Llega a la sala Heartbreak Hotel de Barcelona la obra Lluna Plena; adaptación de la novela corta de Aki Shimazaki. Con un elenco de lujo y un ambiente íntimo, Àlex Rigola adapta la novela de la autora japonesa – canadiense creando un llamado a la memoria, al amor y a la belleza de las cosas sencillas.
Lluna plena llega al íntimo Heartbreak hotel, dirigida por Àlex Rigola junto a Maria Cambil y con producción de Titus Andrònic S.L., para acercarnos a la vida de Fujiko y Tetsuo, una pareja de ancianos que vive en una residencia de gente mayor. Fujiko hace ya tiempo que tiene Alzheimer y su marido Tetsuo decidió que ambos vivirían en la residencia para así convivir también en el tramo final de la vida. La protagonista de la historia, Fujiko, está interpretada por una Lluïsa Castell que, como siempre, nos llena el corazón por su saber estar y sus expresiones tan sinceras y emotivas.
Fujiko está perdiendo la memoria y, en esta etapa vital que comparte con el Alzheimer, trae al presente vivencias que guardaba en secreto, sacando a la luz –de forma inconsciente- aquello que ha permanecido oculto durante años. Todo empieza cuando la demencia hace que se olvide de que Tetsuo es su marido. No se olvida de él, simplemente lo ubica en el lugar de prometido y provoca que vivan el supuesto noviazgo re-conociéndose de nuevo. Tetsuo, interpretado por Andreu Benito, está desconcertado, y no tiene más remedio que seguir el hilo de lo que Fujiko le va contando, aunque esto implique incertidumbre, incomodidad e incluso la sospecha de que puede ser él el que pierda la cordura al mantener la compostura ante la situación. Andreu Benito tiene una presencia que llena el escenario y sabe compartirnos su sentir de principio a fin.
Lluïsa Castell y Andreu Benito son artistas a los que vale la pena ir a ver y, juntos en escena, hacen que Lluna Plena sea excepcional. Trabajan desde la emoción, desde la verdad y desde la integración de sus personajes en todos los recovecos de su cuerpo. No necesitan grandes frases –aunque en esta obra no puede ignorarse la belleza del texto- ni necesitan grandes escenografías, vestuarios o iluminación. Transmiten todo con su mirada y emocionan con aquella sencillez del que simplemente expone su verdad ante el público.
El elenco de lujo está completado por Miranda Gas y Pep Munné, quienes interpretan a más de un personaje, asumiendo todos los personajes secundarios que van apareciendo en la narración. Miranda Gas es también quien nos introduce en el formato de cuento de esta obra, siendo personaje y narradora al mismo tiempo, sabiendo romper la cuarta pared con una naturalidad para hacer sentir al público que nos está hablando desde la intimidad y la confianza. La ruptura de esta cuarta pared hace que entremos muy fácilmente en la historia y que sintamos que, de alguna manera, aquello que se cuenta nos está interpelando directamente. La mirada de los actores, el pequeño escenario sin grandes vestimentas, el tono más bien coloquial y las transiciones entre escenas, son un cúmulo de elementos que permiten, con más efectividad, crear esta sensación de proximidad.
La apuesta de Àlex Rigola por adaptar esta novela corta de la popular Aki Shimazaki –traducida al catalán por Mercè Ubach– es sin duda un éxito. Porque a la belleza de la narración de Shimazaki se le suma a la sencillez de la pieza, llena de interpretaciones magistrales y un cerezo en flor de un color tan intenso que es imposible no fijarse en sus flores. El cerezo es sin duda el complemento ideal para un texto que nos habla del ciclo de la vida.
Si tuviera que añadir un único “pero” a la obra, sería la iluminación. Tal vez un juego de luces, sustituyendo la luz fija, blanca y fría, hubiera permitido potenciar la intensidad de las distintas escenas y dar más fuerza a los rostros y las historias que se iban narrando. Sin embargo, las luces que actualmente tiene la obra, no impiden que Lluna Plena sea una obra que vale la pena disfrutar.
La vida es sencilla. ¿Qué es la vida? ¿Qué es el amor? ¿Qué es la familia?
Crítica realizada por Maria Sanmartí