Acudimos a la Gran Gala del 5to aniversario de Ballet de Barcelona en el Teatro Condal. Una gala donde la joven compañía nos sorprende con una presentación innovadora de ballet clásico y contemporáneo dividida en dos actos: chronos y diver*gents. El primero con un estilo más clásico aunque contemporáneo, y el otro, más divertido y totalmente colorido.
La noche dio inicio con Chronos, coreografiado por Ross Freddie Ray. Un acto bastante clásico y tradicional, con un vestuario ideado por Diverso en tonos negros y ajustados a la piel que contribuyó a una sensación de cuerpos perfectos, y realizando con escrutinio movimientos desbordados enlazando en un caos controlado. Una mezcla simplemente perfecta de danza.
Los bailarines implicados en el primer acto fueron Anna Ishii, Takahiro Nakashima, Ricardo Bravo, Clara Mora, Natsumi Tsurita, Gustavo Amaya, Joao Maciel, Chiara Mazzola, Tamika Farrugia, Joshua Winter-Wright , Juan Mora, Anaëlle Tanné. Artistas que llenan la sala de emoción con la dedicación en la que se esmeran en la danza.
Las transiciones de escenas se acentúan con los cambios de iluminación dirigidos por Sergio Gracia. Las luces blancas crean un ambiente más tenue y las amarillas aportan una sensación de comodidad y calidez. Los movimientos de los bailarines, junto con las melodías, nos llenan de intriga y emoción, creando una magia física increíble.
Tras el entreacto, dio comienzo la segunda parte, diver*gents, coreografiada por Chase Johnsey, donde nos presentaron un repertorio de canciones actuales, fusionando hip-hop, pop y música electrónica en inglés, entre las cuales, mis destacadas fueron los temas de Taylor Swift. Los bailarines que se incorporaron para dar vida al segundo acto fueron Elise Morchain, Abou Rutayisire, Emily Bailey, Akira Thornton y Koki Oshima.
También tuvimos la oportunidad de escuchar un monólogo en inglés en el acto de danza de una de las bailarinas, donde pudimos apreciar la clara expresión de sus emociones a través de sus precisos y acrobáticos movimientos. En este acto, los bailarines destacaban por la notoriedad en su actuación de liberación y relajación, coordinando sus coreografías bajo una felicidad palpable.
El colorido vestuario en este segundo acto, dirigido por Chase Johnsey y Noelia Jiminez, y las duplas formadas de danza para dar espectáculo al público, fueron un verdadero deleite. Colores vivos como el amarillo, el rojo y el azul, que jugaba al unísono con el fondo, cambiaban según lo que se quería representar. El color azul, por ejemplo, evocaba una danza más calmada y serena.
Este espectáculo, en general, ha sido una montaña rusa de emociones, deleitándonos con distintos bailes y melodías. Cada bailarín de la compañia Ballet de Barcelona ha realizado un trabajo sobresaliente, tanto en la parte grupal como en solista, generando una sintonía que conectaba a la perfección con el público.
Las coreografías, las melodías escogidas para cada danza, y el enfoque de la iluminación, han jugado un papel fundamental en esta obra. Destacar el sorprendente final, vibrando al son de la música y el baile, disfrutando y siendo parte del espectáculo. Las luces de colores enfocaban al público mientras este mismo se deleitaba en armonía al son de la canción.
Por último, destacar la calidad de los bailarines, la cual es impresionante, respaldada por un magnífico elenco y un coreógrafo excepcional. El mundo de la danza es auténticamente dedicado, y Ballet de Barcelona ha conseguido captar nuestra atención, demostrando que cada actuación es potente y sorprendente.
Doy un gran aplauso a estos talentosos bailarines y a la producción de la gala que han cogido un clásico ballet musical y lo han transformado en una obra moderna e inclusiva, poniendo en alto la variedad de la danza y la música contemporánea, y representando y dando voz a la libertad de expresión de cada persona.
Crítica realizada por Yadi Agurto