novedades
 SEARCH   
 
 

19.04.2024 Críticas  
Dos tronos, dos reinas – Crítica 2024

El escenario de los Teatros Luchana de Madrid se llena de realeza con Dos tronos, dos reinas; una obra escrita por Pepe Cibrián y protagonizada por Nacho Guerreros y Nicolás Pérez Costa que puede verse los domingos hasta el 23 de junio.

Tres tronos, dos ya perdidos y uno en disputa. Dos reinas, una nacida para reinar, una repudiada al poco de nacer y, entre ellas, una sentencia de muerte por firmar. Las que fuesen las dos mujeres más poderosas de Europa (Isabel I de Inglaterra y María Estuardo de Escocia) mantienen una conversación que nunca ocurrió nacida en la maravillosa mente de Pepe Cibrián. Una obra que podría haber pertenecido perfectamente a la tradición de los dramas shakesperianos, desde el estilo del lenguaje hasta los hombres que interpretan a las reinas, tal y como se hacía en la época isabelina.

Nacho Guerreros (Isabel I) y Nicolás Pérez Costa (María Estuardo) ofrecen actuaciones majestuosas que aportan profundidad y humanidad a estas figuras más grandes que la vida. Con ellas, logran transmitir con acierto los complejísimos sentimientos y pensamientos de una Isabel madura, que se resiste a lo inevitable y una María altiva, fingiendo hacer gala de un coraje que no siente. Posturas expresadas con elocuencia enfrentadas a silencios tan cargados de significado como sus palabras. Nacho Guerreros hace especial honor a la santidad de Isabel I, es difícil alejar los ojos de él mientras imbuye el escenario de realeza y poder. Me faltan palabras para halagar a estos artistas, pero es increíble como son capaces de pintar un cuadro con su labor, un cuadro en el que María Estuardo tiene una sentencia de muerte colgando sobre su cabeza, pero Isabel I tiene que soportar el peso del hacha del verdugo en sus manos.

Nicolás Pérez Costa, quien también dirige esta fantasía histórica, maneja un texto lleno de drama y tensión que revela intenciones oscuras y deseos imposibles. Pérez Costa suelta al público en la época isabelina de manera abrupta, sin introducciones, pero llena de historias y detalles que decoran un diálogo crudo. Si Pepe Cibrián abre cajas de Pandora con cada frase, Nicolás Pérez Costa nos las presenta con adorno y poesía, a pesar de la violencia que esconden.

El vestuario que se presenta en escena es un festín para los ojos; resaltando las dos eras y estilos de las reinas. Los actores se mueven con una gracia que desmiente el peso de su elaborado atuendo. El maquillaje y el peinado, cortesía de Patricia Yepes, son tan meticulosos que uno podría creer que ha viajado en el tiempo hasta el siglo XVI. Si uno es apasionado de la historia, podrá recordar fácilmente los cuadros que deben haber servido de inspiración para este trabajo tan espectacular.

El escenario era el tema de conversación del público desde antes del inicio de la obra. Los tres tronos riquísimos y tan bien caracterizados, parecían robados de un palacio. El trabajo de luces es también merecedor de mención especial, aportando drama y dirigiendo la atención del público a detalles que añaden capas de significado más allá de las palabras.

Dos tronos, dos reinas es una experiencia teatral obligada para cualquiera que aprecie el arte del teatro y el encanto perdurable de dos de las figuras más intrigantes de la historia de Europa. Un espectáculo que promete dejar al público discutiendo y debatiendo mucho después de la última bajada de telón.

Crítica realizada por Ariadna Ortega

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES