Más de un año después de su estreno en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, La comedia de los errores recala en el Teatro La Latina de Madrid. Una versión disparatada del texto de William Shakespeare en el que lo importante es cuán versátiles y descacharrantes resultan Pepón Nieto, Fernando Soto, Rulo Pardo, Santiago Molero, Avelino Piedad y Esteban Garrido.
Ni está ni se le espera. Shakespeare es la excusa para el jolgorio que Andrés Lima monta sobre un escenario en el que sus seis intérpretes encarnan a 25 personajes, saltándose convenciones de género o edad, intercambiándose papeles e ignorando la cuarta pared cuando el capricho así lo determina.
Albert Boronat es el responsable de que el enredo de una próxima sentencia a muerte, y dos parejas de gemelos que llevan años sin verse coincidan en una misma ciudad de la antigua Grecia, se convierta en una sucesión de sketches. Una bola de nieve en la que lo narrativo es la excusa para avanzar y lo nuclear es el dinamismo, la chispa, la retórica y el ingenio que sus actores desparraman sobre el escenario.
Si captas este propósito, disfrutarás de La comedia de los errores y verás que más que una representación teatral al uso es una miscelánea de varietés, cabaret, absurdo y hasta programa de variedades de televisión simulado en riguroso directo. No oculta ni edita sus costuras, sino que las muestra sin rubor ni pudor, haciendo de ello uno de los elementos con los que engancha a su público.
Cambios de vestuario, interpretación de música en directo, efectos de sonido a modo de ventrílocuo y alguna que otra barrasada acaban por suplir las múltiples ligerezas y licencias que el binomio Boronat & Lima se toman. El objetivo es claro, dar pie a que Nieto, Soto, Pardo, Molero, Piedad y Garrido desplieguen todo su potencial como showmans, casi performers.
Y de eso van sobrados estos seis artesanos de las tablas. Su trabajo se basa más en su instinto que en su técnica, complementado incluso por un margen de improvisación resultado de los patinazos propios de una representación que recurre al más a más de la verborrea, el histrionismo y el travestismo. Propósito al que se adaptan como un guante técnico y estético la escenografía de Beatriz San Juan, el vestuario de Paola Torres y la iluminación de Pedro Yagüe.
En sus inicios La comedia de los errores resulta dubitativa, pero a medida que avanza la representación coge ritmo, su espectador reduce sus exigencias dramáticas y acaba resultando un testigo pecaminosamente gozoso del jolgorio de su bacanal. No pretende ser original ni transgresora, tampoco aguda o perspicaz, únicamente disfrutona. Y lo consigue.
Ya antes de que se apaguen las luces y baje el telón la unión entre actores y butacas es total. Sus ocupantes no saben si han ido al teatro o a una fiesta. Mas su regocijo es total, casi jalean a quienes allí les han convocado y acaban en pie aplaudiéndoles con ganas. No recordarán qué les han contado, pero sí que se han reído y lo han pasado muy bien. Bienvenidos sean ratos así.
Crítica realizada por Lucas Ferreira