Durante cuatro únicas funciones el Teatro de La Abadía de Madrid acogió aSÍ habló Zarathustra, la última propuesta de Inés Narváez, Mónica Runde y Elisa Sanz que, a partir del texto de Nietzsche, construyen con los hermanos Quique y Yeray Bazo (QY Bazo) una dramaturgia mixta en la que la actuación, la danza y lo performático se abrazan.
La inusual grafía del título recoge una intención, una afirmación escondida. Un monosílabo que se une a una respuesta positiva que estas creadoras, codirectoras de 10 & 10 – Narváez, Runde, Sanz hacen en su 35 aniversario de existencia como compañía. Es un sí a Friederich Nietzsche y un sí a Zarathustra. ¿Pero qué significa ese sí? La respuesta es compleja, versátil, como es el lenguaje que estas tres mujeres de tres generaciones distintas arrojan sobre la escena. Es una reivindicación de la transformación y del movimiento que defiende la obra filosófica, que también coquetea con los géneros (ensayo, novela e incluso poesía).
Para su composición Narváez, Runde y Sanz plantean una obra compuesta por tres actos: camello, león y niño. Tres transformaciones sucesivas de composición circular y repetitiva (el eterno retorno) a través de las cuales nace el súperhombre, la supermujer y finalmente la súperpersona (übermensch), sin identidad de género. Un ser que trasciende sus propios deseos y debilidades para “salir del desierto de lo real.” Los conceptos más esenciales de la filosofía de la obra de Nietzsche están reflejados. La muerte de dios, la voluntad de poder, el nihilismo, los citados übermensch y el eterno retorno encuentran un espacio singularmente filtrado por un prisma poético en el que lo emocional, como algo sensitivo, domina la escena. La trama avanza entre la palabra y el movimiento desarrollado a través de la danza. No obstante, entre ambas expresiones artísticas encontramos un sedimento creativo formado por texturas, materiales, sonidos, colores y especialmente, la luz. Estos elementos fluyen como conductores paralelos que nos sumergen en otro nivel dramático, donde la emoción surge de la experiencia sensorial. En esta línea apunto dos momentos que conquistaron mi atención y que en el gran espacio de la Sala Juan de la Cruz de la Abadía provocaron un efecto fascinador: los largos halos de las linternas moviéndose en la oscuridad de la platea y el nacimiento de esa súperpersona que baila liberada construyendo sus propios valores.
El trabajo es colectivo, las tres codirectoras y dramaturgas firman la coreografía y la escenografía. Monica Runde se encarga además de la parte más performática, asumiendo las decisiones de música y videoescena, Elisa Sanz firma el firma el vestuario (acertadísima la simpleza hipnótica del dragón “tú-has-de”) y Beatriz Francos asume el diseño de luces.
El resultado es, como avanzan en el programa de mano, un acto escénico global en el que no hacen danza, ni teatro de texto, ni performance, pero sus intérpretes (Alberto Almazán, Carlos A. Alonso, Luiscar Cuevas, Inés Narváez, Mónica Runde, Elisa Sanz, José Luis Sendarrubias y Simon Wiersma) bailan, recitan y acontecen en un espacio onírico, poético y filosófico.
aSÍ habló Zarathustra es para todos y para ninguno. Una combinación de teatro y movimiento, filtrado por una poesía visual y sensorial que resume bien el pensamiento del filósofo alemán. Una afirmación escondida en un adverbio que invita a jugar, a liberarse y a comenzar de nuevo.
Crítica realizada por Diana Rivera