Poco le faltó a la organización para colgar el cartel de no hay entradas del concierto de Pretenders en la jornada inaugural de la segunda edición de Les Nits de Barcelona. Una vez más, y durante todo el mes de julio, el festival se celebrará ante el marco incomparable del Palau de Pedralbes.
Y feliz decisión por parte de la organización de encargar de dar el pistoletazo de salida nada más y nada menos que a los Pretenders de Chrissie Hynde.
Antes de empezar el concierto, alguno de los fans de la vieja guardia aún recordaban la última visita a la ciudad condal de la banda (allá por el lejano 2003) en el que tuvieron el honor de telonear a sus satánicas majestades. Y, efectivamente, había muchas ganas de volver a disfrutar de los Pretenders.
Pasaban pocos minutos de las diez de la noche cuando en un escenario sobrio pero elegante, sin alardes, ni parafernalia, ni adornos que distrajeran al público de lo esencial, hizo aparición la rocker de Ohio (chaqueta de cuero y altísimas botas); única superviviente de la banda que ella misma fundó y que ha sabido sobrevivir a infinitud de vicisitudes desde sus inicios en Londres por los finales de los 70. Hynde estuvo arropada en todo momento por una sección rítmica implacable (Kris Sonne a la batería y Dave Page al bajo). Mención especial y matrícula de honor para el trabajo a las seis cuerdas de James Walbourne, coautor junto a Hynde de los doce demás del último disco de la banda (Relentless); del que llegaron a sonar hasta tres en la cita barcelonesa.
Chrissie Hynde inició el concierto con toda una declaración de intenciones entonando el tema Losing My Sense Of Taste perteneciente al mencionado último trabajo de la banda. Proclama Hynde que ya no le importa el rock & roll y que muchos de sus artistas favoritos ya le parecen cansados y viejos, para acto seguido, ironías de la vida, dar una lección de pura clase y actitud, durante las casi dos horas siguientes. Cierto es, y sin citar nombres, es que después de lo últimamente visto por estos lares, Chrissie parece una jovenzuela eterna y, sobre todo, digna.
A partir de aquí, sin bajar el pistón y avisando al respetable de que no iba a ser una noche con vistas al pasado únicamente, sonó la contundente y trotona de riffs entrelazados de Turf Accountant Daddy del álbum Hate For Sale (2020). Una vez sentadas las bases y marcados los principios (que para eso es la que manda), continúo su soberbia actuación con una ristra de clásicos. Con Kid a la cabeza (me pareció que Hynde susurraba que estaba dedicada al batería original de la banda, Martin Chambers), se sucedieron Message Of Love, Private Life y Back On The Chain Gang. El público, que si bien hasta el momento había aplaudido todos los temas con entusiasmo, ya no pudo contener su emoción y se puso en pie, móviles en alto.
A estas alturas del concierto, y con el público ya en el bolsillo y dejando de lado la Telecaster que solo abandonó en tres ocasiones esta noche, Hynde se quitó la chaqueta de cuero y continuó la lección con Hymn To Her. Y la voz seguía allí, sin bajón alguno, sin afonías inesperadas. Le siguió Don’t Get Me Wrong, himno ochentero que volvió a poner de pie a un público asistente que ya no podía aguantar más el encorsetamiento al que obligan los recitales de asiento numerado. Algunos hasta tuvieron el coraje de abandonar sus localidades para dejar vía libre a sus instintos en los laterales de platea.
La clase magistral llegó en la pantanosa Thumbelina, con un Walbourne desatado que nos trasladó a no se cual tugurio de Texas. En esta ocasión, Guitarra Charlie Sextoniana rondó por mi mente. De nuevo, pausa de hits para defender su último álbum con la interpretación del himno contra la vejez pasiva Let The Sun Come In y la punkie Vainglorius.
Ya en la recta final de un show que no dejo de ir a más en ningún momento, Hynde se agarró a las maracas par en la mejor de las canónicas formas boddyleianas, atacar la rythmbluesera Break Up The Concrete, e hizo un llamamiento a los malos chicos de las gradas, antes de una furiosa Bad Boys Get Spanked.
Pretenders no se fueron del Palau de Pedralbes sin sacar a pasear la harmónica en la última canción antes de los bises Middle of the road. Tras ella, y para atacar finalmente la noche con el público en pie, llegó la versión de Stop your Sobbin’ de The Kinks y, cerrando la actuación por todo lo alto, Mistery Achievement.
Con el público exultante ante tal derroche de energía presenciado, y antes de abandonar el escenario, Chrissie Hynde tuvo el detalle de acercarse a las primeras filas para estrechar manos y regalar unas cuantas púas a los afortunados que pudieron gozar desde la cercanía de un tremendo concierto de los de antes.
Crónica realizada por David Abarca