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08.07.2024 Música  
Les Nits de Barcelona: Patti Smith Quartet – Crónica 2024

Tercera noche de la presente edición de Les Nits de Barcelona 2024, y otra velada de éxito de la que se puede congratular la organizadora Clipper’s Music. De nuevo, rozando el sold out en el Palau de Pedralbes de Barcelona para, en esta ocasión, disfrutar de Patti Smith Quartet.

Pasados cinco minutos de la hora prevista, compareció abrazada a un ramo de violetas la poeta punk de nacimiento y activista por convicción Patti Smith. Larga melena blanca -que Dios sabe cuándo empezó a crecer-, americana negra y camiseta blanca. Junto a ella, su primogénito Jackson Smith a la guitarra, Seb Rochford a la batería, el multi-instrumentista Tony Shanahan. Sobria banda a servicio de la enérgica septuagenaria, quién lo diría ante el derroche de energía que pudimos presenciar ayer noche.

Ante un público ecléctico-eléctrico, y entregado de antemano a la causa, solo faltaba encender la mecha. Y le costó muy poco a una locuaz y levitosa danzarina Patti Smith, quien se mostró tremendamente comunicativa y especialmente emotiva durante toda la velada.

«¿Estáis hambrientos?», espetó a la platea tan solo agarrar el micro. Y a partir de ese momento, ya no hizo falta mucho más para que, durante la hora y tres cuartos siguientes, una audiencia entregada al universo catártico de Smith se olvidará del encorsetamiento al que aparentemente obliga un show de rock de asientos numerados.

Calentó motores tirando de dos clásicos de su cancionero primitivo, Summer Cannibals y Redondo Beach, para continuar con Ghosts; canción originariamente escrita en homenaje a la tribu india de los Hopi y dedicada, esta noche, por extensión a toda los pueblos obligados a abandonar su hogar. Fue la primera canción con carga política de la noche a la que como activista inquebrantable nos tiene acostumbrados.

«Bob Dylan», pronunció escueta y solemnemente tras finalizar una hipnótica versión de Man in a Long Black Coat de su admirado poeta. Raro es el concierto en que Smith no rinda homenaje al bardo.

Momento para el recuerdo antes de Nine. El sexto tema de la noche Smith lo dedicó a Gay Mercader, reconocido promotor que apostó fuerte por ella y la trajo por primera vez a Barcelona un ya lejano 1976; cuando aún era una joven e incipiente punk. Ambos se fundirían en un sentido abrazo en el escenario antes de los bises.

Y como si fuera poco lo vivido hasta el momento, y para recordarnos que para nada está desconectada de la nueva realidad que nos rodea, dedicó a su difunto marido Fred ‘Sonic’ Smith (guitarrista de MC5), una desnuda y cruda versión de Summertime Sadness de Lana del Rey. Versión casi susurrada, sin estridencias, acompañada esta vez por el público en su nostálgico lamento.

No entró a tiempo Patti Smith en Because de Night pero, curtida en mil batallas, se sobrepuso inmediatamente al error, para encarar sin freno una fantástica y para nada verbenera interpretación de la canción co-escrita con Bruce Springsteen. A estas alturas del concierto, y con toda platea en pie dando rienda suelta a sus emociones, aprovechó una avispada fan para acercarse al escenario y entregar un ramo de rosas a una exultante Patti Smith. Afirmó jocosamente, y ya en el ecuador de la actuación, «que todas las edades son bellas», y que ni ella misma hubiera sido capaz de tal derroche de energía a los dieciocho años. Momento de descanso y merecido respiro para su persona tras más de una hora de intensidad interpretativa, que aprovechó el cuarteto ahora en reconvertido en formato power-trio para ejecutar una versión académica del Fire de Jimi Hendrix.

Ya de vuelta, Patti Smith volvió a la carga interpretando una incendiara versión de Peaceable Kingdom; canción que dedicó a la joven activista Rachel Corrie, aplastada por un bulldozer israelí mientras intentaba evitar la demolición de una casa en la franja de Gaza en el año 2003.

Concluyendo el concierto, dos canciones casi entrelazadas para rendir un sentido homenaje a Kurt Cobain. La primera, una escalofriante About A Boy, escrita para canalizar la rabia y frustración que sintió, sentada en su cocina con Fred Smith (quien fallecería un año después), la noche que tuvo conocimiento del suicidio del malogrado Kurt. La segunda, una rabiosa versión punki de Smells Like a Teen Spirit de Nirvana, con el público en llamas y Smith exorcizando su contenida rabia lanzando escupitajos al suelo como en los viejos tiempos.

Patti Smith empezó el concierto abrazando un ramo de violetas y lo terminó entregando rosas a la intensa audiencia de las primeras filas que no paro de corear hasta la extenuación el único bis de la noche, una larguísima Gloria, que puso el broche de oro a una intensa noche de Rock’n’Roll.

Sensación generalizada al finalizar el concierto: Una tremenda felicidad por lo vivido y una amarga sensación de vacío solo de pensar que será de nosotros cuando ya no podamos disfrutar de esta, en vías de extinción, casta de artistas pre-era inteligencia artificial. Un gran desasosiego nos invade solo pensarlo.

Crónica realizada por el equipo de EnPlatea

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