El Gran Teatro Caixabank Principe Pio de Madrid alberga, hasta el 30 de junio, el exitoso musical Avenue Q. Un espectáculo irreverente y autodenominado como “no apto para menores de 16 años ni adultos que se ofenden con facilidad”.
Hay una asociación forjada a fuego entre las marionetas y el entretenimiento infantil. Los que hoy en día vestimos canas y hacemos «ruiditos» al levantarnos del sillón pertenecemos a una generación marcada por Barrio Sésamo, los que nos siguen de cerca tuvieron a Los Lunnis y, quién sabe qué niñeras de felpa tendrán las generaciones venideras. Lo que indudablemente tienen en común es que son y serán los abanderados de la programación infantil. En la pequeña pantalla nos enseñaban las letras, los números y algunos conceptos básicos de la vida, ¿pero qué pasa cuando los niños ya son mayorcitos y las marionetas pasan al escenario de un teatro? Pues nada más y nada menos que 3 premios Tony.
Avenue Q apareció por primera vez en el Off Broadway allá por 2003 y veinte años después sigue siendo un bonito guiño muy adulto y gamberro a nuestro niño interior.
La obra nos presenta a Felipe, un joven que acaba de licenciarse en Historia y Geografía y que viene buscando piso a la Avenida Q, Q de Cutre. Un barrio de Lavapiés cuyas viviendas están a la altura de los precios “asequibles” para gente normal, lo que a todas luces sigue siendo un atraco. Allí su historia se entrelaza con la del resto de los habitantes del barrio, cada uno con sus problemas específicos y sus metas. De ahí, el musical pasa a ser un conjunto de escenas cotidianas sobre temas como el racismo, el porno en internet o lo mierda que puede ser tu vida… incluso hay una escena de sexo explícito entre marionetas.
Algunos opinarán que Avenue Q tiene como único objetivo escandalizar al público, pero nada más lejos de la realidad. En esencia, el subtexto Avenue Q sigue la misma premisa que los programas a los que parodia (o mejor dicho, homenajea). Las situaciones que nos presenta el musical forman parte del proceso de crecer y, en nuestros primeros pasos como jóvenes adultos, nos enfrentamos a un mundo nuevo en el que ese sentimiento infantil de sentirse perdido y sin rumbo nunca nos abandona del todo.
Gabriel Olivares y José Félix dirigen esta disparatada adaptación de un texto que esbozará una sonrisa en el rostro de aquellos que nos criamos con las primeras temporadas de Los Simpsons. ¿Por qué? Porque esta obra es lo que una buena localización debe ser: Los nombres de los protagonistas, las referencias culturales y personajes populares del país… Hay un gusto en barrer para adentro con el libreto original y es delicioso, por lo que toca felicitar a Tuti Fernández, el artífice de esta hazaña. La escenografía, obra de Anna Tussell y Asier Ancho, también son parte de ese guiño nacional; ya que el barrio es una corrala de Lavapiés en toda regla. Es un ejemplo de buen hacer con decorados simples pero versátiles que, junto con unas proyecciones aplicadas con muchísimo acierto, tienen como resultado una puesta en escena a la que no se le puede tachar nada.
Intachable sin duda es el elenco formado por Alberto Scarlatta, Lucía Ambrosini, Diego Monzón, Jaime Figueroa, Mary Capel, Paula Soto, Dani Orgaz y Ezequiel Rojo. Todos hacen una labor sobresaliente, especialmente si tenemos en cuenta que no sólo tienen que cantar, sino que además tiene que dar vida a las marionetas protagonistas al mismo tiempo, a veces entre varios intérpretes. En el apartado vocal merece una mención especial Mary Capel, camaleónica donde las haya y con un torrente de voz simplemente envidiable.
En resumen, Avenue Q es una cita obligada para cualquier adulto que se precie de tener sentido del humor. Un musical con pedigrí que sólo necesita que dejes tus prejuicios en casa y recuerdes que con veintipocos tú tampoco tenías ni idea de qué ibas a hacer con tu vida.
Crítica realizada por Daniel Rivera