El Teatre Nacional de Catalunya en Barcelona programa, hasta el 27 de Octubre, el musical de nueva creación Ànima. Una partitura y un libreto excelente en manos de un equipo lleno de talento que, a día de hoy, han agotado entradas para todas las funciones restantes del musical. ¡Y no es para menos!
Pocos musicales hay que, desde su inicio, me hagan sentir en la butaca como la semana pasada me hizo sentir Ànima. En realidad, podría resumirlo en tres conceptos: sorpresa, atención al detalle, y orgullo. Muy orgulloso de lo acaecido en escena.
Ànima es un musical de nueva creación en catalán impulsado por Oriol Burés y Víctor G. Casademunt que nos presenta una historia original, cálida, esperanzadora y llena de vida. Un canto a cumplir sueños, superar metas, luchar en batallas -que no siempre se ganan- pero con las que aprendes a caminar por la vida.
La primera aparición del musical al público fue presentada este pasado mes de Julio de 2023 en la primera edición del Festival RIIIING! Els musicals que truquen a la porta organizado por el Grec Festival de Barcelona, la productora El Terrat y el Mercat de Música Viva de Vic (MMVV). Un torneo de musicales de creación que se realizó en la recién estrenada Casa Terrat y en el que Ànima fue galardonado con dos premios: Mejor Proyecto de Espectáculo y el Reconocimiento especial del público. Gracias a ello, el musical se dio a conocer entre los programadores y, tras muchos años en un cajón, en Septiembre de 2023 el Teatre Nacional de Catalunya apoyó el proyecto de este musical de gran formato y les propuso abrir la actual temporada teatral. Todo un hito en una compañía joven que no ha dejado de picar piedra (y puertas) para poder ofrecer un espectáculo redondo que ha dado sus frutos.
Dicen en el musical que «es la acción de desear la que construye nuestra alma»; y no puedo estar más de acuerdo en ello. Ànima no es un musical típico y tópico donde su protagonista consigue lo que quiere y vive feliz comiendo perdices. Ànima realmente, es un musical sobre el esfuerzo que conlleva llegar a una meta y el disfrute de ello. Una meta que, en ocasiones, cuando tratas de conseguirla y deseas que se haga realidad, nunca es exactamente lo que pensabas en un inicio. Día a día, mientras te esfuerzas por conseguir lo que quieres, tú misma vas cambiando y, como no, tu meta puede reconfigurarse, convertirse en otra cosa o, incluso, transformarse en algo distinto. Y puede que, lo que pensabas que te iba a hacer feliz finalmente no lo consiga. Porque, realmente, desear algo con fuerza (o como cantaba el hada de Pinocho: «When you wish upon a star…») nunca ha confirmado nuestra felicidad.
Ahora, el sueño de esta joven compañía (pero con alto conocimiento del mundo del musical) se ha hecho realidad. Ànima ha abierto la temporada 2024/25 y, nada más y nada menos que en el Teatre Nacional de Catalunya, un lugar en el que todos deseamos que se convierta en un lugar donde proyectos como este puedan seguir naciendo. Ya se les ha tildado como los nuevos Dagoll Dagom… (ahora que estos últimos se retiran). Aunque su inicio es prometedor, es demasiado pronto para lanzar estas cábalas. Tiempo al tiempo. Puede que esa sea su meta (no lo sabemos) pero, como en Ànima, la meta puede cambiar y transformarse.
Ahora sí, hablando exclusivamente del musical, la autoría de la cual es de Blanca Bardagil, Oriol Burés, Víctor G. Casademunt y Marc Gómez, Ànima nos presenta una historia fantásticamente elaborada que, desde un inicio nos resuena a esta productora de películas tan conocida por un ratón que habla (ahora mismo no recuerdo su nombre). Y no vamos mal desencaminados, puesto mediante la historia avanza, nos damos cuenta que su protagonista quiere convertirse en una dibujante profesional (en aquella época, algo solo al alcance del género masculino). Y, para ello, decide presentarse a unas pruebas en la misma compañía que está preparando su primer largometraje: Blancanieves. Sus sueños se romperán inevitablemente debido a la sociedad patriarcal que ignora a las mujeres y las relega a trabajos secundarios, pero Greta no se dará por vencida.
La dramaturgia creada por Blanca Bardagil, Oriol Burés y Víctor G. Casademunt es sencillamente mágica. Un texto claro, estructurado, que sabe hacia a donde va y que no titubea dando un contexto necesario a diferentes personajes que aparecen en escena pero que evitando profundizar en la creación de subtramas que nos harían divagar. Efectivamente, sabemos que la hermana de Greta, nuestra protagonista, tiene dos hijas pero, no entraremos más allá. Sabemos que la co-protagonista interpretada por Diana Roig trabaja en un cine, tiene muchos ligues y tiene una meta propia que es conseguir vender palomitas en los cines de la ciudad y labrarse un futuro; pero poco más sabemos de su vida ni qué hará para conseguir (o no) su sueño; su personaje es un simple catalizador de la historia principal: la nueva amiga de Greta que la ayudará a estabilizarse y luchar por sus metas.
