El pasado 20 de julio, The Teskey Brothers colgaron el cartel de sold out en la Sala Razzmatazz de Barcelona. Mucha expectación reinaba en el lugar para ver, por primera vez, a los australianos en la ciudad condal.
Una larga cola de sufridos fans, que una hora antes de la apertura de puertas y desafiando un calor bochornoso esperaban para poder ocupar sitio en las primeras filas, es la prueba fehaciente de las ganas que había de ver a una banda que ha llegado a telonear al mismísimo Bruce Springsteen.
Mención especial para la grata y sorpresiva actuación de las teloneras Hussy Hicks. Veteranas de la escena blues and roots de la australiana Melbourne, supieron calentar el ambiente de manera efectiva con una carismática y simpática Leesa Gentz a las voces y percusión, y con una extremadamente dotada a las seis cuerdas Julz Parker. Más de un fan se habrán ganado tras tan enérgica actuación.
Con una sudorosa sala ya llena a rebosar, y sonando por los altavoces el I Wish I Knew How It Would Feel to Be Free de Nina Simone, aparecieron The Teskey Brothers, Sam y Josh, acompañados por Fabian Hunter al bajo, Olaf Scott al órgano, Nick Lawrence a la batería, Audrey Powne a la trompeta y Lily Shaw al saxo.
The Teskey Brothers, que antes de saltar a la fama en el 2017 con el disco Half Mile Harvest, ya contaban con un amplio bagaje curtido en el circuito de salas de Melbourne, presentaron esta noche un set list equilibrado en el que predominaron los temas de los discos que han consolidado su estatus: Run Home Slow (2019) y The Winding Way (2023).
Empezaron su concierto con Man Of The Universe y Crying Shame, pertenecientes a sus dos primeros álbumes, con un Josh Teskey que, salvando las distancias, parecía tener línea directa con los grandes del Memphis Soul. Sabe el bueno de Josh utilizar su voz sin caer en la mera imitación, evitando el peligro de convertirse en una versión de The Commitments 2.0.
Fueron la trotona Ocean Of Emotions y la emocional Take My Heart que Josh dedicó a toda las madres de la sala, las primeras canciones de su último álbum The Winding Way que sonaron el pasado sábado. A estas alturas del concierto, y ante un público rendido ante tanto derroche emocional, ya quedó claro que la banda está plenamente compenetrada y que sabe beber de las fuentes de Muscle Shoals y Fame Studios de manera elegantemente grasienta.
Carry Me Home, en formato trío, con Sam Teskey a la guitarra resonator, Josh a la voz y ármonica y Fabian Hunter a la guitarra, fue definitivamente el momento country de la noche, pues no solo de las fuentes soul beben en las antípodas.
Una larga What Will Be, quizás la canción en la que Sam Teskey pudo mostrar con más desahogo su destreza a las seis cuerdas, nos llevó a las raíces más sureñas de la banda. Este tema, que se prolongó como si una jam session se tratará, fue para el que suscribe definitivamente el momento más álgido de la noche.
En la recta final, momento para las presentaciones, en el que quedó bien clara la buena sintonía que reina entre los hermanos. Cada uno asume su rol con comodidad y carente de ego. Josh presentó a Sam afirmando que «canta con la guitarra», mientras que Sam presentó a Josh confirmando que «no canta para los oídos, canta para las almas». Ovación atronadora.
El momento más esperado por los fans: la gospeliana Hold Me. La canción que les hizo saltar a la fama fue la encargada de cerrar una estupenda velada. En lo que ya viene siendo una tradición, The Teskey Brothers convirtieron la Razzmatazz en un inmenso coro gospel. Fundidos con el público, y con todos los miembros de la banda en pie y despojados ya de sus instrumentos, el estribillo de la canción fue entonado hasta el infinito de manera magistral por todos los presentes. Amén
Crónica realizada por David Abarca