L‘Om Imprebís, en colaboración con Olympia Metropolitana, presenta Descarados en el Teatro Fernán Gómez de Madrid; una sátira escrita por Darío Fo y Franca Rame con guiños a las noticias de actualidad que surgen en torno a las figuras de poder. Santiago Sánchez dirige una versión muy española de la obra Clacson, trombette e pernacchi con un elenco de lujo.
En este montaje, lo primero que hay que destacar es el acercamiento de la trama a nuestra actualidad, haciendo que todo gire en torno al rey emérito, Juan Carlos I, imaginando que tiene un accidente que, como en el original, le desfigura el rostro y deben operarle cambiándole la cara por la de uno de sus empleados. El propio Dario Fo decía que sus obras no pueden ser piezas de museo, que siempre tienen que responder al aquí y ahora de donde se representan. Se trata de un juego de humor relativamente blanco pero también hay muchos diálogos y situaciones que te hacen reflexionar cómo hemos normalizado el abuso de poder; cualquier escenario es idóneo para visibilizar, abordar y evitar que estas formas de violencia se sigan perpetuando y legitimando. La diversión y la reflexión están aseguradas.
Otro de los grandes atractivos de Descarados es su espectacular elenco encabezado por Juan Gea. El actor está absolutamente genial dando vida a dos personajes muy diferentes. Transmite a la perfección los matices de cada uno de ellos: arrogancia, soberbia, impunidad, inseguridad, miedo, etc. Lola Moltó borda el papel de la mujer del empleado de la Casa Real – qué está en escena prácticamente toda la obra- derrochando frescura y vis cómica y deleitándonos con algunas de las escenas más hilarantes de toda la función. Gea y Moltó nos regalan un trabajo interpretativo sólido, convincente y maravilloso, muy bien arropado por el trabajo de sus compañeros y compañeras. Marta Chiner, Rafa Alarcón, Carles Montoliu, Carles Castillo y Víctor Lucas demuestran que se desenvuelven de forma magnífica en este tipo de comedias. Qué buen trabajo realizan todos, otorgando mucha fuerza al tono y al estilo de la historia.
Sin duda, uno de los grandes alicientes para ver Descarados es su extraordinario elenco formado por algunos de los actores y las actrices más versátiles del momento actual. Un grupo interpretativo que funciona muy bien y que consigue ganarse la atención del público de principio a fin. Qué privilegio poder disfrutar de todos y cada uno de ellos sobre las tablas de la Sala Guirau.
Otra de las cosas que supone un acierto es el espació escénico, sencillo y funcional que permite que todo lo que ocurra sobre las tablas fluya con gracia y naturalidad. Por un lado, una habitación de hospital y, por el otro, la recreación de la casa de uno de los protagonistas. Una escenografía actual, pragmática y dinámica – de la que son responsables Dino Ibáñez y Miki Mappin– por la que los actores y actrices se mueven como peces en el agua, estando integrados en ella durante toda la representación. El diseño de luces de Kique Mañas, que juega de forma brillante con los fundidos a negro, y el espacio sonoro, suponen puntos a favor para meterse al público en el bolsillo.
En definitiva. Descarados es un montaje absolutamente recomendable que cautivará a todos los amantes de Darío Fo.
Crítica realizada por Patricia Moreno