Sónar nos deja noches de locura y un sinfín de ritmos distintos en sus escenarios. Las noches del 14 y 15 de junio el recinto Fira de Hospitalet se convirtió en la pista de baile dispuesta a recibir a todos los amantes de la música electrónica o todos aquellos que buscaban experimentar y vivir una experiencia inolvidable en el evento más importante de esta disciplina.
Los platos fuertes de la noche vienen siempre temprano, y decimos temprano si vienes de Sónar de Día, pues sí, se solapan, y tomar decisiones es difícil cuando ambos cuentan con un cartel increíble. Pero de eso se trata, así que no podíamos perdernos la actuación de Air. El grupo francés nos llenó de nostalgia nada más leer que íbamos a disfrutar del concierto de su álbum debut que tanto hizo vibrar a la población 25 años después de que saliera. ¿El resultado? espectacular. Acercarte al escenario del SonarClub era una fantasía, su actuación parecía un frame rectangular en medio del stage en el que todo ocurría ahí. El vestuario blanco parecía trajes espaciales, y no es para menos, pues Moon Safari es el álbum del que os estamos hablando. el dúo formado por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel iba acompañado de una impecable banda. Donde parecía sonar una batería electrónica era acústica y con una técnica increíble fundiéndose con las armonías del piano. La fusión de la electrónica con lo orgánico era tan perfecta que te hacía vivir todo tipo de sensaciones. Un galáctico viaje por las estrellas con sus luces, sus leds cósmicos y el planeta tierra en los visuales. Un viaje atemporal, con el vocoder y los sonidos de bajo de la época, una fantasía de la que no queríamos aterrizar.
Jessie Ware debutó en Sónar con el glamour de Studio 54 y la energía de la Ibiza de los 80 a Sónar. Brilló cual reina y no por el brillo de su precioso vestido largo, que también, sino por su melodiosa y potente voz. Cantó y bailó junto a sus bailarines con una elegancia absoluta, esas vocales tipo RnB con ese house, funk pero a la vez disco de la época. Llenaba el escenario solo con su presencia pero los detalles siempre cuentan y el hecho de traer banda dio un color inigualable. Con sus bailarines con aspecto más punk pero llenos de lentejuelas convirtió el escenario en una discoteca, casi en un videoclip, lleno de coreos relajadas en las que la interacción con Jessie Ware era constante y muy sensual siguiendo cada nota y cada beat a la perfección. Sin duda un show perfecto para disfrutar después de Air.
CASISDEAD combina sus rimas con música electrónica. Se le conoce bien por sus colaboraciones más a lo Drum’n’Bass con Skepta o Giggs. El show perfecto para el SonarLab, su explosión de electrónica con sus raps energéticos animaron a todo el público para rular por todo el Sónar con el vibe perfecto. Pero no penséis que todo el show fue modo taquicárdico con el hype hasta arriba y las rimas frenéticas, CASISDEAD sabe como construir y deconstruir su show para que sea legendario.
La Goony Chunga fue de las propuestas extravagantes del SonarCar, donde todo vale y se presenta los más alternativo y urbano de la escena. Un show de reggaeton en el que se perreó hasta el suelo, outfits atrevidos como sus letras, solo apta para mentes abiertas y con ganas de reírse mientras mueve el cuerpo. Los visuales estrafalarios en los que podías leer sus letras, fuegote y manos con toqueteos subidos de tono como La misma Goony Chunga. Lo puso del revés y todo el mundo bailó aunque sea difícil de entender que el artista cante por encima de la pista bien subida de volumen, es como estar en una discoteca y que el artista solo te anime. La artista se mostró muy cariñosa todo el tiempo regalando «te amos» al público y bajando a cantar cerquita de las primeras filas.
Adriatique nos regaló un set dinámico en el que jugaron con el sonido con diferentes estaciones de sonido, manejando y trasteando sus máquinas, lo que hace tremendamente difícil que haya dos shows iguales del dúo suizo. Su techno melódico ha conquistado el mundo y el Sónar no iba a ser menos. El público tenía claro que era un set que no podía perderse. Esos ritmacos techno que te hacen bailar toda la noche pero sin la oscuridad del mismo eclipsada por melodías que te hacen volar y quedarte hipnotizado mirando hacia el escenario del SonarClub. Al terminar estos grandes, muchos se quedaron a ver al veterano Richie Hawtin, el hombre de la casa que jamás se pierde un Sónar y del que nadie se quiere separar. Con los años suma fans y detractores pero nadie puede destruir el imperio y la huella que creó. Richie es un genio creando atmósferas y cada año nos trae una propuesta distinta en su puesta en escena; donde el año pasado tuvimos columnas de leds rojos, este nos iluminó con los focos que había tras él con diferentes colores que se difuminaban entre el humo manteniendo su silueta visible, pero no su rostro, manteniendo su misterio tanto en su imagen como en los eternos subidones de sus sets que te hacen perderte en una montaña rusa de emociones y mantener esas cosquillitas en el estómago que te hacen levantar las manos y dejarte llevar bailando.
Casi que el viernes noche podías nadar en la nostalgia si eso es lo que te apetecía, pues ya hemos narrado un poco el mood con Air, Jessie Ware y el vibe de los ’80 o Richie con su peculiar estilo, aunque musicalmente siempre combina clásicos con temas nuevos. No nos pudimos resistir a ver en el SonarCar a pegarnos una sesión de breakbeat recordando esos años de la Andalucía que hizo el genero bien grande en nuestro país. GAZZI y DALILA nos llevaron desde el sonido más puro de los ’90 hasta la época más dubstep. Este genero marcó tendencia y ellas mantuvieron su esencia llevándolo a los límites de lo contemporáneo con el liquid drum’n’bass y el dubstep más loco. Subidas y bajadas perfectas para mantener ese hype de cierre.
