El relato El nadador de aguas abiertas del periodista y escritor Adam Martín Skilton ha sido adaptado por María Goiricelaya y se representa sobre las tablas del Teatro Pavón de Madrid. Una preciosa historia de amistad entre dos hombres con el mar y la orilla como paisajes de fondo.
Nilo es un actor al que ya no ofrecen trabajo. Su mujer lo ha dejado y una espiral de pensamientos negativos toma el control de su vida. Gracias a Walrus, un nadador experto a quien la vida también ha golpeado duramente, Nilo aprenderá a nadar a los cuarenta y ocho años mientras recibe la lección más importante de su historia. El mar y el hecho de aprender a nadar como metáforas que nos acercan a la narración de El nadador de aguas abiertas y que incrementan la posibilidad de conectar con un público completamente entregado.
Se deduce el cuidado e intenso trabajo de dirección por parte de Fernando Bernués que realiza una puesta en escena sencilla, refinada y muy artística donde la dirección de actores juega un papel fundamental. Uno de los grandes aciertos de este montaje es su espléndido reparto compuesto por Markos Marín y Adolfo Fernández, ambos están soberbios y realizan dos actuaciones fascinantes que te atrapan desde su primera aparición en escena y no te sueltan durante los setenta minutos que tiene de duración. Es un auténtico placer ver el trabajo de estos actores, frente a frente, enfrascados en sus respectivos personajes que están llenos de aristas. Mención especial también para el dinamismo del montaje que no decae en ningún momento, ambos están en continuo movimiento y es una delicia ver su expresión corporal y cómo se pasean por cada rincón del escenario.
Destacar la original y sencilla escenografía, diseñada también por Fernando Bernués, con multitud de cubos, unos con arena, otros con agua azulada y otros como ambas cosas, que trasladan la playa a las tablas del Teatro Pavón. De fondo, sobre una pantalla, enormes olas y con ellas el estremecedor sonido del mar (de la música y el espacio sonoro se encarga Fernando Velázquez).
Sin ninguna duda, la puesta en escena de El nadador de aguas abiertas y su cuidada estética son impeclables. El trabajo actoral también es sobresaliente. Evidentemente que estamos frente a una de las propuestas más interesantes de la cartelera actual madrileña.
Crítica realizada por Patricia Moreno