En la parte musical, alabar el trabajo realizado por Adrià Barbosa y Abel Garriga en la creación de la partitura del espectaculo (las letras de las canciones son de Blanca Bardagil y Marc Gómez). Ambos artistas, afincados en Nueva York, han respirado Broadway desde hace mucho tiempo y eso se nota en la composición. Efectivamente, todo tiene ese regusto onírico de los musicales clásicos que todos conocemos y, Ànima utiliza estos recursos de una forma muy sabia. Como ocurre desde un inicio con la primera canción, cuyas primeras notas nos recuerdan a la música de cabecera de las películas en las que sale el castillo este de una princesa sobre un lago (sigo sin recordar el nombre). La música escrita te atrapa rápidamente y te mantiene atento a la excelencia que ocurre en escena; la cual, no deja de sorprendernos.
Lo mismo ocurre con la escenografía creada por Pizarro Studio (David Pizarro & Rober de Arte) quienes nos entregan una escenografía sorpresiva en la que las ideas y los dibujos de Greta vuelan libres por la escena. Muy interesante el fondo de las colinas de Hollywoodland en lo alto de la escenografía, hacia donde se dirigen estas páginas que simbolizan las ideas, dibujos y deseos de Greta. Y, sobretodo, la escenografía giratoria a dos niveles que constantemente nos traslada a diferentes partes de la ciudad de California. Un trabajo bien ideado e identificado que eleva aun más la creación. Junto al atrezzo, también de Rober de Arte, y el exquisito vestuario de Oriol Burés, rápidamente nos trasladamos a los años 1936.
Por último, en la parte técnica, me gustaría remarcar el trabajo de iluminación creado por Sylvia Kuchinow. Si hay algo técnico que me fascinó la noche que acudí a ver el musical fue la cuidada iluminación. La inteligencia de crear ese ambiente gris y frío del inicio del pueblo natal de Greta y, regularmente, variar la temperatura de color de las luces para, mientras Greta se acerca a su sueño, volverla más cálida y brillante; es un acierto. El brillo extremo aunque ligeramente frío se mantendrá durante el tiempo que Greta luchará por su sueño para, en cuanto ella cambie su visión, descender a claro-oscuros en los que se juega con las sombras y las luces mientras Greta decide qué es lo mejor para ella. Esa iluminación final del despacho de Walter es, sencillamente preciosa. Y, cómo no, esta iluminación romperá en el final del musical cuando Greta decida por sí misma lo que quiere y despliegue las alas; tal como hacen los halos de luz al final del escenario. Sencillamente mágico.
En la parte actoral, realmente no puedo destacar a nadie de todos los presentes sobre las tablas, puesto que la dirección artística de Oriol Burés, Víctor G. Casademunt y Gara Roda (esta última también se encarga de la deliciosa dirección escénica), hace que se cree un balance perfecto entre todos. Efectivamente tenemos a dos protagonistas, Greta y Mina, Paula Malia y Diana Roig respectivamente, quienes mantendrán la historia viva en todo momento de una forma muy natural y cercana, pero trabajos actorales como los de Bernat Cot (al que acabamos odiando), Annabel Totusaus (a la que acabamos queriendo), Lucía Torres (a la que adoramos cada vez que sale como la secretaria de Walter), a Víctor G. Casademunt (como el gentil y maleable George) o al mismo Oriol Burés (como el enigmático Walter), entre otros, hacen que el musical sea redondo en sus historias personales. Historias que podrían derivar en subtramas bien interesantes pero que hacen muy bien en obviar. Junto a ellos, alabar el gran trabajo de un elenco que se deja la piel y disfruta en escena (Alexandre Ars, Marc Gómez, Bernat Mestre, Berta Peñalver, Joana Roselló, Pol Roselló Weisz, Aina Sánchez, Clara Solé y Toni Viñals.
Mención destacada al gran trabajo de la orquesta en directo, la cual pude disfrutar cerca del foso, frente al escenario, formada por Marta Muñoz / Jordi Badia (teclados), Eloi López (batería), Antonio Molina (bajo y contrabajo) Haizea Martiartu / Marcel·lí Bayer (saxos y clarinete), Aarón Pozón / Aitor Franch (saxos y flauta), Berta Gala / Maria Antònia Gili (trompeta), Francina Mercadal (trombón), Laia Ferrer / Quim Garcia (violín) y Clara Manjón (violoncelo). Todos ellos, músicos y cantantes, están dirigidos bajo la atenta mirada del director musical, Enric Garcia, cuyo trabajo pude disfrutar bien de cerca al tener asignada la butaca tras su piano. Siempre controlando en avance todo lo que venía para poder entregarnos un producto musical excelso y sin fisuras. Mencionar que Enric Garcia es también quien ha realizado las orquestaciones y arreglos musicales del espectáculo.
Por último, denotar el trabajo de coreografía y movimiento creado por Clara Casals y Chema Zamora; con una muy especial mención a la hipnótica coreografía de claqué ideada por Sharon Lavi.
En definitiva, Ànima es un musical de nueva creación que tiene, valga la redundancia, un alma limpia y pura en la que maravillarse. Un musical creado desde cero con valentía e ilusión por personas expertas en la materia que no han dudado en lo que querían conseguir. Como le ocurre a su protagonista, puede que este sueño se haya transformado ligeramente desde su idea original pero está claro que en un mundo tan competitivo como el del musical, y con tantas opciones, es todo un hito conseguir estrenar tu primer gran proyecto en el Teatre Nacional de Catalunya (aunque sea escasamente un mes). Y, sobretodo que, a tres semanas de la última función, puedas colgar el cartel de entradas agotadas para todas las funciones que quedan. Tengo claro que está no será la última vez que disfrutaremos de Ànima.
Crítica realizada por Norman Marsà