El pasado 13 de junio Sónar lo volvió a hacer, partió la ciudad a todo ritmo dando pistoletazo de salida a el festival que corona Barcelona como la capital mundial de la música electrónica. Y no lo dice Sónar, lo confirman las miles de personas que pasan por el festival para bailar y fichar junto a sus artistas favoritos con unas propuestas artísticas que rompe límites año tras año.
Llevamos tres días bailando a luz de día, paseándonos por todos los lugares que nos esconde el Fira Gran Via de Barcelona. El festival que vuelve loca la ciudad cuenta con una serie de experiencias que no hacen más que complementar su oferta musical y dar un pequeño respiro entre tanta emoción.
Lo primero es lo primero, pasa por los boxes de OCB y cárgate de material entre gafas de sol y papel de liar, si es que fumas. Pero no olvides las gominolas Haribo para endulzar esos ratitos de festival a todo color. Pásate también por el stand de Melià para llenarte de purpurina y hacerte unas fotos con tus amigos y brillar todo el festi. Perfúmate en el stand de Carolina Herrera o tírate a la piscina de bolas de Dyson. Súbete al coche y grábate con tus amigos reventándola con los cascos a todo volumen pasando por la discoteca silenciosa. Hazte fotos con todos los rincones luminosos pero hazlo en compañía. Generadores de recuerdos que no hacen más que poner el broche de oro a la experiencia musical de Sónar
Días intensos pero con gusto, y es que los ritmos frescos, intensos, bailongos, las leyendas… nos lo ponen fácil.
Olof Drijer & Diva Cruz pusieron el SonarVillage del revés. Nos hicieron bailar, casi era como una posesión a ritmo de tambores, y es que Diva Cruz se comió el escenario pidiéndonos que brilláramos, que moviéramos el culo, y creednos, no podías resistirte. Ritmos frescos, africanos con un house exquisito y toques de Baile Funk en el que los protagonistas eran la pregunta/respuesta de Olof Dreijer y Diva Cruz con sus baquetas en las manos y su tamborileo. Un espectáculo percusivo increíble.
Por el SonarPark tuvimos el futuro del pop con Judeline. Una fusión muy urbana, con sus toques de autotune pero apreciando su melodiosa e hipnótica voz recogiendo talento en cada nota. La puesta en escena fue exquisita, dándole brillo al Park, un escenario brillando con la estructura blanca central compuesta por una escalera de 4 peldaños y una puerta al final de éstos adornado con unos cuernos que parecían ser de búfalo. Judeline, vestida también de blanco con unos cuernitos de diabla, jugó con el espacio elegantemente. A los lados la acompañaron su batería y otro instrumentista que se encargaba de las pistas musicales pero de repente podías verle agarrar un bajo.
SonarComplex tiene unos shows increíbles y una acústica inigualable perfecto para actuaciones como la de Aïsha Devi y Emmanuel Biard. Un show místico, una hechizante fusión de música espiritual y ritual a cargo de la vocalista y compositora experimental. Aïsha Devi pilotando las máquinas, su ordenador, caja de ritmos, los filtros… con bombos arrítmicos y sonidos ambient acompañados de su voz con full de reverb y delay cual canto de sirena hipnótica. Detrás de ella, telas que hondean sin parar sumergiéndote entre luces blancas y rojas a través del humo. Inquietante, nos dejó sin respiración.
Toya Delazy les hizo el relevo con una energía desbordante. La rapera supo hacerse hueco en la escena dando a respuesta a un estilo único el cual no tenía competencia, pues su denominado afrorave combina sus raps, íntegramente en zulú, sobre producciones polirrítmicas tocando el drum’n’bass. Atrevida como nadie se comió el escenario del Village demostrando su poderío y la fuerza de su arrolladora voz.
