Los lunes del mes de julio desembarca en los Teatros Lara de Madrid Von Lustig, el hombre que vendió la Torre Eiffel de Los Absurdos Teatro. La inverosímil vida de un estafador que logró timar al propio Al Capone se transforma en una comedia trepidante, aguda y divertida que afloja sonrisas.
Víctor Lustig, es un ciudadano astrohúngaro que a principios del siglo XX decidió usar su inteligencia y sus aptitudes políglotas para iniciar una carrera como timador, truhan e ilusionista, lo que le permitió timar a mafiosos, banqueros, ricos acomodados y pobres diablos. Su aspecto refinado y saber estar le permitió inventarse el título de conde, y añadir un Von a su apellido, y esto le otorgó credibilidad y autoridad en muchos círculos. Víctor, ahora Von Lustig, accedió a toda clase de personalidades y fue creciendo en proporción a sus ambiciones, hasta que fue detenido y acabó en la mítica prisión de Alcatraz, de la que sólo salió para fallecer por neumonía en un Centro Médico Federal para reclusos.
Alfonso Mendiguchía leyó una breve noticia sobre Lustig, y eso fue el germen de esta obra. El falso conde había logrado vender la torre Eiffel como chatarra una vez, y casi lo habría logrado en una segunda ocasión. La historia es un punto de partida fascinante sobre el que Mendichugía construye una dramaturgia inteligente, que atraviesa la biografía de su protagonista con humor y un gran sentido escénico. Natalia Hernández dirige el montaje con una propuesta en el que economiza medios de una manera acertada, y explota la comicidad del texto. El resultado ha sido candidato a los Premios Max 2024 en las categorías de Mejor Autoría Teatral, Mejor Actor y Mejor Diseño de Vestuario.
Patricia Estremera y Alfonso Mendiguchía, componentes de la compañía Los Absurdos Teatro, integran el elenco. Mendichuguía intepreta a Lusting y brevemente a su padre, mostrándonos a un hombre distinguido, inquieto y calculador. Su trabajo es exacto, mientras que el de Patricia Estremera es una explosión brillante. Interpreta a Kikí, una prostituta que nos sirve de narradora pero también se mueve como una vedette de los locos años veinte a lo largo de la trama, para acabar interpretando a otros catorce personajes, en su mayoría hombres. Estremera es fabulosamente divertida, tierna, provocativa. Es lo que quiera ser. Cada una de sus intervenciones logra destilar a cada uno de esos catorce caracteres detalles de una comicidad sensual y descarada.
Los absurdos Teatro es una compañía pequeña, y también lo es la producción. Sin embargo el equipo artístico trabaja con lucidez y limpieza. Las soluciones son simples pero se integran en la narrativa con significado. Se aprecia en la escenografía metateatral que firman Natalia Hernández y Víctor Mones. El pequeño escenario del Teatro Lara acoge una boca de escena alternativa, con su propio telón, que refleja bien la forma teatral en la que Lustig planteaba sus estafas. Los elementos que apoyan la acción se limitan apenas a dos sillas y una mesa, que sin embargo, se integran con la capacidad de evocar atmósferas muy distinguibles, a lo que ayuda la acertada iluminación de Víctor Mones y Suh-Güein.
El diseño de vestuario merece una larga mención. Reme Gómez nos transporta al cabaret de principios de siglo y a los estereotipos de la mafia, espías y malhechores, o las clases altas burguesas. Juega en el diseño con elementos sencillos, pero con gran poder narrativo y evocador. Su vestuario nos invita a divertirnos, subrayando el tono de esta comedia que coquetea con dos números musicales (a mayor gloria de sus actores) en los que se canta y se baila bajo la dirección de David Bueno y Ricardo Santana.
Von Lustig, el hombre que vendió la Torre Eiffel es una comedia honesta y de excelente factura. Sabe aprovechar sus recursos en favor de una narrativa que crece a medida que nos adentramos en ella. Comienza titubeante, con un ritmo que parece no arrancar, pero rápidamente se adentra en un universo delirante, divertido y desinhibido que conoce bien los mecanismos para hacernos olvidar estas noches tropicales.
Crítica realizada por Diana Rivera