Llegados al ecuador de la presente edición del Cap Roig Festival, y en medio de una ola de calor bochornoso, le tocaba el turno al rockero argentino Andrés Calamaro. Genio y figura, siempre es imprevisible el estado de gracia en que comparecerá el ex de Los Rodriguez cada noche. Al menos ese era el sentir general entre sus numerosos y fieles fans que paseaban por el Village una hora antes de iniciar el concierto. Y no hay apuesta segura.
El pasado viernes 2 de agosto en Cap Roig fue la última cita de este verano del tour Agenda 1999, que como explicó el propio Calamaro durante el concierto, es la gira que conmemora el 25 aniversario del lanzamiento del colosal álbum Honestidad Brutal (1999). Album que es considerado por muchos, junto a su otro disco Alta Suciedad (1998), como uno los momentos más álgidos e inspirados en la carrera del argentino.
Apareció puntual el trovador bonaerense. Camisa naranja, bandana de calaveras en la cabeza y obviamente sempiternas gafas de sol. Estuvo escoltado toda la noche de los excelentes músicos que lo acompañan en este presente tour; que no son otros que Brian Figueroa y Julián Kanevsky a las afilada guitarras, Germán Wiedemer a los teclados y, finalmente, en la sección rítmica Mariano Dominguez al bajo y Andrés Litwin a la batería. El propio Andrés fue alternando guitarra y teclados durante toda la actuación.
Y quedaron disipadas las dudas del personal. La banda empezó arrollando sin fisuras y dejando claro que a estas alturas del tour son una máquina bien engrasada. El día de la mujer mundial fue el trallazo que abrió el concierto, seguida de Más duele y Cuando te conocí. Parecía claro que esta noche Calamaro no estaba para muchas charlas y se dedicó, sobre todo durante la primera parte del concierto, a atacar una tras otra y casi sin tregua las canciones del álbum que había venido a homenajear. Duelos guitarreros de altura daban fe de ello.
La dylaniana Te quiero igual fue el tema que hizo levantar de una vez por todas a un público que prácticamente ya no volvería a sus asientos y que vitoreó al díscolo artista bajo el clásico Oe, oé. Tras tan intenso inicio, un momento para la calma y la nostalgia. Un emocionado Calamaro dedicó Las Heridas, al histórico bajista de Los Rodríguez, Daniel «Pato» Zamora, nacido y fallecido en el propio Palafrugell.
Calamaro puso la platea de Cap Roig patas arriba con la canción Maradona, dedicada al ídolo argentino que según el artista había «despertado más sonrisas que las creaciones del propio Walt Disney». Los numerosos argentinos que lucían la camiseta albiceleste en las gradas no podían contener ya su emoción. Momento de éxtasis.
Cuando no estás, perteneciente a su LP Bohemio, fue la primera canción que sonó no perteneciente a Honestidad brutal, momento para que un niño llamado Jan subiera al escenario para acompañar al argentino en la interpretación de la misma.
Y ahora ya si, un Calamaro que ya a estás alturas del concierto había rendido suficiente homenaje a Honestidad Brutal, se relajó dando rienda suelta a su histriónica locuacidad dedicando Tuyo Siempre a Ricky Rubio, al que definió como «último mohicano, futbolista de la NBA (sic)». Y también se mostró orgulloso de haber compartido programa en el festival con John Fogerty, al que calificó de estar a la altura de los «Beatles Americanos». En Fin. Calamaro en estado puro.
La recta final del concierto vino precedida de un largo y confuso monólogo en el que el trovador argentino declaró estar encantado de su recibimiento en las «Repúblicas socialistas de España (sic)», y aprovechó para rememorar un escándalo en el famoso Bagdad de Barcelona. También dedicó el concierto a los catalanes Gaudí, Dalí y Laudrup?. Siempre fiel a la polémica.
Tras este paréntesis, Andrés reanudó el concierto con una enérgica y contundente Alta Suciedad. Antes de los bises, puso punto y final al concierto con Paloma y su gran éxito de 1998, Flaca, coreada por todos los asistentes. Conocida la afición taurina de Calamaro, y tras finalizar los bises con Los Chicos, realizó unos pases de muleta al ritmo de unos pasodobles mientras el público abandonaba los jardines de Cap Roig.
En definitiva, buen y solido concierto de Rock de un comedido Calamaro que volverá el próximo septiembre por estos lares. Todo el mundo contento para casa tras haber comprobado que el rockero argentino ha vuelto por la buena senda. Y que así siga.
Crónica realizada por David Abarca