Otro año más que Jordi Prat i Coll estrena en la Sala Gran del TNC de Barcelona. Tras títulos como Els jocs florals de Cranposa o La rambla de les floristes, estrenadas en temporadas anteriores en el mismo escenario, este año se decanta por adaptar Els criminals de Ferdinand Bruckner al son de jazz y cabaret.
Bruckner aborda el tema de las carencias, la falta de humanidad y las equivocaciones en la ejecución de la justicia con una historia coral en tres actos, que Prat i Coll reescribe y dirige en gran formato y con una estética primeramente clásica que termina en una orgía de música y color como contraposición al final no-feliz de sus personajes. Cuanto más aberrantes son las vidas de los protagonistas, más aberrante se convierte el montaje, hasta llegar a la surrealista licencia final del director catalán.
En el primer acto se nos aproxima a los personajes y sus crímenes. En el segundo se les juzga. Y en el tercero se presentan los resultados de esas sentencias y cómo afectan a las vidas de los imputados. Posiblemente, el segundo acto es el más interesante a nivel didáctico y en donde se escenifica el alma de la obra de Bruckner. Ya desde el principio, con el juego de que la compañía se presente al público, y pasando por involucrarlo de forma activa en el acto II, Prat i Coll nos intenta envolver y que así el mensaje resulte de alcance más efectivo.
En los aspectos técnicos, a Els criminals no le falta de nada. La Closca vuelve una vez más a acertar de pleno con su escenografía, que es como si fueran 3, una para cada acto: las estancias de la casa múltiples veces realquilada, la sala del juicio y el mundo-cabaret del final. Las luces de Ganecha Gil serán imprescindibles para que cada uno de esos tres espacios cobren más vida y sentido, a la vez que van de la mano de la historia que se quiere contar. Y, junto a ellas, Albert Pascual hace un trabajo excelente de vestuario, manteniendo el estilo de la época con todo lujo de detalles, aportación imprescindible para dar el tono de exceso y de carga emocional que se quiere transmitir.
La música siempre tiene un papel protagonista en los montaje de Prat i Coll. Y eso no ha cambiado en Els Criminals, cosa que es de agradecer. Música en directo acompañando en unas ocasiones o como telón de fondo en otras, y canciones con sus respectivos números de baile se suceden durante todo el montaje. En esta ocasión, Dani Espasa se ha encargado de la dirección musical y la composición, Damien Bazin del espacio sonoro y Montse Colomé de la coreografía.
Y en la parte de dirección actoral, Prat i Coll ha contado con trece actores y actrices para esta adaptación. Encabezado principalmente por Joan Carreras, María Rodríguez, Lluis Soler y Cristina Plazas, y destacando a Carreras y Rodríguez (por debilidad personal como intérpretes) y a Soler (por su excelso trabajo como juez) el mecanismo actoral funciona como un reloj en un montaje con interrupciones e intervenciones continuas donde coexisten varias escenas a la vez. Jan D. Casablancas, Carles Roig, Kathy Sey, Carme Milán, Marc Tarrida Aribau, Neus Pàmies, Maria Santallusia, Eric Balbàs y Guillem Valverde comparten escenario y completan este amplio elenco, además de los tres músicos, Jordi Cornudella, Jordi Santanach y Dick Them, que hacen un trabajo excelente al piano, saxo y clarinete y contrabajo respectivamente.
No es una obra fácil de digerir. Tan rápida en ciertos momentos, tan coral, con tantas cosas pasando al mismo tiempo, y con tanta información que se ofrece, que en algunos momentos cuesta ir recolocando. Y aunque el publico del TNC es un público acostumbrado al teatro, una gran parte es de un conservadurismo importante. Por lo que es muy valiente, por parte tanto de teatro como de compañía, de levantar un montaje arriesgado y alocado como este. Pero la pretensión inicial de este proyecto, antes de levantar el telón, de hacer pensar a la audiencia y que el mensaje de fondo quede bien impreso creo que se consigue con éxito en este Els criminals, que permanecerá en cartel hasta el último domingo de este mes.
Crítica realizada por Diana Limones