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22.05.2024 Críticas  
El monstruo de los jardines – Crítica 2024

Iñaki Rikarte dirige a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico en el estreno absoluto de El monstruo de los jardines. La obra, que puede verse en el Teatro de la Comedia de Madrid, demuestra que lo clásico está más vivo que nunca.

A comienzos de esta temporada la sexta promoción de la JCNTC hizo de Lope de Vega un espectáculo festivo, fresco y profundamente contemporáneo en La Discreta Enamorada. Meses después cierran esta primavera con este banquete teatral que destila talento, intuición dramática y una excelente ejecución. Un montaje que se postula como uno de los mejores de este 2024.

Es la primera vez que la Compañía Nacional del Teatro Clásico pone en escena El monstruo de los jardines y qué gran descubrimiento. El texto de Calderón es un divertimento mitológico en el que el enredo, la comedia y la reflexión filosófica conviven en armonía. Aquiles, el héroe determinante para la victoria de Grecia en la guerra de Troya, vive escondido desde su nacimiento en la isla de Esciros. Su madre, la ninfa Tetis, pretende así ocultarlo de la profecía que auguró su muerte en el campo de batalla. Sin embargo, el oráculo ha anunciado que los griegos solo vencerán en la guerra si cuentan con Aquiles entre sus filas, y Ulises lo busca sin tregua. Tetis, temiendo que su hijo sea descubierto, lo anima a integrarse en la corte de la princesa Deidamia travestido de mujer. El juego está servido.

Partimos por tanto de una obra poco representada, un verso lleno de belleza, y de fondo una reflexión sobre la guerra que se disfraza (como Aquiles) de un enredo de amantes. Iñaki Rikarte abraza el libreto, y todas las oportunidades que le brinda, para explorar, y reventar en el proceso, cualquier atisbo clasicista con un resultado brillante. Versiona el texto a favor de un ritmo más ágil, y contextualiza la obra en un periodo indefinido en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX. Su creatividad nos conduce a una atmósfera ecléctica en la que hasta lo más inverosímil suma a favor de la trama: mariachis, escenas musicales, ruedas de prensa. Todo cabe y todo encaja con pasmosa naturalidad. Mónica Boromello firma la escenografía y materializa las propuestas de Rikarte con decisiones de factura aparentemente sencilla pero una inteligencia escénica apabullante, que Felipe Ramos ilumina con perfección. Ambos nos ofrecen instantáneas que hacen la narrativa casi cinematográfica. El vestuario apoya la propuesta, y para ello Ikerne Giménez diseña uniformes militares, escolares y preciosos modelos con glamour hollywoodiense para Tetis, Deidamia y la corte de ésta (bellísimo el patrón impecable del primer modelo de Deidamia). La composición musical y el espacio sonoro, obra de Luis Miguel Cobo, se entregan a la libertad creativa: boleros, rancheras, marchas militares o el sonido de los helicópteros reverberan sobre los versos con sorprendente coherencia. Calderón de la Barca más contemporáneo que nunca y a la vez clásico e inmortal.

Iñigo Arricibita, Xavi Caudevilla, Cristina García, Ania Hernández, Nora Hernández, Antonio Hernández Fimia, Pascual Laborda, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Miriam Queba, María Rasco y Marc Servera, integrantes de la JCNTC, componen el elenco. Son una generación extraordinaria que tiene la formación y la intuición para recitar el verso con un gusto exquisito. Su interpretación es brillante y ligera. Los personajes están bien construidos, y eso se demuestra en escena en las evoluciones de la narración. La interpretación fluye con naturalidad pero con el ritmo, y con la inflexión que el buen recitado del verso exige. El resultado se concreta en un trabajo preciso y elegante que, como ya pasó en La discreta enamorada, nos deja con ganas de ver más de esta joven compañía.

El monstruo de los jardines es un montaje soberbio que se queda a vivir en nuestras retinas y en nuestro recuerdo, como una de esas experiencias en las que la creatividad estalla sin límites. Vuela convenciones y se deja fluir la imaginación en una fantasía inteligente y provocadora, destinada a ensalzar la belleza del verso de Calderón de la Barca. Es magnífica la versión, magnífica la dirección, magnífico el diseño y magnífica la interpretación. Es, simplemente, magnífica.

Crítica realizada por Diana Rivera Miguel

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