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10.07.2024 Críticas  
Madama Butterfly – Crítica 2024

El Teatro Real de Madrid cierra la temporada por todo lo alto. Con un Puccini inmortal e icónico. Una Madama Butterfly que hace las delicias en lo musical y que provoca reacciones enconadas en lo escenográfico. Una puesta al día de una de las óperas mas legendarias del repertorio.

¿Qué se puede decir de una de las obras maestras de la ópera? Simplemente que es imposible no caer rendido a la maravillosa partitura del maestro Puccini. Cuando la música es tan excelsa, la historia está bien armada y el drama es preciso, entonces el resultado es una de las óperas mas queridas y más accesibles para el gran público. Uno de esos títulos que crea afición y a la que siempre se regresa con emoción.

El Teatro Real programa un inusitado número de representaciones, con cuatro repartos distintos. Sabe el Real que el titulo es un buen reclamo de venta de entradas y se agradece que se programe una buena cantidad de funciones.

Ahora bien, no ha estado exenta de cierta polémica esta propuesta de Damiamo Michieletto. Estamos acostumbrados a propuestas clásicas con kimonos y típicas casas japonesas para contar la desgraciada historia de Cio-Cio San. Aqúi se huye de ese estereotipo y se va a una propuesta mucho más cerca de la realidad. Cio-Cio San no deja de ser una adolescente vendida como parte de un lote inmobiliario a un teniente de la marina norteamericana. Este la deja embarazada sin saberlo, la abandona y tres años después regresa con su flamante esposa americana. Mientras la pobre Butterfly ha soñado con el reencuentro, profundamente enamorada de ese teniente, criando al hijo del mismo y sufriendo no pocas penurias. El desenlace no puede ser otro, trágico y lleno de honor.

Un barrio lleno de anuncios de muchachas que venden sus servicios a los turistas sexuales que se acercan a esas calles donde se trafica con carne joven y femenina. Una casa que recuerda a un burdel. La sordidez de la pobreza y la miseria en la que muchas adolescentes viven atrapadas en las redes de prostitución. Parte del encorsetado público del Real se ha rebelado contra esta propuesta, con abucheos en la noche del estreno. Por suerte el gran público es más sabio que esa rancia platea del estreno y está abrazando con cariño esta visión del clásico.

El segundo reparto encabezado por Ailyn Pérez resuelve con solvencia. Va de menos a más. Titubeantes al principio pero solidos en los dos actos finales. La soprano mexicana lidia con firmeza con el papel de la desgraciada Butterfly, a pesar de que el criticado vestuario le hace flaco favor, ya que quizá infantiliza demasiado a esa madre adolescente obligada a madurar a la fuerza. Charles Castronovo como B.F. Pinkerton se muestra sólido. Lo mismo se puede decir de la interpretación de Nino Sugurladze como Suzuki. Se esperan con emoción las partes más reconocibles de la ópera y no defraudan. Cuando la Butterfly entona las primeras notas de Un bel di vedremo, un escalofrío recorre el patio de butacas. Lo mismo se puede decir de la impecable participación del Coro del Teatro Real. Ese Coro a boca chiusa merece una ovación que no recibe al no salir el Coro en los saludos finales. La orquesta, impecablemente dirigida con precisión y brío por el Maestro Nicola Luisotti.

Esta Madama Butterfly supone un cierre de lo más acertado a la temporada del Teatro Real. Un gran título, un reparto acertado y una propuesta con su dosis de polémica. Ópera en estado puro.

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