Vuelve por la puerta grande el aclamado Sergio Bernal con su obra SER. El Teatro Victoria de Barcelona acoge al gran público, con una entrada que desborda glamour y estilo bohemio, junto con la codirección de Ricardo Cue. La reciente y joven producción de la Sergio Bernal Dance Company reúne a una multitud expectante de disfrutar de mucho arte y talento.
El telón del Teatro Victoria de Barcelona vuelve a subir para acoger, de nuevo y tras el éxito de su visita anterior al mismo teatro, a Sergio Bernal y su espectáculo SER.
Dirigido y coreografiado por el mismo Bernal, SER es una presentación única y derrochadora de talento en la Bernal está acompañado por los magistrales bailarines Carlos Romero, Cristina Cazorla y Ana Sophia Scheller y, a su vez, de la música en directo de la Orquesta Cruz Diez, el cantante Anton y la cantaora Paz de Manuel.
SER es un espectáculo digno de admirar. En él, Bernal fusiona flamenco, danza contemporánea y ballet clásico, creando originales interpretaciones que vierten historia y trama dramática en cada escena. Sencillamente, desde tu butaca, te sientes sumergido en la historia que nos están contando, sintiéndote parte de ella. Los instrumentos resuenan en el escenario. La fuerza del taconeo de los bailarines está perfectamente encajada con la partitura y la canción.
Otro factor que eleva esta presentación es lo impresionante es iluminación dirigida por Antonio Colaruotolo quien, utilizando los focos como nuestros ojos teatrales, nos muestra en todo momento lo que debemos ver y lo que no.
Pero viendo SER, te das cuenta que en esta obra no solo descubres una única faceta de los bailarines, sino que te das cuenta de que la obra es muy heterogénea. Bernal ha querido ir más allá y disfrutamos desde una presentación coreografiada al estilo Dancing with the Stars con sombrero y camisa de brillos, hasta su lado más profundo y vulnerable, sin camisa, revelando todos sus sentimientos en su momento más íntimo y profundo de la danza. Junto al piano, que podemos ver sobre el escenario, y al son de una balada en inglés, la danza flamenca se siente como un niño que necesita ser arropado. Una fusión de danza y estilo musical inesperada pero muy evocadora, con sentimientos a flor de piel que nos hace preguntarnos: ¿qué es el amor?
Pero si tengo que hacer balance, es el baile flamenco uno de los que más disfruto. No solo es asombroso por la capacidad y fuerza que requiere esa técnica sino porque el artista lo disfruta, sumando un plus a toda la obra y elevándola a la excelencia. Bernal demuestra mucha emoción junto a la espectacular bailarina Scheller. Rápidamente te dejas llevar por el enamoramiento de la canción para luego verlos danzar en otra etapa, mucho más íntima, y al unísono.
Aun así, es de alabar la sensación que rezuma toda la obra. En general, nos muestra la magnificencia de cada uno de los artistas. Como elenco, proyectan su talento y disfrute hacia nosotros. Y, realmente, podemos palpar en el aire los sentimientos que recorren cada músculo del cuerpo de los bailarines: la mente en calma, en modo avión, y bailando y actuando por sentir y vibrar.
Gracias a la producción y dirección de Sergio Bernal y Ricardo Cue por hacerme pasar por una montaña rusa de emociones que no hizo más que subir y subir. Es asombroso e impresionante haber estado en este segundo show de SER y haberlo vivido. En pocas palabras, son arte puro, trabajo y dedicación.
SER es pura emoción. Me he dejado llevar. He dejado de razonar para sentir, verlos y escucharlos. Todos mis sentidos han quedado prendados de ese escenario, apagando el mundo exterior, siendo solo ellos y nosotros.
El último y gran baile, como podíamos esperar, fue solamente él. Bernal. Floreciendo en su máximo esplendor y regalándonos su último aliento da vida. Se apagan las luces y comienza la aclamación. Increíble.
Crítica realizada por Yadi Agurto