novedades
 SEARCH   
 
 

19.03.2024 Críticas  
Mentes peligrosas – Crítica 2024

El pasado 16 de marzo, el Auditori del Fòrum CCIB de Barcelona presentaba, en dos únicas funciones, Mentes peligrosas. Un espectáculo / reunión de amigos basado en el más puro y loco humor presentado por Eva Hache, acompañada por Ana Morgade, Luis Piedrahíta y Leo Harlem. Un recuerdo a esas masterclases de la risa que disfrutábamos hace unos años en televisión.

“Mentes peligrosas”, película de 1995 protagonizada por Michelle Pfeiffer en su momento de máximo apogeo, versaba sobre las venturas y desventuras de una profesora durante su periodo de docencia en un colegio conflictivo de un barrio no menos conflictivo. A través del drama, la violencia y el aprendizaje, la película llegaba a una catarsis que cambiaría la vida de todos para siempre. Con “todos” me refiero a los personajes, ya que para el espectador solo ha quedado el recuerdo del “Gangsta’s Paradise” de Coolio.

El Mentes peligrosas que se presentó el pasado sábado en el Auditori del Fòrum CCIB Barcelonés, después de miles de entradas vendidas en su gira -en la función que presenciamos vendieron la friolera de 3.000-, la catarsis llega a través del humor. Porque no hay mejor arma para cambiar el mundo que reírse de él, o de uno mismo.

Bajo la difusa premisa de una reunión de antiguos alumnos se estructura un grandes éxitos de El Club de la Comedia. Uno de los argumentos en contra de ese tipo de eventos sociales es que, con el paso de los años nadie es tal y como lo recordábamos, ya no son tus amigos y amigas, son unas personas diferentes con vivencias diferentes a las tuyas y con las que ya no tienes nada que, pues el punto que tenías en común y te hacía estar ligado a ellas era una época y un lugar en concreto. Hay un gag muy bueno que lo ilustra perfectamente.

Pero esta reunión de antiguos alumnos de El Club de la Comedia no tiene absolutamente nada que ver con lo anteriormente comentado. Aquí nada ha cambiado, ni siquiera su presentadora estrella y ganadora del segundo certamen de monólogos, Eva Hache. Mentes peligrosas es como volver al lugar donde tiempo atrás fuiste feliz y, al contrario de lo que suele suceder, darte cuenta de que sigues siendo feliz allí. Te sientes como en casa.

Eva Hache recibe la ovación del público cuál estrella de Rock, brazos en alto haciendo los cuernos, justo antes que comenzar su monólogo sobre las desgracias de ser una mujer madura y vivir la menopausia. Esa rutina temática continúa en los interludios en los que va presentaciones al resto de monologuistas, llegando a un punto en el cual las anécdotas sobre sus sofocos y calores hacen estallar en carcajadas a todos los presentes. No por nada es la más grande, no hay nadie como ella, ni se le acercan; la ven irse en la lejanía y no pueden alcanzarla. Mide los tiempos como nadie sobre el escenario.

La siguiente en escena es Ana Morgade, que entra cojeando debido a un accidente de motocicleta del cual está todavía en pleno periodo de recuperación y hace un chiste de ello, claro está. La Morgade, presentadora también del El Club de la Comedia durante una sola temporada, tarda exactamente 5 segundos en meterse al público en el bolsillo. Comienza su monologo en catalán -lo habla perfectamente, vivió aquí un tiempo- y hace chistes sobre los fachas, los políticos y los conflictos idiomáticos que no se resuelven por que a la gente no le da la real gana. El público estalla en vítores, ya lo tiene en el bolsillo y muy mal debe dársele para perderlo. Por supuesto, eso no sucede, La Morgade tiene tablas y gracia para aburrir.

Luis Piedrahíta, el tercero en aparecer y vencedor de la primera edición de El Club de la Comedia, es un humorista diferente: el rey de los detalles y de las cosas pequeñitas. Sus rutinas no son como las del resto de monologuistas. No habla de su vida ni de sus cosas, él analiza lo que ve a su alrededor y, con paciencia de escribano, hace una afilada disgregación de ello; en clave humorística, no olvidemos donde estamos. Sus chistes nunca los ves venir, no sabes hacia donde derivarán sus diatribas, y eso le hace especial. Eso, su lenguaje gestual y su gestión de los silencios que hace como nadie, le hacen un genio indiscutible y sin parangón.

Tras un pequeño interludio entre los tres en el escenario, donde el gallego muestra unas dotes de improvisación que nadie espera pero todos ven, y que hacen estallar en carcajadas a sus compañeras, entra en escena quién se puede considerar el maestro, por edad no sería un antiguo alumno, en todo caso un multi-repetidor: Leo Harlem.

Leo Harlem es un terremoto, una fuerza de la naturaleza que debe desayunar tres carajillos; siempre va acelerado. Verle es un desafío para el espectador. Te agota físicamente y te obliga a prestar atención al siguiente chiste cuando todavía te estás desternillando del anterior. Es muy difícil seguirle el ritmo, no se detiene ni para respirar. Yo siempre lo he considerado, en el buen sentido, más un cuenta chistes que un monologuista. Me recuerda a los típicos señores de bar entreteniendo a los parroquianos con sus batallitas. Sus historias son muy cortas, salta de una a otra rápidamente, y cada palabra que dice tiene un claro objetivo: hacerte reír. No quiere hacerte pensar, eso es demasiado fácil, solo quiere hacerte reír. Y vaya si lo consigue. Es tan sumamente experto en su arte que le da igual la temática de la obra. Ni una palabra sobre la reunión ex-alumnos. Él va a lo suyo, a lo que mejor sabe hacer, ametrallar con humor.

En una ciudad que ha perdido gran parte de su ser desde el cierre del Club Capitol” – la “Casa de la Risa”-, Mentes Peligrosas se puede considerar un soplo de aire fresco que nos recuerda que aunque el pasado fue mejor, todavía estamos a tiempo de armarnos de humor para hacer de este mundo un lugar mejor.

Crítica realizada por Manel Sánchez

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES