Tras 50 años, la compañía Dagoll Dagom, alma del musical catalán, se prepara para despedirse de los escenarios con una última reposición de su emblemático Mar i Cel. Pero antes cabía celebrar su historia dentro de la programación del Grec Festival 2024 de Barcelona, ya que durante tres noches se ha encontrado a lo grande con su público en La gran nit de Dagoll Dagom.
Subiendo Montjuic hacia el Teatre Grec trato de recordar todos los espectáculos de Dagoll Dagom: de corrido soy capaz de evocar 20. Sin contar reposiciones y revisitaciones, son 28, con ellas, 34. Además de cinco series de televisión. Cincuenta años dan para mucho.
Pero más allá de su legado numérico, Dagoll Dagom nos deja un innegable legado histórico y emocional. Aunque nunca hayan conseguido mantener un espectáculo más de dos temporadas en cartel (esto no es Broadway ni se manejan los presupuestos de la Gran Vía), la marca que han dejado en el público local es indeleble. Para muchos, Dagoll Dagom es el musical. El musical en catalán, sin duda (como lo fue también Ricard Reguant).
Recorro los jardines del Teatre Grec mientras va llegando la gente. Se respira un aire especial, el de las grandes ocasiones. La noche de los musicales durante el Grec Festival siempre se siente esa vibración particular, personal. Pero hoy es distinto, hoy el tópico no es solo lugar común, hoy va a ser una noche mágica, y lo sabemos. Nos miramos, sonreímos, no solo compartimos los espectadores una pasión por el teatro o el musical, todos tenemos vínculos intensos con estos artistas, músicas y obras, forman parte esencial de nuestra memoria emocional e incluso de nuestro aprendizaje sentimental.
La gran nit de Dagoll Dagom va a ser una continuación del espíritu de las Historietes de 1993, cuando la compañía celebraba sus primeros 19 y 20 años de carrera, con diez obras y una reposición (¡guau!) a sus espaldas. Todos suponemos que abrirá el espectáculo una nueva versión de esa canción sacada del musical Glups!!, «Historietas», y que acabará con el «Himne dels Pirates» de Mar i Cel. Nadie nos lo ha dicho, el programa solo indica los artistas y el conjunto de las obras de la compañía, pero es la intuición generalizada. Se cumplirá.
Esperamos a una gran compañía de artistas de todas las épocas de la compañía, y una sinfónica, la Original Soundtrack Orchestra (autogestionada y con acuerdo de residencia en la ESMUC) con su coro. Hoy, dirigida excepcionalmente por el maestro Joan Vives (autor de la partitura de Glups!! y arreglista de media docena más de los musicales de la compañía). E invitados especiales. Se cumplirá.
Y no obstante, más allá de las expectativas cumplidas, todo lo demás, todo lo que queda, todo lo que es el espectáculo y la recepción del mismo, esa magia que ya vibra en el aire incluso en los jardines, se desatará de manera no por esperada menos poderosa.
La velada se abrecon las voces grabadas de Joan Crosas (Hassen en el Mar i Cel del 88) dándonos la bienvenida y pidiéndonos esperar al final para cantar, y Jaume Sisa (compositor de los primeros musicales de la compañía), con la «Cançó i dansa de l’Arlequí» de Antaviana, donde empezó todo, y la «Divina perla de las Antillas». El arlequín se convertiría en el hilo conductor de toda la velada.
Entró el elenco principal con una nueva versión de «Historietes» (originalmente en Glups!! sobre las pulsiones de los personajes de la obra, reescrita para Historietes sobre como se desempolvaban los personajes de la compañía hasta entonces, y actualizada ahora con lo que ha venido después). Un elenco maravilloso que cubría todas las etapas y edades de la compañía, desde veteranos como Pep Molina, Muntsa Rius, Carlos Gramaje, Teresa Vallicrosa, Xavi Fernández o la imprescindible Isabel Soriano, a hornadas recientes como Ana San Martín, Eloi Gómez, Albert Triola, Julia Jové o Mercè Martínez (a la que cubrieron el jueves entre Ana, Júlia y Mariona ) y otros nombres intermedios de gran calado dentro y fuera de la compañía, de Roger Berruezo y Mone Teruel a Xavi Fernández.
