El Teatre Borràs de Barcelona ha estrenado la comedia francesa Bonobos, de Laurent Baffie (Toc Toc). Como aquella, traducida por Julián Quintanilla al español, y ahora al catalán por su director Edu Pericas, la obra nos cuenta cómo tres amigos (uno ciego, uno sordo y otro mudo) se embarcan en una serie de citas en las que intentarán esconder sus discapacidades.
En escena, los tres amigos: Elías Torrecillas es el ciego, Oriol Casals el sordo y Jordi Soriano el mudo. Las vecinas a las que aspiran son la recatada dependienta Xènia Reguant, la activa agente de la ley Maria Garrido y la explosiva enfermera Mònica Macfer. Aunque, igual que ellos intentan esconder sus limitaciones con rebuscados inventos y parafernalias, ellas no tienen por qué ser exactamente lo que aparentan…
El espectador entra rápidamente en el esquema de la obra, y puede empezar a prever por dónde irán los tiros de las sucesivas escenas, pero aún así, las alocadas estratagemas para disfrazar sus discapacidades y la combinatoria de los tres hombres con cada una de las tres mujeres irá dando lugar a situaciones sorprendentes y de lo más hilarantes a medida que vamos siendo conscientes de las peculiaridades y limitaciones no ya de sus cuerpos, sino de sus soluciones y de sus personalidades.
Despreocupada y sin grandes aspavientos, Bonobos consigue transitar por la frontera de la comedia sexual sin caer más de lo necesario en lo vulgar y, sorprendentemente, cayendo mucho menos en estereotipos de lo que se podría esperar: ahí hacen un particular buen trabajo las tres actrices, que nos ofrecen vulnerabilidades y fortalezas ocultas a primera vista. Aunque plantea personajes de entrada tipo, poco a poco vamos viendo la complejidad de todos ellos. A fin de cuentas, en cualquier cita todos mostramos lo que nos interesa mostrar, y escondemos lo que no queremos que se sepa o lo que rompería las expectativas que creamos.
Bonobos juega como comedia con un par de elementos importantes: una serie de señales específicas que va construyendo su universo particular a base de repeticiones (triunfan sobre todo las fenomenales retransmisiones gestuales de Jordi Soriano, el Harpo del elenco y probablemente la estrella del show) y variaciones, y unos personajes imperfectos más por sus personalidades que por sus limitaciones físicas, y que son las que realmente les traicionan en cada uno de sus fracasos… o les llevan a sus éxitos inesperados.
Sabiendo que la química y la compenetración de la compañía solo va a crecer con las funciones (el ritmo implacable que marca la comedia gestual y el de la comedia verbal son diferentes, y aquí deben convivir), Bonobos es una recomendable opción para pasar un buen rato con amigos… o futuribles parejas.
Crítica realizada por Marcos Muñoz