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08.04.2024 Críticas  
Camino largo de vuelta a casa – Crítica 2024

Íñigo Guardamino vuelve al teatro con Camino largo de vuelta a casa, en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid. Tres mujeres en un viaje de no retorno en sus vidas, donde se enfrentarán a lo que fueron, son, y serán.

Camino largo de vuelta a casa se estrena con texto y dirección de Íñigo Guardamino, diseño de espacio escénico y vestuario de Paola de Diego, diseño de iluminación de Bea Francos Diez, diseño de espacio sonoro y música de David Ordinas, y ayudantes en dirección, Pablo Martínez Bravo; en espacio escénico y vestuario, Guillermo Felipe; e iluminación y asesoría de movimiento, Inés Narváez.

Filomena (Amparo Pamplona), Begoña (Belén Ponce de León) y Luisa (Helena Ezquerro) están de vuelta, tanto en la vida como al hogar o a la casa, y como muy bien dice el título del montaje, es un camino bien largo. Sea cual sea el trayecto que nos cuentan, y las circunstancias del mismo, este se hace largo y en realidad es un camino de no retorno. Cuando terminen con ese tránsito, este no dejará de ser una etapa más en el camino, con mayúsculas, porque aquí toda la vida no es sueño, es más bien una parálisis del mismo, un vivir eventos en la vida ante los que solo te queda estar, observar paralizado, y vivir con lo que acaba de pasar ante tus ojos.

El camino del personaje de Amparo Pamplona, es el que, por casi completo por la edad de Filomena, es al que más matices le saco e interés me despierta: desde su desidia y su «a ver si me muero», por cansancio acumulado, y ese sentimiento de inutilidad y invalidez, teniendo que aceptar que los años pesan y la condición física está afectada, aunque la cabeza la tenga muy bien; pasando por ese no recordar siquiera lo que es querer a alguien, o ese recuerdo del 39 que colisiona con el universo de Tarantino, un rape&revenge que no resulta siquiera extraño en la narrativa del personaje.

El camino de la Luisa de Helena Ezquerro es el más difuminado y el que menos interés me despierta, precisamente por incompleto, confuso, y porque no deja de haber comenzado. Su pose feminista, su problemática como cuerpo deseante y su ex no binario, y sentir displicencia hasta por parte de su gato son problemas del primer mundo, y os contaré un secreto: el gato soy yo. Es una chica blanca perfectamente retratada, pero es tan «plain Jane» que aburre.

La Begoña de Belén Ponce de León es un personaje de Almodóvar, y su trabajo de samaritana telefónica es la digievolución de la telefonista de Loles León en Mujeres al borde de un ataque de nervios; y es que Begoña realmente está al borde de ese ataque, de nervios, de pánico o de ansiedad, con un pie por encima de la barandilla del balcón o directamente con las bragas en la mano con los primeros acordes de Al alba. Ponce de León es un valor seguro, y su comedia es la que más disfruto, quizás sea porque yo me encuentre en ese cruce de caminos de Begoña, y no sepa si tirarme al tren o al maquinista.

Camino largo de vuelta a casa es una comedia fácil, divertida, con el humor negro sello de la Haus of Guardamino, que tanto he echado de menos. Agradezco no sentir, como me pasa con el Vania x 2 de Remón, que el autor quiere por todos los medios que su comedia sea LA comedia, a costa de chistes fáciles, escenografía epatante y ritmo de sitcom con público en directo. Íñigo Guardamino ha venido a divertirse, a disfrutar de dirigir a tres actrices que están fantásticas, y a que el público se lo pase bien durante 85min; y si no, qué más da, siempre nos quedará Paul Mescal.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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