novedades
 SEARCH   
 
 

04.10.2024 Críticas  
El gran teatro del mundo – Crítica 2024

La didáctica barroca que Calderón de la Barca planteara en El gran teatro del mundo llega al Teatro de la Comedia de Madrid en un montaje austero en su escenografía y confusamente lúdico en su estética, pero muy bien planteado en el plano interpretativo y musical por Lluís Homar.

Da igual quiénes seamos o lleguemos a ser, si monarcas, ricos, labradores o pobres. Todos coincidimos en que nacemos y morimos, y en estar sujetos entre medias a la ley de Dios. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Inicio, final y principios por los que regirse que nunca perder de vista. En la vida terrenal estamos de paso y de lo que en ella hagamos dependerá el lugar que se nos asigne en la inmortalidad de la atemporalidad celestial.

Corría el año 1635 cuando uno de los autores más insignes del siglo de oro ya dedicaba su ingenio a lo que años después se convertiría en la máxima de su vida, divulgar el catecismo cristiano para guiar por el buen camino a un pueblo necesitado de penitencia y arrepentimiento. En ese contexto llega la materialización de El gran teatro del mundo, auto sacramental con el que impresionar y apesadumbrar a todo protegido de la santísima trinidad por un frontal de personajes compendio de las esperanzas, las ilusiones, las certezas, las miserias y los miedos de la condición humana.

Calderón de la Barca hace humanos al que nos crea y a quien nos condiciona, al mismísimo Dios como el autor, y al mundo en el que residimos y transitamos. Mas no concreta la personalización de aquellos con quienes nos podríamos identificar, sino que establece abstracciones de caracteres tipo como el rey, el rico, el labrador y el pobre, dejando el artículo femenino para las virtudes, la hermosura, la discreción y la ley de gracia.

Una separación, distancia y categorización, entre lo masculino y lo femenino propia del siglo XVII y que Lluís Homar ha sobrevolado para armar un corpus aún más transversal que el pretendido por don Pedro. Su dirección y dramaturgia -firmada esta junto a Xavier Albertí y Brenda Escobedo– ha incidido con acierto, para imbuirnos en ese mensaje catequístico, en una representación en la que destaca la palabra nítida y limpia, sin artificios escenográficos y sin mayor apoyo que la expresividad de sus intérpretes.

Un plantel compacto y sólido conformado por Clara Altarriba, Malena Casado, Pablo Chaves, Antonio Comas, Carlota Gaviño, Pilar Gómez, Yolanda de la Hoz, Chupi Llorente, Jorge Merino y Aisa Pérez. Trabajos con un punto de caricatura, con las dosis justas de exceso e histrionismo para ayudarnos a suplir la dificultad de nuestros oídos en la captura del ritmo y la construcción literaria del castellano de hace cuatro siglos.

Bien supeditado a ellos queda el tratamiento secundario dado a la escenografía y el vestuario, firmados por Elisa Sanz y Deborah Macías. Asunto en el que surge el eterno debate, ¿ayuda o atenta al propósito literario la descontextualización de un escenario sobrio y austero, y un textil que aúna colorido, vintage y blanco para todos? Interrogante que no afecta a la sugerente iluminación de Pedro Yagüe y a la dirección musical de Xavier Albertí con Pablo Sánchez a los mandos de su ejecución.

Vayan, disfruten y plantéense si nuestro mundo actual sigue siendo una alegoría de El gran teatro del mundo del creado por Dios, del creado por Calderón de la Barca o, incluso, de ambos.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES