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03.05.2024 Críticas  
El zoo de vidre – Crítica 2024

Tenesse Williams siempre es bien. Más que bien, diría yo. El reputado dramaturgo estadounidense, quien ya había escrito varias obras, se consagró con The glass menagerie (El zoo de vidre en su traducción al catalán), justamente el título que ahora nos ocupa, que encarga La Perla 29 a Martina Cabanas Collell para que traduzca y dirija, se programa estos días en el teatre de la Biblioteca de Catalunya.

La propuesta arranca desde la perspectiva de un ensayo general de la obra donde el director hace las veces de narrador y de actor y así es como se nos introduce en la vida de la familia Wingfield. Una madre que ha sido abandonada por su marido y que se alimenta tanto de la nostalgia como de las expectativas futuras no realistas para sus hijos. Tom, el hijo pequeño, quien trabaja en un almacén por obligación, sobrevive escribiendo poesía y buscando la manera de huir del hogar familiar. Y Laura, recluida y acomplejada, más por una barrera mental que por el impedimento físico que realmente tiene, subsiste a la vida sumergida en un diminuto mundo de figuritas de cristal.
 
Sus vidas, sus pensamientos y ese día a día que interiormente ahoga a esta familia del Sur de los Estados Unidos es un tema recurrente en algunas de las obras del dramaturgo. Y se hizo experto en saber exprimir, de una forma aparentemente sencilla, las realidades que se ocultaban ante una apariencia de normalidad y bienestar, sacando a la luz a través del teatro algunas de las miserias del ser humano.

Con El zoo de vidre que ha dirigido Cabanas, ayudada por Nuria Orellana, se nos brinda la oportunidad de sentarnos y esperar para ver cómo todas esas reacciones van viendo la luz a medida que avanzan los minutos de la obra. No hay ritmo trepidante, ni motivos ocultos que descubrir. Es un texto de exposición (y un montaje) sereno algunos ratos y algo más intenso en algunos otros pero que gracias a los personajes (y a la interpretación) nos deja rascar en el interior.

Laura Conejero, una vez más, está sencillamente magnífica encarnando a esa madre digna de lástima, a pesar de su carácter soñador y autoritario. Es una de las cosas que, personalmente, más disfruto de este Zoo. Conejero hipnotiza sobre el escenario. Y junto a Roger Torns, que con una enorme naturalidad se encarga del papel de su hijo Tom, llevan el peso de este texto de altibajos emocionales. Clara Moraleda y David Anguera son los otros dos artífices de este elenco, interpretando a la hija y al supuesto pretendiente, que nos regalan una de las partes más sensibles e iluminadoras de la función con su hermoso diálogo acompañado de la luz de las velas hacia el final de la función. 

Este montaje en donde la escenografía, vestuario e iluminación ha corrido a cargo de la propia compañía, con la ayuda de los equipos de La Perla 29, nos presenta un espacio escénico evocando el teatro de la época con unos cuantos elementos básico y paredes que son paneles de madera a modo de separación. Eso, junto a las piezas a piano que toca principalmente Anguera y los vinilos que suenan de tanto en tanto y que ayudan a la pobre Laura a aislarse aún más, nos transporta perfectamente al ambiente surista de principios del siglo pasado, momento en el que se ambienta la obra, justo después del crac del 29.

El zoo de vidre es una propuesta muy agradable que estará hasta el día 19 de mayo en el Teatre de la Biblioteca y es totalmente recomendable para los fans de Tenesse Williams y La Perla 29.
 
Crítica realizada por Diana Limones

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