La Sala Beckett de Barcelona presenta, hasta este domingo 12 de mayo, la obra Dona i aspirador(a). Un monólogo escrito por Helena Tornero e interpretado por la incombustible Míriam Escurriola Peña que nos hará pensar profundamente en el papel de las mujeres en la sociedad y la destrucción de la naturaleza.
Dona i aspirador(a) es un monólogo que nos expone algunas de las cuestiones que plantea el ecofeminismo como teoría y movimiento social que evidencia la existencia de vínculos profundos entre la explotación destructiva de la naturaleza y la subordinación de las mujeres. Una nueva mirada a la relación entre el avance tecnológico que a su vez provoca el colapso ecológico y la crisis de nuestra civilización. Pero, a su vez, esta también es la historia de un público que ve una obra de teatro que, desde su butaca, llegará a reconsiderar algunos aspectos de sus vidas pasadas, presentes y futuras y su rol ante el cambio climático.
Dona i aspirador(a) es la historia de una mujer de pelo rojo (interpretada por Míriam Escurriola Peña) que se presenta ante el público en una especie de show a medio camino entre una conferencia y una acción performativa de marketing directo. En un inicio, podemos pensar que somos parte del público de un pseudo-programa televisivo de Teletienda o de una venta de producto a un grupo reducido de personas pero, poco a poco, veremos que todo cambia. Aunque parece que nos intenta vender una aspiradora de última generación, todo quedará relegado a un lado al chocar con varios obstáculos personales generados por personajes de todo tipo (su hermana, su sobrino, la directora de su empresa, Vincent Van Gogh, un panda rojo del Himalaya y un grupo de jóvenes activistas climáticos). Todos ellos hacen que nuestra protagonista se replantee su vida pasada, presente y futura, su rol en la sociedad en general y en particular en relación al cambio climático y la salud del planeta.
Helena Tornero vuelve a traernos un texto amigable y divertido pero con un trasfondo turbio que iremos descubriendo mientras los minutos pasan. Una dramaturgia excelente que hace que queramos saber más, que muramos por entender lo que se nos muestra para, un poco más tarde, sin esperarlo, empatizar totalmente y, a su vez, replantearnos nuestra vida en esta sociedad que estamos creando.
Por su parte, Míriam Escurriola Peña nos presenta a un personaje lleno de energía que nos atrapa. Una mujer que es toda vitalidad y compromiso pero que, en realidad, soporta una mochila llena de temas personales que en cualquier momento se romperá ante el público. Una mujer fuerte que soporta a una familia que no le da ni las gracias, que a veces la mira con desprecio, y que parece que la tiene «comprada» para hacer lo que ellos necesitan sin pensar en sus sentimientos. Por otro lado, tiene a una jefa déspota que empatizaría antes con una pared que con una persona; la cual solo se preocupa de ella y de su éxito. Y, por último, tiene un sobrino que es un amor (y parece ser el más cuerdo de todos) pero cuyas ideas empiezan a radicalizarse, despreciando a la gente que no piensa como él (aunque, posiblemente, tenga toda la razón).
El personaje que Escurriola presenta ante nuestros ojos, es un personaje que muta a razón del avance de la obra. Alguien que, años atrás, se escondió del mundo bajo el manto de los miedos y las inseguridades que los demás le transmitían y que, ahora, volverá a salir a la superficie para luchar por lo que ELLA desee. Unos principios éticos que volverán a tomar las riendas de su vida tras sufrir el acribillamiento emocional y familiar al que estaba sometida («familia: no la puedes escoger», dice). Un trabajo actoral muy bien estructurado emocionalmente y físicamente. ¡Bravo!
En la parte técnica, destacar la sencilla escenografía ideada por Jan Clota Vilaró. Aunque parece que solo tenemos un aspirador y un expositor, nada más lejano de la realidad. La transformación que sufre su personaje, también la recibe parte de la escenografía. Lo mismo ocurre con la iluminación creada por Jan Clota Vilaró y Míriam Escurriola Peña; una iluminación que nos sorprende gratamente y que da más profundidad al mensaje. También me gustaría dar crédito al vestuario ideado por Estela Banger, quien nos presentará dos personajes bien distintos y, al espacio sonoro y la composición musical de Juan J. Ochoa.
Dona i aspirador(a) es de esas obras que no sabes qué te va a deparar la tarde con un título tan críptico y exquisito; pero que, sin embargo, es sentarte en la butaca y la historia te consigue abstraer del mundo exterior para, al finalizar, salir pensando que el lugar donde vivimos debería cambiar. Posiblemente, todos deberíamos disfrutar de esta obra para abrir un poco los ojos y plantearnos si lo estamos haciendo bien.
Crítica realizada por Norman Marsà