Junto a un cuerpo de baile formado por Anna Castells, Haley Diallo, Guillem Fole, Helena Gispert y Pol Guimerà, llenaban todos los rincones del escenario y las plataformas del Teatre Grec, con buenas coreografías de Ariadna Peya que tenían en cuenta los clásicos, modernizándolos, y mantuvo casi intacto su fenomenal trabajo para L’alegria que passa. Todos, dirigidos por Daniel Anglès con David Pintó y, en lo musical, Joan Vives. A cargo del coro de la OSTO, Belén Clemente y Albert Torrebella.
Entre todos, con magnífico vestuario y escenografía de María Albadalejo y la titana Montse Amenós, con unas preciosas proyecciones diseñadas por Joan Rodón, la iluminación de David Bofarull, la dirección técnica del ínclito «Titín» (Agustí Custey), y la producción artística de Anna Rosa Cisquella (que nos dio la bienvenida junto a Joan Lluis Bozzo y Miquel Periel, los capos), vistieron de gala, de lujo y de belleza, de historia y de historias, el fluido viaje por la historia de Dagoll Dagom: de Antaviana y Nit de Sant Joan (incluyendo un deep cut como la «Radio Ye-Ye») al Cacao de Santiago Auserón (divertidísimo el bolero «Tú no eres malo» por Mone), deteniéndonos un buen rato en Scaramouche (brillante homenaje al teatro y sensualísima Ana San Martín). Y aquí, primera aparición especial de la noche: Pep Cruz, que repetiría con la «Cançó de Joanot» en el segmento final de Mar i cel. Magnífico, estelar, todo un recordatorio de la grandeza de los intérpretes en cada una de sus edades. Igual que Rius, Gramaje o Vallicrosa han adaptado sus maneras de cantar a sus nuevos cuerpos, de manera preciosa, sin intentar ser lo que fueron, sino lo que son. La maestría hecha carrera.
Ahí estuvo por ejemplo el gran tramo dedicado Glups!!, del que no solo tuvimos el tema titular, «Les feministes», «El Corto Maltés» (con Vallicrosa y Molina retomando sus personajes 40 años después) y la hilarante escena completa del aniversario familiar, sino además el tristísimo himno «Mediocritat» de Joan Vives en boca del invitado Ivan Labanda.
Roger Berruezo saltó entonces del escenario a la platea para levantar los ánimos con el tema titular de Cop de rock, el jukebox del rock catalán de 2011. Cambio absoluto de tema y género pero no de intensidad, con «Núvols de Sang» y Víctor Arbelo ideal como el Roderic enfermizamente enamorado de su hermana Madeleine en Poe (2002, Óscar Roig), el musical que adaptaba varios relatos de Edgar Allan.
Momento después para uno de los escasísimos acercamientos a Cole Porter que ha habido en España, T’odio amor meu (1995), adaptando sus canciones junto a los relatos de Dorothy Parker. Entre el reconocible vestuario rojo del musical coral se intercalaron «Des d’aquest moment», «Això és el que hi ha» y la aparición invitada de Carme Cuesta, que cantó a duo con Mariona Castillo «Cada cop que em dius adeu». Dos eras, dos voces y una sensibilidad.
Saltaron luego a la palestra Els Pirates (1997) de Gilbert y Sullivan, en manos del coro y los complicados Boscos endins (2007) de Sondheim. Sí, Mone: los niños escuchan. Y recuerdan. Por ejemplo, las nuevas generaciones recordarán la última obra nueva de Dagoll Dagom, L’alegria que passa (2023), las canciones de Andreu Gallén), las coreografías potentes y emblemáticas de Peya, las interpretaciones destacadas de Castillo y Gómez (ese «Poble Gris»), presentes y mejores que nunca… Pero antes que nada, como demostró la ovación cerrada del público, la maravillosa actuación de Àngels Gonyalons, que de repente estaba allí, con su chaqueta roja de maestra de ceremonias, cantando «Ocells de Fang». Y de pronto una gran noche se convirtió en una noche mágica.
El recuerdo y el ahora comenzaron a manifestarse más y más fuertemente a partir de este momento clave: volvió un elenco histórico para cantar «Som cinc noietes virginals» de El Mikado (1986 y 2005, Gilbert & Sullivan), volvió Ferrán Rañé para cantar el «Piu Piu» (de acuerdo, la canción se llama «Prop d’un riu», pero para siempre será el «Piu Piu» igual que el «Himne dels Pirates» de Mar i Cel siempre será «Les veles s’inflaran». Esto es así…) y se combinaron pasado y presente, actores y personajes, para interpretar a cuatro voces «Si no fossis la promesa» (Pep Molina y Teresa Vallicrosa en el ayer, Ana San Martín y Eloi Gómez en el Japón medieval).
Tramo final de traca: de entrada, un buen segmento dedicado a Flor de Nit, lleno de buenas sensaciones para uno de los mejores espectáculos de la compañía: espléndida Mariona Castillo representando junto a Víctor Arbelo y Roger Berruezo mientras Isabel Soriano retomaba el papel de la corista Mimí con «L’amor no és cec»; la aparición estelar de Elena Gadel con «Flor de nit», además de las hermosas «Al sud del paral·lel», la «Ciutat d’ivori» postbelicista y aún habría lugar para el «Himne al Paral·lel» en el bis del espectáculo. Todo con el mismísimo compositor Albert Guinovart al piano, un lujo.
Espacio después para Aloma (2008, Alfonso de Vilallonga), donde confluyeron Júlia Jové y Teresa Vallicrosa, las dos caras de la protagonista, en el canto contra la soledad y la mentira del amor que es «Per un xic de tendresa». Incluso en un tema tan coral como las «Corrandes d’exili» de Maremar (2019, Lluís Llach), brillaba particularmente Albert Triola.
Quedaba la traca final: es decir, Mar i Cel, de nuevo con Guinovart. Sentimientos a flor de piel cuando el grumete volvió a morir en brazos de su capitán y Àngels Gonyalons se unió a Carlos Gramaje, Elena Gadel, Ana Sant Martín y Roger Berruezo, todos los Saïds y Blanques de los diferentes montajes de la obra más emblemática de la compañía, para cantar «Perquè he plorat». Cosa que nos preguntábamos todos los presentes mientras las lágrimas afloraban por doquier, conscientes de estar presenciando un sueño hecho realidad. Y la aparición final de Alèxia Pascual y Jordi Garreta, los nuevos protagonistas de la versión de este 2024, que retomaron «No estàs sola» y se lanzaron con todo su elenco a por un «Himne dels pirates» (se acepta «Les veles s’inflaran») en el que el Grec en pleno se convirtió en tripulación. Eso significa ser emblemático, ser épico, alzar a 600 personas sin necesidad de llamarlas y que se vuelquen a cantar letras que llevan grabadas a fuego. ¿Qué es ser icónico? Escuchar a Isabel Soriano elevar sus duos de «el senyor del dia» o «serà nostre» y quedar no solo transportados a la obra sino a 1988.
Salimos del teatro flotando, tocados por la gloria de la atemporalidad. La llave del fuego se ha vuelto a abrir y cerrar, el tiempo se ha a vuelto a anudar y el pasado y presente se han vuelto a encontrar. Como Macaris en una Nit de Sant Joan eterna y simultánea, renovados nuestros votos de amor eterno al musical por la gracia de este grupo de locos magníficos de talento desbordante, de empresarios de carretera y manta, de artesanos de la escena. Porque Dagoll Dagom se acaba. Pero no os vais a escapar, os llevaremos en el corazón para siempre…
Crónica realizada por Marcos Muñoz