Está claro que la presencia femenina y el talento desbordaron poder, y es que Sevdaliza nos dejó con la boca abierta con su propuesta creativa presentada en el SonarHall. La cantante y compositora nos dio un viaje con sonidos desde el trip-hop, r&b, punk sin dejar de lado los sonidos de club. Con un teclista y un batería se armó su show cantando en directo brillando como nunca. Su outfit más que perfecto para su estilo vistiendo cuero con toques de tachuelas a espalda descubierta y bien cortita para mezclar la sensualidad y la expresión corporal con las letras relatando una historia que transciende a lo musical.
Por el Stage+D pudimos ver la locura hecha realidad de Team Rolfes con sus propuesta 321Rule. Si te pasaste por su instalación del Project Area su show ya te dejó anonadado. Música futurista y frenética o más pausada según lo que viniera ¿por qué? Esta performance no era un mero show musical sino que estábamos entre la realidad y la realidad virtual. Los personajes fuera del juego cumpliendo las misiones de la pantalla dentro del juego, el metajuego hecho performance en la que la realidad era el conjunto de las máquinas, la música y los personajes fuera de él. Pocos shows así han pasado por Sónar.
El cierre del jueves por Folamour en el Village estuvo a reventar de gente bailando alegremente de un lado al otro con ritmos house y discos, con bajos caminantes y dinámicos, el trompeteo, el funk. Una noche con ritmos frescos, con la gran tendencia desde Francia, con vocales latinas. Un cierre perfecto para la primera noche, un sabor de boca perfecto para volver a darlo todo.
El SonarVillage encendido desde temprano pero las horas pasan y el fuego sigue ahí con la llama prendida a ritmo de Coco Em. Los ritmos urbanos y los africanos se fusionan y crean sonidos que dejan claros que año tras año el público del Sónar lo ama, pues es de lo que más hace bailar. Y así fue con esta dj de Nairobi. Cayeron samples de hip hop, de dancehall, dejando claras sus influencias, sus ramas, haciendo volar a toda la pista.
Kelly Moran fue el plato fuerte Complex. Lo último que te esperas en Sónar es tal vez un concierto de piano, y sí, eso es lo que tuvimos. Kelly Morgan tiene un técnica exquisita. En pantalla vimos el piano gigante que acompañaba con arpegios y melodías su interpretación, armónicos infinitos. Un concierto hipnótico y emocional, en el que la música clásica y la electrónica convergen.
Sónar nos venía avisando de la combinación de la danza en el festival, para ello es muy importante hablar de Kianí Del Valle y su performance junto a Tayhana y Hamill Industries. La coreografía y los efectos visuales revolucionarios dan vida a CORTEX. Una puesta en escena que puso el Stage+D en lo más alto. La coreografía estaba compuesta por movimientos rotos que complementaban los bombos sincopados de la música cual posesión demoníaca su expresión corporal con cinco bailarinas era del todo inquietante pero a la vez placentera ya que el nivel artístico estaba bien arriba.
El SonarHall se volvió a llenar con la actuación de Surgeon y Speedy J, un artista que no decepciona pero que sorprende, ya que nunca sabes por dónde te va a salir. Empezó con pura distorsión, puro ambient y sonidos agudos que desgarran los oídos de cualquiera, para progresar en bombo, en bpms, volver a bajarlos y subirlos haciendo que tu corazón se vuelva loco envuelto por la vibración. Un set brutal que el que estuvo ahí y se quedó de principio a fin lo disfrutó cosa buena.
Kabeaushé visitó el escenario del Village desde Kenia para llenarnos de samples y acordes de teclado y sonidos clásicos. Su teclista llamó la atención con su atuendo rojo de torero, y es que el duo sorprendió con su show haciendo saltar a las primeras filas.
Nos trasladamos de nuevo al SonarHall para ver a Ela Minus. Con una puesta en escena increíble. Hipnotizados por su dulce voz, con la reverb y el delay a tope la atmósfera del lugar se transformo y nos transportó con sus sintes a otra dimensión. Su sonido atronador pero ambient te ponía los pelos de punta en un momento
Lauren Garnier, la leyenda, el grande, volvió a Sónar de Día. Ya se le echaba de menos en el festival pero definitivamente nos faltaba bailar con él en el atardecer de la segunda jornada del Sónar.El francés, el incansable defensor de la música electrónica nos ofreció un set exquisito del más selecto Tech-house.
El último día de Sónar lo vivimos más subidito, más tralla, más bombo, más velocidad, más locura. Nos unimos al party de horsegiirL con los bootlegs de Lady Gaga, con los ritmacos acelerados y las voces subidas de pitch. El hardcore a tope, el trance progresivo, sin género, ¿cómo le llamamos? Y sí, su aspecto de caballo con peluca rubia y vestidito blanco angelical se adueñaron de las pantallas del Village seguidos de los visuales de caballos corriendo, comiendo… La gente no paraba de saltar y los peques que vinieron con sus papás creednos que también.
Blck Mamba desde el SonarPark se hizo un buen hueco a ritmo de urbano con electrónica. Un Park lleno de gente moviendo el culo con los ritmos rotos, con el de moda baile funk brasileño, salsa con bombacos o la Tokisha acelerada. Decidida, sabe lo que quiere y lo consigue: la pista reventada.
La sorpresa grande nos la llevamos con Tommy Cash y su locura de show. Le llaman rapero pero es del todo alternativo. Empezó con una especio de K-Pop, salió en falda y con trenzas, rompiendo esquemas. Su dj, con la bandera de Catalunya pintada en la cara, mezclando y cortando letras de canciones, desde trap a hip hop pasando por el hardcore. Una gamberrada en toda regla con un sonido muy peculiar desde Estonia. Visuales a los trash, edificios abandonados, grafiteados, bambas sucias y destrozadas… así fue: una locura. En las primeras filas se armaron pogos animados por el mismo Tommy. El show fue una pasada.
Lee Gamble y Candela Capitán presentaron Models en el SonarHall. El productor británico Lee Gamble compuso su último álbum Models utilizando voces sintéticas generadas por inteligencia artificial que cantan en un lenguaje sin apenas palabras. Hablamos de darle movimiento al arte y es donde entra la coreógrafa Candela Capitán. Las bailarinas, atadas conn cadenas por la cintura se mueven y tratan de escapar constantemente, moviéndose perdidas por el escenario, por el suelo, se revuelcan desesperadas. El escape de la tecnología. Todas ellas llevaban un móvil en la mano y… ¡sorpresa! sus primeros planos en el directo del festival durante toda la actuación ¿cómo te quedas?
No pudimos perdernos a Gabber Eleganza y seguir con las recomendaciones de danza de Sónar. En esta ocasión no había coreografía ni guión, pues The Hakke Show solo puede ser improvisado. ¿De qué estamos hablando? el estilo de baile que surgió en la Holanda de los ’90 para bailar hardcore: el Hakke. El escenario estaba capitaneado por cuatro bailarines en chándal, un dj y un MC que animó el cotarro sin camiseta y a lo loco. El público bailó sin parar como le salió del alma a pesar de que entre el público se pudo encontrar a más de un fanático siguiendo los golpes de pierna y talón de los bailarines sobre la plataforma metálica de la que subían y bajaban acompañando al dj y su MC. Visuales con mensajes de nostalgia hacia los ’90, canciones emblemáticas de la época y muchos juegos de luces para crear efectos sobre el baile.
Paralelamente en el SonarVillage nos bajamos los bpm, pues el hardcore y la locura había tomado el control de las primeras horas, sin embargo era hora de dejar paso a la reina, a Kittin con su b2b junto a David Vunk. La reina del electroclash se unió al capo de Moustache Records para darle color al último atardecer de Sónar con new wave y techno y la fusión tan especial de David entre acid techno con electro e italo disco. El Village estaba lleno de arriba abajo, pues nadie quería perderse el b2b más emblemático del día.
Sobran las palabras para definir esta edición de Sónar de día. Un año más ha sido mágico e inigualable. Ya está disponible la preventa de Sónar 2025 y puedes acceder a ella a través de su página web. La próxima edición se celebrará el 12, 13 y 14 de junio.
Crónica realizada por el equipo de EnPlatea