Es teatro en verso que desborda música, luz y color. Y es comedia dramática de reflexión. El misantrop, el clásico de Molière, producción de La Brutal con David Selvas a la dirección, en una versión que se ha interpretado en el Teatre Grec esta semana (durante el Festival Grec de Barcelona), que se salda con un sobresaliente y me deja con ganas de repetir función.
Alceste es el misántropo (persona que demuestra aversión al género humano o al trato con los demás) al que da vida el dramaturgo francés justo después de un desengaño amoroso propio (el abandono de su mujer) mientras lucha contra una enfermedad. Ese contexto en su vida influye y moldea la trama del conocido clásico donde, a través de los ojos y la boca del personaje principal, Molière expresa su aversión hacia la hipocresía y el estilo de vida interesado y amoral de la sociedad. Alceste sostiene que decir siempre la verdad (y nada más que la verdad) está por encima de todo, creando dilemas continuos con el resto de personajes que le rodean, incluida Célimène, la mujer de la que está perdidamente enamorado y quien, justamente, representa todo lo contrario a lo que él defiende. Alceste huye de convencionalismos hasta un grado extremo, y es tan grande la decepción que siente, que lo llevará a abandonar a la humanidad.
David Selvas y Sergi Pompermayer se han encargado de reescribir esta dramaturgia, realizando una adaptación moderna y actual, en donde todo gira en torno a un sello discográfico y al mundo que se crea a su alrededor de artistas, juergas y redes sociales. Manteniendo la esencia, porque a día de hoy sigue siendo de rabiosa actualidad, este Alceste siente la necesidad de recriminar la hipocresía de su amigo Filinto (que él defiende como diplomacia), de ser completamente sincero con el trabajo musical de Oronte, aunque eso le acarree consecuencias, o de no socializar ni participar en fiestas con quien no quiere y si no quiere hacerlo. Con él pillan todos, cantantes y productores y hasta recibimos collejas los críticos. No se salva ni el teatro. Siguiendo la misma estela del original, El misantrop de La Brutal mantiene la esencia del mensaje y la misma composición en verso (que Pablo Macho Otero se ha encargado de elaborar) pero con un lenguaje completamente actual. Se habla de festivales, de discos, de teléfonos móviles y de redes sociales. Como resultado, les ha quedado una comedia contemporánea enormemente divertida pero con una profundidad en los dilemas éticos que plantea y con unos golpes a nuestra realidad que impactan desde nada más arrancar.
Pol López es un Alceste en crisis, decidido a seguir amparado en la verdad como medio de vida. Pol López siempre lo hace bien. Así que, de forma excelente, da vida a ese hombre testarudo y luchador a la par que amargado por lo que contempla, con esa dialéctica que, si bien le viene dada, es pronunciada de esa forma tan especial que solo él sabe ofrecer. Y si me faltaba algo por ver, era ver cantar al López en un escenario. Pues bien, hasta eso lo hace bien. Mireia Aixalà es su Célimène, en un papel que parece que le viene como anillo al dedo. Realiza un trabajo de interpretación notable, porque la sensación es de aparente comodidad para representar, como con gracia natural, a este tipo de femme fatale superficial. Norbert Martínez es el otro personaje importante de la trama, el amigo Filinto, que Martínez ejecuta también con nota. Y con Alex Pereira, a quien aún no había podido ver sobre los escenarios, me encuentro a un actor de entrega máxima y dando la réplica a los más experimentados. Júlia Genís, Laia Alsina, David Menéndez y Albert Prat completan el elenco, que en este montaje son los que principalmente le ponen la banda sonora a este nuevo proyecto que ha dirigido tan diligentemente Selvas.
A niveles técnicos, el escenografía se ha creado en dos ambientes: la discográfica tras su velo de falsedad social y el exterior, negro y desnudo donde se dice la verdad. Una idea que ha ejecutado Alejandro Andujar y que junto a las luces de Jaume Ventura, que dan una gran fuerza al conjunto, acompañando cálidamente reflexiones o animando las actuaciones, están totalmente acertados para la idea de La Brutal.
En cuanto a otra de las partes importantes de este montaje (como en el caso de muchos otros de la misma productora teatral), Selvas vuelve a contar con Paula Jornet y con Adrià Jornet para el espacio musical. Al haber adaptado el lenguaje y la trama al presente, el estilo musical va acorde con el momento. Y aunque no es teatro musical en sí mismo, escuchar en directo bajos, teclados, batería y oír a los actores cantar le da un ‘plus’ a la propuesta convirtiéndola en un atractivo interesante tanto para jóvenes como para adultos.
Este montaje vale mucho la pena. Teatro en estado puro, de ahora y para ahora. Creado hace más de 350 años por Molière; revisitado y versionado de forma excelente por La Brutal. El misantrop vuelve en diciembre al Teatre Lliure y ya empiezan a venderse las entradas. Yo no me esperaría mucho para comprar.
Crítica realizada por Diana Limones