Si ya hablamos de decisiones difíciles al dejar Sónar de Día para ir a Sónar de Noche, la gente no se lo pensó mucho para ir a ver a Paul Kalkbrenner, pues aquello estaba a petar, no cabía un alma y es que ¿quién quería perdérselo? Su techno hipnótico con aires de tech house estaba cantado que iba a ser un éxito. Eso toques de funk que hacen mover tu cadera, tus pies y levantar los brazos para el indiscutible rey de la noche. Desde las pantallas del SonarClub podías ver las imágenes de él gozándolo tranquilo, casi como un juego de niños, pero está claro que lo es y sus años de experiencia en los escenarios los corroboran.
La Costa Oeste se apoderó del SonarPub y es que Vince Staples se lo rapeó tranquilo, pero su público no, pues se oían las letras de Staples desde el VIP de SonarPub. Lejos de ser un rap agresivo y gangster nos lo bailamos y los levantamos tranquilos con ese vibe de California, esos acordes de piano. Las habilidades de Vince Staples en el micrófono nos dejaron sin palabras. El rapero lanzó disco a un mes de Sónar y el público demostró al californiano que se saben lo viejo y lo nuevo. A pesar de que únicamente venía acompañado de su dj, Staples se comió el escenario de Sónar dejando claro que en el festival hay rap para rato.
La reina de la noche coronó el SonarClub, os estamos hablando de Charlotte de Witte que presentó Overdrive. La belga no lo petó. Si bien el sábado fue la noche más fuerte de las dos nadie se lo pensó a la hora de ver su interesante estreno. Musicalmente ella es una bestia de la electrónica que sabe como mantener a todos contentos y bailando ya que se caracteriza por su dinamismo y cambio de estilos pasando del techno duro al trance sin pestañear y pasándolo a otro nivel con esos ácidos tan marcados y con un ritmo que te deja seco bailando. ¡Mal momento para ir a la barra! Su nuevo show lleno de luces cambiando y combinando sus sonidos te tenían enganchado, por lo hablar de las pantallas verticales gigantes mostrando el rostro de la belga. Desde luego no dejó a nadie indiferente.
Floating Points triunfó también en el Sonarpub en el que no cabía ni un alma. Su set hipnótico, melódico, puro sinte para nuestros oídos nos reventaba los tímpanos a base de agudos ambientales que luego engordaba con techno duro, con chicha ¿bailas o no bailas? y así fue, la gente bailando sin parar con esos ritmos subiendo y bajando, con los bajos subiendo y distorsionando. Con esas frecuencias invadió el SonarPub dejando el listón bien alto. Nos encantan estos sets tan impredecibles.
Desde SonarCar pasamos a ver a Soto Asa. Nos encanta la música urbana y entendemos toda su expresión y tendencias, no obstante el show no se sostenía. Reinó un autotune que no hacía más que disimular vagamente las olvidadas de letra del artista junto son su corista. Y decimos disimulaba porque la pista estaba por debajo a todo volumen y podía escucharse aún su voz si éste dejaba el micro. La puesta en escena no fue nada del otro mundo y decepcionó bastante a nivel artístico. Este amargo sabor de boca se nos quitó rápido con BLEX, un show formado por Filip Custic, Virgen Maria, Naive Supreme & Hundred Tauro. ¿y qué esperas si se juntan esta panda de locos? pues una subida garrafal de bpms, bombos contundentes que bajan y suben su intensidad, bootlegs de artistas como Madonna o Rosalia y hardcore uptempo para coronar el pastel. Todo esto no se queda aquí pues el esperpento reinó en el escenario. Una estética muy icónica e inquietante, y es que ese es el rollo de BLEX, la celebración de lo censurado. ¿El resultado? Un pool dance en el escenario, un dj al que un tiburón se lo está comiendo mientras da el set tumbado como sirenita, pirotécnia y personajes con caras cubiertas que aparecen y desaparecen de la escena.
Para cerrar nos pusimos serios y fuimos a disfrutar del maravilloso set de Kerri Chandler presentando Reel-2- Reel live. SonarPub se llenó para poder gozar de este crack que puso la pista del revés. Cierto es que era muy difícil ver los detalles técnicos de su set pero al final se trataba de sentir la magia de la música y saber que no se trataba de un ordenador, de una controladora, ni siquiera de vinilo… sino un montaje con bobinas de cinta que iba enrollando y cambiando y que eso era lo que sonaba. ¿El sonido? impecable, un regalo para nuestros oídos mientras amanecíamos en lo que fue la última noche de Sónar. Una relajada mañana a ritmo de tech house, de la elegancia hecha música, una entrada al verano transportada al vibe playero. Esos ritmos nos hicieron saborear hasta el último minuto de festival, algo que recordar, pues el buen rollo y esos sonidos tan frescos eran la clave para terminar este Sónar.
Sónar ya tiene disponible la pre-venta de los pases para 2025, edición que se presentarán los días 12, 13 y 14 de junio. Puedes inscribirte en la preventa en su página web. Además recuerda que, si todavía te queda saldo en tu pulsera, podrás recuperarlo a través del enlace de SonarCashless gratuitamente. Esperamos que, si fuiste, lo hayas pasado bien y estés recuperado, sino fuiste, esperamos que te haya gustado compartirlo con nosotros.
Crónica realizada por el equipo de EnPlatea.