de una gran parte de los seres humanos, la necesidad de creación artística y siempre se toca el amor y el desamor. Todos ellos temas tan universales que permiten trasladar lo que se escribió hace más de 120 años a las tablas de un teatro de hoy.
En la v.1 se nos presenta un espacio escénico desnudo: un haz de luz y 6 sillas. Con esos elementos se construye esta primera versión de Remón, más seria, más formal y con la intención de conectar de forma directa al público con el texto, pues la mayor parte de los diálogos se recitan mirando a platea (apenas hay miradas de los actores entre sí). Aún teniendo matices de comedia en algún que otro momento, esta interpretación es intensa, dramática, y trabaja la profundidad de los personajes desde la palabra.
La v.2 da la vuelta completamente al Chéjov del día anterior (en Madrid se representaban las 2 versiones seguidas, con un espacio de unos 20 minutos… mis dieces a toda la compañía por tremenda hazaña). Mónica Boromello, a cargo de ambas escenografías, ahora crea dos mundos paralelos sobre un solo escenario. Una casa rusa de finales del siglo XIX y una casa perdida de algún pueblo perdido de Toledo del 2024. Si el trabajo de David Picazo es importante en esta v.2, el diseño de iluminación es esencial en la v.1 para revalidar el texto, la interpretación e incluso algún que otro momento escénico fundamental.
En la v.2 además, percibimos a unos personajes más provincianos que los primeros y que se acercan más a la comedia. Una reescritura que sigue el trazo del Tío Vania, pero que da lugar a nuevas líneas de texto que se relacionan más con Remón y su forma de ver la trama. Y aunque te arranca alguna que otra carcajada esta versión, te hiela la sangre por igual ver la miserabilidad de algunos seres humanos.
El trabajo de interpretación es impecable. Después de haber visto otros Vanias (el de Luis Bermejo, dirigido por Àlex Rigola o el de Julio Manrique, de Oskaras Koršunovas), admito que no me costó absolutamente nada sumergirme en el Vania que nos regala Javier Cámara con estas versiones de Remón. Que Cámara es de uno de los grandes actores españoles de cine y televisión es una obviedad. El teatro sabemos que es una disciplina diferente y que requiere de otros esfuerzos para estar también a la altura. Pues Cámara lo está. Lo hace todo bonito y estos dos Vanias son la confirmación. La entrega en escena, la emoción que transmite, su capacidad de transformación de una a otra versión (que, en este caso, es cualidad que comparte con el resto del elenco) hacen que su actuación sea inolvidable. Inspira ternura y cariño desde el primer acto de la v.1 y lo tienes que querer al final de la v.2.
En cuanto al resto de actrices y actores que rodean a este Tío Vania tenemos, justo a su lado, a un monstruo de las tablas donde los haya, Israel Elejalde (¡qué placer volverle a ver!) quien interpreta al médico Ástrov con la maestría de quien hace el escenario suyo, del que lo llena en cada participación. Siempre me ha fascinado su elocuencia desde la primera vez que lo vi (La clausura del amor de Pascal Rambert) y aquí no hay duda que para Elejalde eso sigue siendo uno de sus fuertes, al interpretar a un Astrov más torturado y concienciado en la v.1 y uno más dicharachero y festivo en la v.2. Marta Nieto, Manuela Paso son Elena y Marina. Dos personajes completamente diferentes, pero ambos interpretados con garra y oficio. A la Sonia de Marina Salas y el Alexandr de Juan Codina les falta solo un poco más de fuerza, en el caso de Salas el segundo día y en el de Codina en el primero, y, sin embargo, experimentamos un enamoramiento progresivo y total hacia sus personajes en las otras versiones. Es un lujo poder disfrutar de un elenco como este en un trabajo así.
Vania x Vania es una vivencia que vale toda la pena. Es una experiencia teatral muy madura, muy pensada que, artificiada por Pablo Remón, nos llega de la mano de Teatro Español y Teatro Kamikaze y que la semana después nos deja el vacío de lo que se ha terminado, de lo que te gustaría que aún continuara. Es todo un ejercicio artístico que de seguro ha colmado de buenas vivencias a los que están a aquel lado del teatro pero que ha hecho lo propio con los que estamos en este lado, el del patio de butacas. Y, bueno, poder disfrutar teatro madrileño en casa es un lujo indescriptible que, para mi desgracia, no pasa tan a menudo como debiera. Así que, mil gracias a temporada alta por programarlo y mil gracias a la compañía por venir.
Crítica realizada por Diana Limones