novedades
 SEARCH   
 
 

25.06.2024 Críticas  
Paradise – Crítica 2024

En agosto de 2021, durante los últimos coletazos del tramo principal de la pandemia, el National Theatre británico estrenó en Londres Paradise, de le autore Kae Tempest. Esta adaptación del Filoctetes de Sófocles llega ahora al Teatre Akadémia de Barcelona, dirigida por Moreno Bernardi. Lealtad, traición, masculinidad y expolio global, a escena.

Paradise parte de la obra de Sófocles bastante fielmente: tras los hechos que Homero narra en la Ilíada, Odiseo (Uri Guillem) llega a la isla de Lemnos junto al hijo del difunto Aquiles, Neoptólemo (Albert Muntané), pues un oráculo ha profetizado que la guerra de Troya no podrá ganarse hasta que Filoctetes (magnífico Roger Sahuquillo) y su mítico arco, herencia de Heracles, no se unan a la contienda. El problema es que Odiseo abandonó a Filoctetes de camino a la guerra, así que deberá usar a Neoptólemo para ganarse la confianza del antaño gran guerrero, manipularlo y llevárselo de la isla con el arco.

Todo eso permanece, que no es poco. Sahuquillo es sin dudas la estrella del conjunto, abrasivo y tierno, dolido y furioso, vale la pena ver Paradise solo por verle a él; Guillem crea a un Odiseo manipulador y odioso, Muntané da con un Neoptólemo que se deja utilizar, flojo, tibio entre los dos extremos. El centro de la obra, realmente lo único que en cierto modo resulta argumental, son las conversaciones entre los tres hombres.

Lo verdaderamente interesante de Paradise es todo lo que cambia: para empezar, el papel del coro. Los marineros y soldados de Sófocles se convierten aquí en mujeres, atrapadas en una isla a la que van a parar los desechos del mundo moderno. En lugar de ser un coro unificado, además, plantea una multitud de voces enfrentadas, ajenas a los extranjeros que acaban de llegar, pero discordantes entre sí. Zúbel Arana (casi élfica, posiblemente la más completa en un conjunto interesante), Núria Dalmau, Maria Estela, Sara Palomo y Aina Serena cantan elegías, discuten de su pobreza, comparten remedios, se protegen y se odian cordialmente, entre visiones y predicciones. Una bocanada de aire fresco que permite introducir la mayoría de los nuevos elementos temáticos, muy vinculados al hoy, al ahora, de la obra. Pero más allá de complementar el universo del núcleo mitológico, heróico, las mujeres se establecen, aun en la periferia, en adalides de la resistencia, en heroinas por derecho propio. En las personas que se olvidan cuando suele hablarse de los «grandes hombres».

Para continuar, el idioma: esencialmente en catalán, adaptada por Sadurní Vergés, la obra presenta fragmentos en el inglés original, a menudo simultáneamente a la versión traducida. Algo que añade un factor de complejidad multicultural al conjunto que no presenta el texto inglés, y nos recuerda el empleo del poético verso para su coro que elige Kae Tempest, pero que como veremos más adelante, agrava algunos de los problemas del proyecto.

Y por supuesto, el reto a la estructura original: Paradise priva a Filoctetes de su clímax, y por lo tanto, de su catarsis, alterando en consecuencia los temas de honor, gloria y obediencia divina, contrariándolos, en esencia y no solo poniéndolos en duda, sino directamente negándolos. Lo convierte en una especie de Rambo, tanto en el sentido de El Acorralado, el héroe abandonado tras haber sido usado, como del Rambo III al que el Coronel Trautman debe ir a sacar de su encierro, todo un emblema de la masculinidad del siglo XX a la que luego torpedea el texto. Es bonito uno de los momentos en que la revisión de la masculinidad queda en manos de Filoctetes (su escena con el violinista David Flores), aunque aparece demasiado de la nada para acabar de vincularse con lo demás que transcurre en escena.

Hay algo de esto en todo el conjunto: Paradise es larga, muy larga para depender de un núcleo de tres o cuatro conversaciones, intensas pero que no justifican las dos horas de la obra. Incluso teniendo en cuenta las grandes aportaciones del coro, sigue habiendo un decaimiento frecuente en el conjunto, demasiados espacios vacíos, aumentados por las pausas que crean fotografías proyectadas que detienen la acción, en ocasiones dividiendo momentos clave pero no siempre. Y metafóricas, pero ajenas, requiriendo una interpretación aparte. El doble idioma complica y alarga aun más algunas secuencias y dificulta su comprensión.

Las comparaciones con el montaje original son indebidas porque hablamos de un National Theatre frente a un Teatre Akadèmia con una estructura de producción muy diferentes, pero no deja de haber elementos que van más allá de los presupuestos: las mujeres del National eran refugiadas, con un diseño de vestuario sencillo pero colorido que hablaba del reaprovechamiento, de la reutilización y la multiculturalidad, temas que vibran en esta Isla de nadie; las del Akadèmia… son ¿sacerdotisas, guerreras post-apocalípticas? El vestuario de Josep Abril toma claramente una decisión, una línea y un cromatismo que se suman a las del conjunto, y que está en la iluminación de Lluís Serra y el espacio escénico de troncos/ramas/armas arrojadas por el mar que diseña el propio director, Moreno Bernardi, en ese sentido no hay fisuras. Las decisiones creativas son coherentes. Ninguna es problemática de por sí y sin duda añaden plasticidad. Pero ¿aportan o restan al texto? ¿O van en otra dirección distinta? Porque todo ello se suma a los momentos de languidez de la producción para transmitir frialdad, distanciamiento. Como el olor de la herida de Filoctetes, pero mucho más sutilmente, esa estética nos aleja…

Elementos muy destacados, sin embargo, son el mapeado de Martín Elena y las joyas de Valentina Falchi, un pequeño pero muy importante detalle para cada personaje. Pequeños destellos de individualidad y genialidad (como la creación del arco), con un texto potente aunque con sus propios problemas (la ausencia de catarsis ya mencionada es uno de ellos), un elenco joven pero volcado en sus personajes y una producción coherente pero quizás no del todo acertada para elevar la obra y acercarla al público.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES